Durante los últimos ocho años, el número de adultos con obesidad o sobrepeso en el mundo aumentó un 25 por ciento, pasando de 1.454 millones en 2002 a 1.943 millones en 2010. Un informe de la División de Población de Naciones Unidas señala que gran parte de este incremento se registró en los países industrializados, donde la multiplicación de la gente obesa significó también el auge de enfermedades usualmente evitables.
El investigador Richard Weil, en su informe "Signos Vitales", destaca que mientras la población global mayor de 15 años con obesidad sumaba un 23 por ciento en 2002, alcanzó 38 por ciento hacia 2010.
Las estadísticas reunidas abarcan a 177 países, en los que el número total de adultos creció solamente en un 11 por ciento, y resaltan que, de las naciones industrializadas, la lista es encabezada por Estados Unidos, con un 78,6 de su población con sobrepeso, seguido por Australia y Nueva Zelanda.
Cómo darse cuenta
El concepto “sobrepeso” se aplica a los individuos que suman 25 puntos o más en una estimación denominada índice de masa corporal (BMI, por sus siglas en inglés), y que por encima de los 30 puntos los califica como obesos.
Si bien los informes no brindan cifras específicas, indican que hay un auge del sobrepeso en las naciones con mejor poder adquisitivo del Cono Sur latinoamericano, lo que incluye a nuestro país.
Los especialistas sostienen que los factores que inciden en tales incrementos son al mismo tiempo económicos, culturales y probablemente genéticos.
Al respecto, la nutricionista juninense Carolina Schiaffino, señaló: “Los factores genéticos son los que más influyen en el peso. Estos factores son, por ejemplo, la distribución de grasa en el cuerpo, el gasto metabólico y su capacidad de adaptación ante el exceso, carencia o situaciones de estrés -hay gente que tiende a subir de peso ante una angustia mientras que otras personas tienden a adelgazar-”.
En diálogo con DEMOCRACIA Schiaffino explicó otro método para verificar si una persona padece sobrepeso o no.
En este sentido, afirmó: “Otro índice a tener en cuenta es la circunferencia de la cintura como medida de riesgo cardiovascular. Esta medida nos ayuda a detectar y prevenir posibles riesgos asociados a la obesidad, como la hipertensión, la dislipemias (aumento del colesterol y grasas en sangre), o el riesgo de diabetes, entre otros. Para prevenir estos riesgos esta circunferencia en mujeres debe ser menor de 82 centímetros y, en varones, menor de 94”.
Calorías
Cuando se ingieren más calorías de las que se queman, el cuerpo acumula el sobrante en forma de grasa y el sobrepeso resultante puede afectar las articulaciones, la respiración, el sueño, el estado de ánimo y los niveles de energía, lo que repercute negativamente en la calidad de vida general de una persona
Algunos nutricionistas sostienen que cuando el alimento escaseaba eso suponía una ventaja, pero ahora que en la mayoría de los países industrializados la comida está disponible las 24 horas del día, el metabolismo eficaz que en el pasado garantizaba la supervivencia humana, ahora se ha vuelto en su contra.
Además, remarcan que actualmente muchos individuos aumentan de peso debido a que efectúan elecciones alimentarias inconvenientes -como las comidas rápidas- y están insertos en rutinas familiares inadecuadas, como comer frente al televisor, en vez de alrededor de la mesa.
Asimismo, aparecen como problemáticos entre los adolescentes los “snacks” industrializados y las gaseosas ricas en calorías y con escaso valor nutritivo, en tanto las raciones grandes y el estilo de vida sedentario también contribuyen a la epidemia de obesidad actual.
Enseñar a alimentarse
En esta línea, Schiaffino hizo hincapié en la problemática de la obesidad asociada a la niñez y afirmó: “La obesidad infantil es un problema que preocupa cada vez más, ya que se encuentran valores de laboratorio en niños, cuando antes esos valores eran propios de enfermedades de adultos, como la hipertensión, diabetes tipo o dislipemias”.
Según la profesional, las causas principales de esta enfermedad en los niños son los malos hábitos alimentarios y el sedentarismo.
Por eso, “se debe educar entre otras cosas a realizar las cuatro comidas, enseñar a comer todos los alimentos -incluso aquellos que a los padres no les gustan-, como es el caso de algunas frutas y verduras, y no premiar con golosinas o regalar porque sí, sino comprarlas en eventos especiales o cuando ellos deseen con cierta frecuencia”.
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