La amistad moviliza muchas emociones y es también el punto de encuentro de las pasiones y los gustos. Lo que era, pocos años atrás, un pasatiempo para un grupo de amigos, se convirtió rápidamente en un éxito incontrastable, y un compromiso para sus integrantes.
Sin Etiquetas es una banda juninense de cumbia que, con mucho estilo, talento e impronta recorre los escenarios de grandes eventos y fiestas privadas dejando tras de sí momentos memorables.
Democracia dialogó con Julio Lombardi, Nicolás Farías, integrantes de la banda, y Santiago Corbanini, uno de sus fundadores, acerca de la impronta del conjunto y sus proyectos.
Los inicios, “un juego”
Si bien su conformación fue fortuita, el génesis de Sin Etiquetas puede fecharse seis años atrás, un enero caluroso en que dos amigos, Julio Lombardi y Santiago Corbanini, de viaje por Argentina, descubrieron que eran un dúo musical que sonaba bien.
De ámbitos diferentes, y con una formación heterogénea, ambos músicos comenzaron un proyecto que, sin saberlo, los llevaría muy lejos. “Se unificó su esencia rockera con mi yo cumbiero, se mezclaron las partituras”, destacó Julio.
En principio, el conjunto no solo interpretaba mayormente canciones de rock, sino que, además, “era una banda de asado, que consideraba a la actividad un juego”, puntualizó Nicolás. Lo cierto es que, tal como confirmaron los integrantes, su único objetivo era divertirse en las reuniones de amigos, pero, indudablemente, fue mucho más lejos.
Madurez
Reconocer el momento en que una banda se consagra es complejo, aunque, consultados, los músicos señalaron al unísono un evento particular: la presentación en una edición del Beer Food Truck, previo al inicio de la pandemia.
Cabe destacar que, aún así, Sin Etiquetas ya realizaba con anterioridad presentaciones en fiestas privadas y eventos sociales. Una de sus presentaciones en “Varieté” fue particularmente especial para el conjunto.
Farías explicó que ingresó a la banda en dicha fecha, y, desde entonces, nunca se distanció. Encargado de los timbales, el músico destacó que Sin Etiquetas “no tenía una formación permanente”, y por ello en cada show subían diferentes artistas al escenario a tocar canciones de numerosos géneros musicales.
Es que, para entonces, solo Julio y Santiago eran miembros permanentes del conjunto, y el escape del encasillamiento les otorgó el nombre que hoy llevan como conjunto. Al respecto, Corbanini explicó que un presentador decidió llamarlos así al no poder incluirlos en la grilla que estaba dividida por géneros. “Tocábamos canciones de diferentes ritmos, no podíamos decidir por uno, por eso somos Sin Etiquetas”, afirmó.
No obstante, de forma paulatina, la banda viró hacia la cumbia y el ritmo tropical, lo que Lombardi describió como una “transición orgánica”, signada por el ingreso de integrantes de forma permanente al conjunto.
Con un estilo definido, un género particular, y una formación estable, la madurez y el éxito de Sin Etiquetas no tardaría en llegar. “Un show de una edición del Beer Food Truck fue el quiebre”, puntualizó Julio, quien observó que “hacía frío, era muy tarde y era domingo”, pero que, aún así, más de 4000 personas aguardaron para escucharlos, y generaron una bisagra en su historia.
En línea con ello, Farias explicó que, desde entonces, la banda fue partícipe de mayor cantidad de fiestas y eventos. “Tuvimos que ponernos serios porque la situación lo requería”, afirmó.
Así y todo, los integrantes admitieron que el éxito los tomó por sorpresa. “Aún no me percato de que la banda esté en este nivel”, amplió el músico.
“Empezó como un juego y terminamos tocando ante 30.000 personas, es impensado”, afirmó Julio.
Por su parte, Lombardi advirtió que, a pesar de ello, los integrantes de la banda siguen siendo “chicos de barrio con sueños y ambiciones”, y Nicolás agregó que lo que los une es, principalmente, la amistad. “Hacemos vida de familia”, destacó.
Trabajo diario
Son nueve los músicos que integran a Sin Etiquetas, cada uno con su formación y trayectoria particular, lo que hace a un conjunto con mucha química arriba de los escenarios.
Sin embargo, cada uno de ellos tiene su propio trabajo, lo cual también añade un obstáculo a la organización del grupo. En dicho sentido, Farías expresó que privilegian la comunicación y otorgan a la banda un lugar relevante en su agenda diaria.
“Todos tiramos para el mismo lado, por eso funciona”, amplió.
Por su parte, Lombardi destacó el trabajo permanente que requiere el conjunto, respecto a la producción, ensayos, organización de eventos y planificación, y señaló que “es un proceso arduo que no se ve”.
Lo que viene
En diálogo con este diario, los artistas se mostraron abocados al futuro de Sin Etiquetas, que, a seis años de su creación, tiene un público comprometido que los sigue fecha a fecha.
Al respecto, Farías explicó que el objetivo más próximo de la banda radica en conformar definitivamente su identidad. El músico destacó que, en el último tiempo, “hubo un cambio de página”, que involucró novedades en su vestimenta, estilos y canciones.
Asimismo, el repertorio de la banda está signado por la cumbia y la interpretación de canciones exitosas. En suma, Nicolás detalló que el principal propósito del conjunto radica en “generar alegría y hacer bailar al público”, se trate de una fiesta privada o un evento multitudinario.
Por su parte, Lombardi también explicó a este diario que “el feedback de la gente es muy importante” para la banda, y agradeció “el calor del público en cada una de las presentaciones”.
Lombardi afirmó que “el objetivo es frenar los eventos masivos para grabar”. Mientras aguardan por el momento de componer sus propios éxitos, los músicos buscan “trabajar con las redes sociales y generar contenido para las plataformas de streaming”, como Spotify y Youtube.
Asimismo, Julio también destacó que piensan “continuamente en el futuro”, y explicó que el conjunto anhela expandirse en la región y el país. Entretanto, semana tras semana son los protagonistas de numerosos eventos privados, donde, explicaron, “el cariño de la gente se siente mucho más”.
Integrantes
Agustín Corbanini (octapad)
Agustina Quintero (voz)
Rodrigo del Negro (guitarra)
Sebastián Ferraro (bajo/coros)
Juan Pablo Beloso (teclado/coros)
Matías Fochi (trompeta)
Camila Blanksman (saxo)
Nicolás Farías (timbal)
Julio Lombardi (güiro/locución).
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