Alejandro Garrote tiene 30 años y viajó por el mundo con su bicicleta durante gran parte de su juventud. En mayo de 2020 partió de Nantes con el objetivo de conocer el único continente que aún no pisó, África. Numerosos imprevistos desviaron su trayecto hacia España y Portugal, dándole la oportunidad de conocer las distintas realidades y escenarios, en un viaje signado por un contexto desconocido: la pandemia.
En exclusiva con Democracia, el juninense relató los detalles de su último viaje realizado, al que calificó como “único”, más allá de no haber logrado su objetivo inicial.
Según relató, su principal preocupación fue mantenerse informado, a causa de los imponderables que le presentó la situación sanitaria.
El viaje
Alejandro estaba viviendo en Francia desde 2019, y en mayo del 2020 emprendió su viaje en bicicleta, que fue de 5000 kilómetros, y duró tres meses y medio.
El punto de partida fue Nantes, región oeste de Francia, y luego se dirigió a Los Alpes -el este-. Desde allí, pedaleó hacia el sur, por la costa del Mediterráneo, hasta Lisboa, para emprender la vuelta a Francia, específicamente a Tolouse.
Diez años más tarde de su primer viaje realizado, Garrote detalló que, para esta ocasión, estaba en sus planes conocer África, aunque “problemas político-económicos y sanitarios” se lo impidieron, por lo que solo recorrió el Viejo Continente.
Traspiés
A pesar de haber viajado durante los meses iniciales de la emergencia internacional, Garrote destacó que la situación no le generó grandes dificultades.
“Viajé por Europa durante el verano, cuando las cifras de la pandemia mostraban mejorías, y muchas de las medidas restrictivas ya no estaban vigentes”, afirmó. En dicho sentido, amplió, no era obligatorio el uso de mascarilla, incluso en lugares cerrados, por lo que se sentía tranquilo al viajar.
No obstante, las dificultades con las que tuvo que lidiar Alejandro fueron de índole política, como consecuencia directa de la pandemia. “El cierre de fronteras me condicionó mucho”, expresó.
“Es ilustrativo el caso de Marruecos”, detalló el viajero. El país africano tiene, desde 2020, sus fronteras terrestres cerradas, lo que le impidió ingresar con su bicicleta.
Las medidas políticas y sanitarias “fueron las que evitaron el paso por África”, que era el objetivo inicial del joven. Además de Marruecos, numerosos países del continente imponían restricciones al ingreso de visitantes, y algunos otros atravesaban conflictos internos.
En el caso de Senegal, por ejemplo, si bien sus fronteras estaban abiertas, contó que, semanas después de haber decidido no ingresar a África, derrocaron al presidente, y agradeció no haber estado en el país en ese momento.
En el 2020 no se contaba aún con información suficiente sobre el virus, lo que fue otro aspecto determinante para Alejandro, quien destacó la importancia de estar informado al viajar, sobre todo en dicho contexto.
De hecho, tenía conocimiento de que en la mayoría de los países africanos los respiradores escaseaban.
“No podía asumir ese riesgo”, expresó, y detalló que Sudáfrica, el país con mayor cantidad de respiradores del continente, contaba en ese entonces con alrededor de cincuenta unidades.
“Corté por lo sano, si esquivaba un problema sabía que iba a tener otro”, afirmó.
Ser nómade y moverse en dos ruedas por Europa le permitió conocer diferentes realidades sanitarias y encontrar notables disparidades entre los países y las regiones. Garrote destacó que en muchos rincones de Europa los hospitales no estaban colapsados, y señaló que en los pequeños poblados no se respetaban las medidas sanitarias. De hecho, expresó que “en los pequeños pueblos el Covid no existe ni existió”.
El viajero vivió un tiempo en los viñedos de Francia, cuando tuvo que afrontar el confinamiento, y observó que “no había temor al contagio”.
Postales
Alejandro destacó que en Europa la mayoría de los países no son hospitalarios, y que, en su caso, se hospedó principalmente en casas de amigos que conoció en otros viajes. Aun así, contó a Democracia que conoció “gente espectacular”, uno de los aspectos salientes de la travesía.
Durante los 5000 kilómetros recorridos en su bicicleta, el viajero también llevó su equipaje y una carpa, que utiliza muy a menudo. “Solo me hospedé en hostels en El Faro y Lisboa”, afirmó.
De los tres países recorridos, Alejandro rescató postales únicas y expresó que disfrutó cruzar Los Pirineos, en el límite entre Francia y España.
Su paso por Portugal le dejó gratos recuerdos de “los paisajes naturales y los destinos turísticos”.
Una “gran decisión”
Emprender un viaje durante los primeros meses de una situación internacional extraordinaria y desconocida no le generó temores adicionales. “El único miedo que tenía era que el viaje se terminara”, afirmó.
A modo de balance, Garrote destacó que, más allá de no haber cumplido su objetivo inicial -visitar África-, “realizar el viaje fue una gran decisión”.
En definitiva lo describió como “la última oportunidad de gozar de libertad”, sin medidas restrictivas relativas a la pandemia. “Hoy viajar por Europa es más complicado que en ese entonces”, afirmó.
Su presente
Desde el 2019, Alejandro vive en Francia, donde, además de estudiar el idioma, también trabaja y se prepara para emprender en el rubro gastronómico.
En efecto, explicó que junto a una colega mexicana proyectan inaugurar un restaurant de comida argentina en Nantes. Por el momento, está trabajando en un local de empanadas argentinas, que, por lógicas razones, no le permite realizar nuevos viajes en su bicicleta.
Respecto a sus próximos objetivos, el juninense destacó que prevé saldar su deuda pendiente de recorrer todos los continentes cuando su restaurante le permita tener tiempo libre. “África es el continente que quiero conocer”, afirmó.
A modo de cierre, Alejandro recomendó “aprovechar a viajar, porque el tiempo se pasa”, y detalló que “es más fácil hacerlo de joven”, porque aunque no se cuente con los recursos económicos, se goza de mayor vitalidad y tiempo libre.
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