Oscar Andrés Pereyra
Oscar Andrés Pereyra, pediatra de la ciudad.
50 AÑOS ACOMPAÑANDO A NIÑOS Y FAMILIAS

Oscar Andrés Pereyra: “Yo nunca trabajé, siempre hice lo que quería hacer”

Histórico pediatra de vocación, reconocido en toda la Región, ejerce la profesión desde el ´72, y lleva atendidas tres generaciones de pacientes. En diálogo con Democracia, repasó su carrera, detalló su trabajo diario y expresó su postura respecto a la medicina y el rol del pediatra.

Oscar Pereyra es, para muchos juninenses, el médico que los vió nacer, los acompañó en su crecimiento y desarrollo, y les dió sus primeros consejos. En su medio siglo de carrera, ha cosechado la simpatía y confianza de los tantos padres a cuyos niños atiende de forma periódica, avalado por su extensa trayectoria y el conocimiento exhaustivo de la medicina de modo integral.

En diálogo con Democracia, quien es y supo ser uno de los pediatras más reconocidos de la Junín y la zona, desanduvo su camino profesional y dio su perspectiva respecto a la medicina en general, y la pediatría en particular, una rama en la que trabaja desde que se recibió y que, a diario, lo pone en contacto con padres, madres e hijos.

Responsable directo del legado dejado a muchas generaciones, Pereyra agradeció “las satisfacciones” que le dio la medicina y destacó que seguirá ejerciendo su profesión mientras la disfrute, tal como hizo en los últimos 50 años.

Primeros pasos

Nacido en 1948, lejos aun de convertirse en médico, Pereyra cursó el nivel inicial en la escuela n°1 y el secundario en la Nacional. Alcanzada la mayoría de edad, en el ´66 fue a estudiar a La Plata, y seis años más tarde tenía su título en mano.

Tras hacer la residencia en el Hospital General de Niños Pedro de Elizalde, en Capital Federal, retornó a sus raíces, y en el ´75 se instaló nuevamente, y para siempre, en la ciudad que lo vió nacer. “Toda mi carrera está acá, en Junín”, afirmó.

Sin embargo, la elección por la pediatría no fue premeditada, y, según explicó, fue resultado de una práctica realizada mientras cursaba sus estudios. Es que, en cuarto año de carrera, Pereyra fue seleccionado como practicante para trabajar en la guardia del hospital de Florencio Varela. “De mis compañeros nadie quería atender pediatría, yo me encargué de esa especialidad y me empecé a sentir cómodo”, destacó. 

Carrera profesional

A pesar de haber trabajado en sus inicios como médico general de asistencia pública, el Dr. Pereyra nunca olvidó su vocación, el contacto con los niños. Es así como su carrera adquirió impulso en el HIGA, donde se desempeñó como médico de guardia, jefe de servicio y, finalmente, médico de planta. “Me parecía deshonesto trabajar mucho fuera del hospital y ser jefe de un servicio, que tenía una demanda mayor”, explicó, respecto a su decisión de dejar el puesto de jerarquía. 

Actualmente, Pereyra continúa trabajando en su consultorio personal, puesto que en 2012 se jubiló del hospital. Su paso por instituciones privadas, como el Sanatorio Junín y los centros de atención públicos, lo convierte en un indiscutible conocedor de la materia. En perspectiva, destacó que “en este momento, la pediatría de Junín está al nivel de cualquier centro importante del país”, y afirmó que “los médicos jóvenes que comienzan a ejercer la pediatría en la ciudad tienen muchas oportunidades de perfeccionarse”.

Por otro lado, el médico lamentó “la debacle de los hospitales”, y su consiguiente “pérdida de jerarquía”. En dicho sentido, detalló que por “cuestiones burocráticas, organizativas, políticas o gremiales” muchos pacientes no son atendidos de forma satisfactoria.

Una “gran responsabilidad”

“Mi pasión ha sido siempre la atención primaria”, explicó Oscar. Su profesión implica “el contacto con la familia y el niño en la primera etapa, y el contacto con el chico y su familia en su infancia mayor o adolescencia” y, en definitiva, demanda “una gran responsabilidad”.

