Abogada, magíster en Derecho, especialista en Impuestos, con un trabajo que le gustaba y muchos y buenos clientes, Lala Pasquinelli sintió en un momento que ese éxito profesional no la completaba. Tenía poco más de treinta años y cargaba con la sensación de que “había algo que estaba agotado”, según su propia definición.
El sentimiento de estar cumpliendo con el manual de vida que, en general, la sociedad espera de (y exige a) las mujeres, la hizo sentir incómoda consigo misma.
No sin dolor -porque fue un momento de crisis- empezó a buscar un nuevo camino. Su propio camino. Experimentó a través de la expresión, la música, la literatura, y fue en las artes plásticas y el “artivismo” donde, finalmente, se proyectó.
Feminista y activista, fue el análisis de la construcción de la identidad de las mujeres el combustible de su arte, que la llevó a la creación de Mujeres que no Fueron Tapa (MQNFT), un novedoso y exitoso proyecto que apunta a romper con los estereotipos de género y los mandatos hacia las mujeres.
“MQNFT se fue dando, haciendo, no fue algo pensado”.
El arte
Lala nació en La Emilia y siendo muy chica se vino a vivir a Junín, ciudad en la que se crio.
Vivió aquí hasta sus dieciocho años, cuando se fue a Buenos Aires, donde se recibió de abogada en la Universidad de Buenos Aires.
Cuando se inclinó por las artes plásticas, hizo cursos y talleres durante años, que le ayudaron con “lo que necesitaba aprender, lo que quería decir, y encontrar las herramientas y la manera en que pudiera hacerlo”.
Según dice, “fue muy validante” para ella su paso por el espacio El Mundo de las Ideas, donde se sintió “legitimada”.
De esta manera fue que, paulatinamente, el artivismo le fue ganando espacio a la abogacía en su vida.
Mujeres
El camino de Lala no fue ni está planificado: lo va transitando mientras hace. O, de otra manera: el hacer le va marcando el camino. Y así nació MQNFT.
En el año 2015 Pasquinelli hacía obras en las que buscaba construir las imágenes de las mujeres con esos pedacitos de revistas. Una compañera de El Mundo de las Ideas la invitó a mostrarlas en un centro cultural, eso se publicitó, fue gente, luego abrió el Facebook de MQNFT y, a partir de las publicaciones que hacía allí, se comunicaron con ella mujeres de otros proyectos feministas, lo que le dio más impulso y visibilidad a la iniciativa. “Se fue dando, muy orgánicamente, haciendo, no fue algo pensado”, le dice Lala a Democracia.
Para entonces, el objetivo estaba claro: visibilizar, a través del arte y del artivismo, cómo los medios, en general, y las revistas, en particular, muestran y reproducen los estereotipos femeninos y masculinos. La idea era hackear esa construcción de identidad.
Y el impacto fue notable. “Me parecía que estaba bueno compartir ese proceso que había hecho yo de usar esas imágenes para hablar de otras mujeres, para contar otras historias -explica Lala-; empecé a hacerlo, primero con gente conocida, y después que di la charla TED empezaron a llamarme de escuelas”.
“Estoy escribiendo un libro sobre la belleza y los cuerpos”.
Talleres, exposiciones y actividades se fueron reproduciendo de manera exponencial. El festival del hackeo se desarrolló en más de dos mil escuelas del país. Y lo que empezó como una iniciativa propia, hoy ya es un proyecto colectivo integrado también por Paula, Mara, Sandra, Nati, Belén y otras.
“Es interesante ver los caminos por los que me llevó Mujeres que no Fueron Tapa y es lo que hace que siga existiendo: en este ida y vuelta que se genera con otras personas aparecen necesidades, ideas”, comenta Lala.
Por eso su actividad en MQNFT va más allá del arte. “Una de las cosas más lindas de este año -explica- fue que hicimos un documento colaborativo con profesionales de la salud, todas mujeres con perspectiva de género, que es un compilado de recomendaciones para cuando vas a hacerte consultas médicas porque detectamos miles de casos de abusos, toqueteos, humillaciones en todas sus formas. Ese compendio circuló por todos lados y fue un trabajo que surgió así, haciendo. Y yo nunca me imaginé que iba a hacer eso”.
El otro gran suceso de este año es la campaña “Hermana, soltá la panza”.
“Es interesante ver los caminos por los que me llevó MQNFT y es lo que hace que siga existiendo: en este ida y vuelta aparecen necesidades, ideas”.
De cara al futuro
Aun con las dificultades que trae ponerle el cuerpo al artivismo -incluida la reacción de los ‘haters’ en las redes- Pasquinelli avanza sin una guía que le marque el rumbo, sino más bien dejando que todo fluya.
“Ahora estoy escribiendo un libro sobre la belleza y los cuerpos. Es un libro activista, un libro feminista”, adelanta.
Y así continúa en su camino, que no está prefijado, pero sí tiene algunos objetivos: “Una cosa que para mí es importante, que ya sucede, pero que me gustaría que sea a una escala un poco más grande, es la construcción de comunidad. MQNFT tiene alrededor una comunidad de mujeres que sostiene el proyecto, que participa, que hacen cosas, que nos encontramos, y eso me gustaría que crezca. También que haya más espacios donde puedan encontrarse a compartir y que sucedan cosas. Escalar en eso y seguir haciendo cosas: me gustaría que lo que hacemos crezca y se multiplique”.
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