Rubén América Liggera, docente, escritor, poeta y pintor, es uno de los tres artistas de nuestro medio que participó de la Exposición Colectiva “Mirada sobre una vaca”, convocada por el Estudio Blau.
La misma fue inaugurada el 16 de julio último y se extenderá hasta el 7 de agosto próximo, en el Museo Histórico Municipal del Parque General San Martín de la ciudad de Lincoln.
Trabajos de los juninenses Rubén Liggera, Graciela Cianfagna y Martina Ferreyra, participan de este evento de arte “Miradas sobre una vaca”, que es una convocatoria que busca visibilizar el trabajo de muchos artistas de Lincoln y la zona, trabajando en distintas disciplinas, con sus propios enfoques conceptuales, plásticos y materiales, para plasmar su mirada sobre una pieza de cerámica (la vaca).
Es así que más de 40 participantes dejaron su impronta en esta primera edición.
En diálogo con Democracia, Rubén Liggera, quien expuso su mirada aguda sobre este símbolo productivo argentino explicó: “Nos dieron dos vaquitas a cada artista para que nosotros la interviniéramos de forma plástica. Cada artista tiene una imagen y una identificación con las vacas”.
“En mi caso, yo hice ‘Aurora, la vaca sagrada de estas pampas’ que es un poco una parodia de lo que es la vaca sagrada en la India, su significado como base cultural, social, económica, alimentaria y política”, explicó.
“Aurora está adornada pero con los cortes argentinos marcados en el cuerpo y la bandera argentina. Y tiene ese nombre porque además es un homenaje a Mirco Repetto, quien fue un dibujante argentino que creó un personaje de historieta, la Vaca Aurora, en 1939, que después se hizo muy popular en la década del 60 y 70 en la revista Anteojito”, dijo.
La otra vaquita (un poco más polémica por cierto), que Rubén llamó a su intervención como “La tenés atada”, refiere al dicho popular “tener la vaca atada” que es de origen netamente argentino.
“La historia de esta locución remite a lo que fue la aristocracia argentina a comienzos del siglo XX y tiene que ver con la abundancia en la que vivían los terratenientes, que cuando viajaban a Europa con toda su familia -incluido personal de servicio- llevaban una vaca atada en la bodega para que durante la larga travesía los niños consumieran leche fresca”, apuntó.
Por extensión, quien tiene la “vaca atada” dispone de recursos que obtiene muy fácilmente. “Una vez más, recurrimos a la singularidad de la producción agropecuaria argentina -donde la vaca es un símbolo poderoso- ya que gracias a las condiciones propias de la pampa húmeda, es capaz de grandes producciones sin requerir costosas inversiones o laboriosidad intensiva. Estas enormes ganancias les permitía construir castillos y palacetes y ‘tirar manteca al techo’ en París. Excentricidades de nuevos ricos”, explicó Liggera.
“Como se aprecia en nuestro trabajo la vaquita está literalmente “empapelada” con billetes y está maniatada por un hilo intrincado, enmarañado, obturador: quizás como la compleja Historia argentina”, sostuvo.
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