Aldo Noirat siempre tomó su trabajo de canillita como un complemento a otras labores que fue realizando en su vida. Sin embargo, aun cuando no fuese su actividad principal, abrazó el oficio con una gran pasión.
“La venta de diarios fue lo más lindo que hice en mi vida” asegura hoy, después de 41 años ejerciendo esta tarea que le dio muchas satisfacciones y la que le permitió conocer y relacionarse con muchísima gente.
“La venta de diarios fue lo más lindo que hice en mi vida y lo extraño muchísimo. Es una gran pasión la que tengo por esa actividad”
Primeros años
Noirat nació en Junín y se crió en el campo, cerca de Saforcada: su padre era tambero y su madre había sido casera en la estancia El Cencerro.
Su primer año lo pasó en la Escuela Nº 37, "donde mi papá era casero, mientras trabajaba en el tambo". Al año, le dieron un rancho y se mudó toda la familia.
“Estuve en el tambo hasta los doce años -relata-, ahí yo me encargaba de maniatar las patas del animal y, además, hacía el aparte, que era la separación del ternero de la vaca”.
Aldo tiene recuerdos muy sentidos de aquellos años: “En esa época la carne estaba afuera, en la fiambrera, el pan se hacía ahí, lo mismo que el dulce de leche, la manteca, el queso, la bebida se guardaba en un pozo, al lado de la bomba, y se mantenía fresca. Era hermoso”.
A sus doce años, la familia se mudó a la ciudad y en esa etapa vivió en el barrio Belgrano. En ese entonces su padre trabajó como carnicero.
“El canillita establece relaciones con sus clientes”
A trabajar
Tenía solo catorce años cuando Noirat empezó a trabajar. Arrancó en una verdulería mayorista y minorista. De ahí pasó por una panadería y luego ingresó en transportes Spacapán. “En ese momento comencé a hacer secundario en el Comercial, de noche”, cuenta. Más adelante, su padre lo convocó para que lo ayudara en la carnicería.
“Fue muy lindo lo de Spacapan -agrega-, no era efectivo porque era menor y me pagaban por semana, y cuando me fui a trabajar con mi papá, pasé a cobrar y don José Spacapan me dio el importe por dos semanas más, como una especie de premio por lo bien que me había portado. A los quince días me fueron a buscar a mi casa para que regrese, me dijeron que me iban a poner efectivo, pero yo agradecí y seguí con mi padre. Tengo un gran recuerdo de ese lugar”.
Un tiempo después, Noirat dio un giro en su vida. Hacía rato que en su cabeza rondaba la idea del sacerdocio y pensó en darse una oportunidad. “No tenía una vocación marcada como para ser cura, pero quería experimentar y ver de qué se trataba -comenta- así que me fui al seminario con los Paulinos. Dos años estuve ahí”.
Cuando su padre se fue a vivir a Mercedes, Aldo regresó a Junín para acompañar a su madre, que quedaba sola.
“Ahí entré en Obras Sanitarias y, al mismo tiempo, aparecieron los diarios”, dice, para luego añadir: “Siempre me había interesado la posibilidad de ser canillita, aunque nunca lo había hecho. Hablé con un señor de apellido Bustamante, que estaba en Democracia, que me hizo un contacto con ‘Cachito’ Buono, que tenía tres repartos, y empecé a trabajar con él. A la mañana estaba en Obras Sanitarias y después repartía Democracia, que en ese momento salía a la tarde”.
En ese entonces hacía el reparto “de donde está la sede del Club Defensa hacia atrás”, entre Lartigau y Padre Respuela, en una época en la que “no había tantas casas, pero se vendía muchísimo el diario”. En aquel entonces vendía unos 350 por día.
“Con el tiempo, me largué solo”, agrega.
Empleado municipal y canillita
En 1980 Obras Sanitarias “sufrió un cimbronazo muy grande” y, a partir de allí, fueron los municipios los que absorbieron las oficinas de cada ciudad del país. Entonces pasó a ser empleado municipal.
Estuvo un tiempo más en Obras Sanitarias y luego lo trasladaron a Bromatología. “Eso me ayudó para conseguir nuevos clientes para llevarles el diario, cerca de los talleres”, dice.
Siempre trató de seguir incorporando clientes. “La venta de diarios fue lo más lindo que hice en mi vida y lo extraño muchísimo. Es una gran pasión la que tengo por esa actividad”, afirma.
¿Qué es lo que le atrae de esta labor? Responde Noirat: “En principio, me gusta que uno es su propio patrón. Pero, además, disfruto muchísimo el vínculo con la gente, me encanta la venta y todo lo que conlleva porque el canillita establece relaciones con sus clientes. Es difícil explicar por qué estoy enamorado de eso, pero me encanta y lo extraño”.
“Disfruto muchísimo el vínculo con la gente”
Balance
Aldo habla en pasado de su actividad porque desde que le detectaron ELA tuvo que dejar el reparto, que ahora hace su esposa. Por eso siempre repite que extraña su trabajo.
Con todo, al momento de hacer un balance de sus más de cuarenta años repartiendo diarios, señala: “Veo todas cosas lindas, maravillosas. Cualquiera podría pensar que es una cosa de locos disfrutar de levantarse a las dos y media de la mañana, pero a mí me encantaba. A las seis de la mañana ya iba al segundo trabajo y con mucha alegría. Jamás me quejé. Siempre trabajé y eso fue gracias a los diarios. El balance es positivo. Y si volviera a nacer, haría lo mismo”.
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