Asimismo, Pereyra también se especializa en adolescencia, dado que en el ´82 hizo el Curso Nacional de Adolescencia en el Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Sin embargo, destacó que nunca se dedicó exclusivamente a dicha franja etaria porque “no podía abandonar a los pacientes más chicos”.

En tiempos de hiperconectividad, redes sociales y circulación de información falsa o tergiversada, el médico recordó que “los niños nacen sin manual”, a pesar de que, en internet, se popularizaron recomendaciones y fórmulas de las cuales “surgen ideas extrañas, algunas con final feliz y otras que no”. Por su parte, Pereyra afirmó que es necesario “acompañar al chico y su familia, no para ser el manual, sino una guía conductora”.

“Los chicos necesitan primero protección y luego independencia. Ambas cosas se las da el seno del hogar”, recordó.

Transgeneracional

Ejercer la profesión por 50 años da cuenta de la pasión que despierta en él, e, indudablemente, la confianza de las familias en su conocimiento y trayectoria. “Muchos de mis pacientes hoy ya son abuelos”, afirmó Pereyra, y reconoció que “en muchos casos es la tercera generación que asiste al consultorio”.

Cabe señalar que la edad no le ha impuesto obstáculos mayores para continuar atendiendo a los infantes y, por el contrario, reconoce que es una actividad que disfruta. “Tengo 73 años y sigo ejerciendo mi profesión porque encuentro placer en ella”, expresó. 

Asimismo, afirmó que se retirará cuando su labor ya no le genere el entusiasmo que, hasta el momento, le ha generado ingresar a diario en su consultorio. “Yo nunca trabajé, siempre hice lo que quería hacer”, agregó.

Lo que la pandemia dejó 

La crisis sanitaria mundial trastocó prácticamente la totalidad de los órdenes de la vida, y ha tenido efectos indiscutibles sobre los niños. Al respecto, Pereyra señaló que notó cambios profundos en “la conducta, el aprendizaje, el sueño, los hábitos, las comidas y las relaciones familiares”.

Es que, para el pediatra, la escasa sociabilidad con los pares, y la brusca readaptación de la vida cotidiana, ha hecho que el niño ingrese a “una programación de la vida en la que cada aspecto es un elemento estanco, y no hay relaciones”, lo que consecuentemente condujo al desarrollo de un “individualismo preocupante”.

En lo que respecta a su trabajo diario, Pereyra lamentó que “muchos niños faltaron a sus controles habituales”, y destacó que lo más preocupante es que “los padres han obviado ponerles las vacunas”. De esa manera, recordó que “la prevención de la enfermedad es el futuro de la medicina, y la vacunación forma parte de eso”, y dió el ejemplo de las múltiples enfermedades que prácticamente han desaparecido en los últimos 20 años.

Abordaje integral

Cada persona es un sujeto que no solo tiene un cuerpo, sino también, y no menos importante, un componente psíquico. “Mi objetivo ha sido siempre abarcar todas las esferas, lo que también implica abordar la psicología del niño”, afirmó Pereyra, que destacó la necesidad de pensar a la salud en forma “integral”.

Cabe señalar que abordar la salud de los niños de forma íntegra le permite reconocer las diversas problemáticas que atraviesan sus pacientes. En dicho sentido, afirmó que su principal preocupación radica en los niños “tecnología-dependientes”, que “sufren la sensación de abandono si no tienen el celular cerca”, así como también en la “epidemia de obesidad entre chicos de diferentes edades”, desde hace 15 años aproximadamente.

No obstante, el médico señaló que se trata de dos perjuicios sumamente vinculados, puesto que “a los niños se les da comida y el celular, lo que los engorda y no los incita a moverse”. Asimismo, explicó que “el sobrepeso y la obesidad han alcanzado a más del 40% de la población pediátrica”, y advirtió que, si no se produce un cambio rotundo, habrá consecuencias graves para su salud en las próximas décadas.

La industria alimenticia y la publicidad han avanzado de forma inaudita en el último tiempo, y, al respecto, Pereyra explicó que el énfasis en publicitar ciertos alimentos responde a que “el médico nunca los va a recetar”, y, por ende, no son buenos para la salud. “Estamos viviendo equivocadamente por el negocio de algunos”, lamentó.

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