José Guillermo Morelli es la radiografía de un médico de pueblo, conocedor de la materia, protagonista de situaciones inesperadas, y actor fundamental de los desafíos presentados a diario.
Sus orígenes se remontan a Capital Federal, pero su vida profesional se desarrolló en la localidad vecina de Morse, donde, luego de jubilarse, aún reside. A sus 80 años, José sigue siendo, para sus vecinos, el doctor Morelli, quien vió nacer a varias generaciones, actuó de oficio en emergencias de diversa índole, y no tuvo reparos para atender a sus pacientes, a pesar de las distancias e inclemencias.
Su día a día lo encuentra junto a su esposa, en la casa que también fue su consultorio durante gran parte de su vida. Consultado por Democracia, agradeció el afecto de sus vecinos y expacientes, repasó su carrera profesional, y recordó momentos destacados del ejercicio de la profesión.
Raíces porteñas
Nacido en Capital Federal, criado y educado en el barrio porteño de Boedo, Morelli cursó sus estudios universitarios en la UBA y se graduó a fines del año ´68. Tras finalizar el ciclo común, se inclinó por la clínica médica, de lo que trabajó los años subsiguientes.
Recorrió el Hospital Rawson como practicante y también en su última etapa formativa. Cuando su familia se mudó a Ramos Mejía, también cambió su lugar de trabajo, y el Instituto De Cirugia de Haedo, ubicado en Rivadavia al 15000, le abrió las puertas al recién egresado médico clínico.
Sin embargo, la vida en la gran ciudad obstaculizaba el ejercicio de la profesión de Morelli, quien explicó que debía viajar mucho tiempo en transporte público porque cubría “guardias en Vicente López, San Martín y Ramos Mejía”. Un germen de su posterior arribo al interior.
Un cambio drástico
A mediados de los setenta, una propuesta laboral de una clínica local lo acercó al noroeste de la provincia, de donde nunca se separó, ni física ni afectivamente. “No sabía ni dónde quedaba Junín”, admitió el médico, que se aventuró en busca de nuevos horizontes pero, sin saberlo, estaba escribiendo las páginas más importantes en su historia de vida.
La oferta le generó interés, y Morelli comenzó su carrera en la ciudad. Al mismo tiempo, detalló que también atendía pacientes en Vedia y Arenales, y esporádicamente volvía a sus raíces a trabajar algunas jornadas.
Asimismo, el giro definitivo en su historia se produjo gracias a colegas suyos. “Unos amigos me propusieron conocer Morse y trabajar ahí”, explicó el profesional, que poco tiempo después de emigrar de la gran ciudad se instaló en el pueblo. Lo recibieron con una casa amplia, donde actualmente reside, y, sin perder tiempo, abrió su consultorio allí mismo.
Paralelamente, Morelli destacó que también prestaba servicio en la Unidad Sanitaria, donde fue director “durante 37 años”, y atendió a los vecinos de la zona.
No obstante, el profundo cambio en el estilo de vida no fue gratuito para José, que debió lidiar con el destierro y las novedades que escondía su nuevo destino. “No fue fácil adaptarme al interior, me costó trabajo” afirmó, y detalló que su mayor dificultad estribó en acostumbrarse a los términos usados y el ritmo de vida.
A tiempo completo
Ser médico del pueblo implica un trabajo intensivo y continuo, así lo explicó Morelli, quien recordó sus años de servicio y destacó que no tenía “ni fines de semana, ni feriados, ni horarios” para la atención de los pacientes, en muchos casos de localidades vecinas a Morse.
Por otro lado, las vías de comunicación no eran, años atrás, las mismas que hoy en día. Al respecto, José detalló que “sólo había un teléfono en el pueblo”, y, por ello, las emergencias comúnmente llamaban a su puerta.
Madrugadas frías, calles de tierra a oscuras, casas sin luz eléctrica, lluvia torrencial en estancias; los 48 años de carrera dejaron en su maletín una antología de interesantes historias que lo tuvieron como protagonista, y dan cuenta de la pasión con que desempeñó su profesión. “Nunca me negué a un domicilio, fuera quien fuere”, afirmó Morelli, que destacó que “era el médico del pueblo, y debía actuar en consecuencia”.
Polifacético
“Tenía que barajar lo que venía”, recordó el doctor, que en su extensa carrera debió enfrentarse, a diario, con desafíos que reclamaban de su conocimiento y experiencia.
En efecto, el médico del pueblo, rol que orgullosamente ocupó Morelli durante décadas, debe ser, en cierta medida, polifacético, para atender a las demandas de los pacientes. “Fui cardiólogo, partero, psicólogo, psiquiatra y confesor de familia. Hice todo lo que se puede hacer en medicina”, expresó el especialista.
Accidentes de trabajo, choques automovilísticos, emergencias domésticas, partos. Morelli ha sido partícipe de múltiples situaciones que requirieron de su incontrastable conocimiento y templanza para ejercer la profesión.
“He hecho partos en días de lluvia, sin luz eléctrica y alumbrados con lámparas de kerosene”, recordó el médico, que también atendió varias generaciones de vecinos de Morse y la zona. “Hay mucha gente a la que vi nacer que hoy en día tiene hijos”, agregó.
Sin embargo, advirtió que “lo fundamental en la profesión es conocer los límites propios”, como modo de evitar un perjuicio mayor para el paciente. “Toda mi vida respeté mis límites”, destacó el médico, que afirma haber evaluado exhaustivamente cada eventualidad conforme a sus posibilidades.
Su pueblo, su lugar
Su vida en el interior no borró sus raíces capitalinas, pero, aún así, reconoce que Morse es su lugar. “A pesar de haber nacido en Buenos Aires, este es mi pueblo”, expresó, entre lágrimas.
El final de su carrera profesional lo encontró rodeado de vecinos y allegados, que lo reconocieron por su labor y entrega a la medicina. En marzo del 2017 se jubiló, y, tras 48 años de trayectoria, el Concejo Deliberante local, por disposición de una ordenanza, oficializó la muestra de gratitud. La celebración tuvo como sede al Club Atlanta de Morse, y aconteció pocos días más tarde de que José superara un problema de salud.
“Jubilarme fue muy difícil”, expresó el médico, que afirmó estar satisfecho con el camino recorrido a nivel profesional, y el afecto recibido por parte de sus pacientes y vecinos.
“El aprecio que recibo por parte del pueblo es increíble”, afirmó.
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