Convocados por Democracia, referentes de distintos gremios locales hacen hincapié en el deterioro del poder adquisitivo de la clase trabajadora.
PANORAMA ECONÓMICO

En Junín, los salarios siguen estando retrasados respecto al costo de vida

El sueldo inicial del empleado de comercio, de sanidad, estatal o municipal no cubre la Canasta Básica para una familia tipo. Las paritarias de este año empatan o pierden con la inflación, por lo que se están reabriendo negociaciones en varios sectores. Afirman que las recomposiciones de los haberes “corren de atrás” a los aumentos. Además, remarcan que hay un deterioro del poder adquisitivo de la clase trabajadora.

De acuerdo a la última información oficial publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), una familia necesita más de $70 mil mensuales para no ser pobre.
En efecto, la Canasta Básica Total (CBT), que, además de los alimentos, incluye indumentaria y transporte, aumentó 3,2% en septiembre y, de esta manera, un matrimonio con dos hijos requirió ingresos por, al menos, $70.532,46 para estar por encima de la línea que marca la pobreza.
En ese contexto, hay que decir que una parte importante de los asalariados -que configuran el eslabón más débil de la cadena de la economía formal- no alcanza a cubrir ese mínimo que se necesita para no ser considerado como pobre.
Si bien en la composición salarial influyen categorías, antigüedad y otras variables, en general, el sueldo inicial en determinados rubros, como empleados de comercio, de la sanidad, estatales o municipales, no alcanza a cubrir la CBT, una canasta que ni siquiera incluye algunos ítems de importancia, como alquileres o medicamentos.
Además, hace rato que las paritarias vienen empatando o perdiendo con la inflación y, por eso, en varios sectores se están planteando reaperturas y nuevas negociaciones. Sin embargo, advierten que las recomposiciones siempre se dan después de realizados los incrementos inflacionarios, por lo que todo el tiempo se está “corriendo de atrás” a la suba de precios.
Consultados por Democracia, referentes de distintos gremios locales hacen hincapié en el deterioro del poder adquisitivo de la clase trabajadora.

“La heladera no miente”
El secretario general del Sindicato de Empleados de Comercio de Junín, Federico Melo, observa que vienen “corriendo de atrás a la inflación”, con paritarias en las que se van generando revisiones, pero que se acuerdan “en los meses siguientes y, lamentablemente, queda desactualizada por el aumento de los productos básicos que impacta de forma directa a los trabajadores”.
Este año los empleados de comercio firmaron un acuerdo de un 10% de aumento “que fue la revisión de 2020” y una suba del 42% de manera escalonada, algo que todavía no se terminó de efectivizar. Si se tiene en cuenta que en nueve meses la inflación fue de un 37%, los empleados de comercio están prácticamente empatando esa escalada. “A grandes rasgos sí, pero la heladera no miente y el bolsillo del trabajador tampoco -advierte Melo- la realidad es que los compañeros están cada vez más complicados para llegar a fin de mes, con aumentos de alquileres, alimentos y de productos esenciales, que los están castigando severamente”.
Para el dirigente gremial, la paritaria “es una recuperación del salario que fuimos perdiendo por la inflación”. Y más allá de eso, lo que hacen desde el sindicato es “generar servicios que mejoran la calidad de vida”. Según su análisis, las prestaciones de salud, de educación y recreativas a costos accesibles “generan un salario indirecto, porque si tuvieran que ir a buscar esos servicios al ámbito privado, seguramente no podrían acceder”.
El sueldo inicial de un empleado de comercio es de unos $60 mil, un 14% menos de la Canasta Básica Total: “La realidad es que para una familia tipo se complica mucho la situación si no tienen ingresos los dos mayores. No alcanza solamente el ingreso de una de las partes. En nuestros jardines vemos que es impresionante la cantidad de chicos que se inscriben porque hoy tienen que trabajar los dos padres y buscan alternativas para dejarlos en un lugar confortable y estimulado”.
Otro punto a tener en cuenta, para Melo, es el del trabajo en negro. “Es una deuda eterna que tienen los gobiernos, la de tratar de ver de qué manera se pueden formalizar a los trabajadores que hoy están en situaciones de precariedad y no tienen acceso a una obra social y otros beneficios. Para eso hay que generarles herramientas a las Pymes para revertir esa informalidad”, afirma.
Respecto al futuro inmediato, el titular del Sindicato de Empleados de Comercio observa que, “dejando de lado lo político y electoral, se puede ver con optimismo que la situación sanitaria nos está dando un margen para poder reactivar las diferentes actividades que estaban limitadas. La clase trabajadora viene muy golpeada, también los comerciantes, y los gobiernos tienen que entender esta situación y generar herramientas para poder sostener la economía local”.
Ya en el mediano o largo plazo, Melo no hace análisis “porque las variaciones que hay de un mes a otro son muy grandes, así que hay que trabajar el día a día y ayudar a los que están más complicados”.

“Vamos siempre corriendo de atrás”
En la Asociación de Trabajadores de la Sanidad (ATSA) hay diferentes convenios. Algunos, vinculados a droguerías y la industria farmacéutica, tuvieron su paritaria en mayo con actualización trimestral, con lo cual van siguiendo la inflación. Pero la negociación más grande, que incluye clínicas, sanatorios, institutos sin internación, consultorios y demás, y que abarca al 80% de la actividad, alcanzó un 45% en escalas, con cláusula de revisión en febrero de 2022.
“A duras penas venimos acompañando el proceso inflacionario, pero la verdad es que las remarcaciones diarias hacen que nunca alcance el salario”, se lamenta el secretario general de ATSA Junín, Héctor Azil.
Para los trabajadores que fueron considerados esenciales durante toda la pandemia, lo que en principio fue una buena paritaria, ahora no se sabe si va a ser suficiente. “Seguramente se quedará un poco corta -admite Azil- y, aunque se revise, la recomposición se genera después, entonces se va perdiendo mensualmente. Vamos siempre corriendo de atrás. Lamentablemente, los años electorales tienen estas especulaciones con el dólar, los aumentos por las dudas, situaciones en las que siempre se perjudica a los mismos”.
Hoy un empleado de la sanidad tiene un ingreso básico inicial en torno a los $70 mil, cercano a la CBT. Y si bien el promedio salarial está alrededor de $110 mil, Azil subraya que es insuficiente: “A ese número se llega con muchas horas extras, doble turno, jornadas nocturnas, guardias pasivas, entonces, para alcanzar ese sueldo hay muchos componentes que no son los básicos. Lo ideal sería que pasara lo mismo que sucedía en alguna generación atrás en donde con uno que trabajaba ya se podía mantener toda una familia. Hoy trabaja un matrimonio y, en muchos casos, eso resulta insuficiente. Esa es la realidad del mercado laboral hoy: la canasta básica no se completa con un sueldo”.
El titular de ATSA Junín también remarca que el básico apenas si araña la CBT, aun siendo una actividad, como la de los enfermeros, por ejemplo, que requiere años de estudio y capacitación: “Por eso digo que, si bien estuvimos conformes cuando terminó la paritaria porque alcanzamos el número que buscábamos, hoy vemos que vamos a llegar a febrero por debajo de la inflación para arrancar de atrás de nuevo”.

“Es una situación delicada”
Para Sonia Visser, secretaria general de UPCN Nación (Unión del Personal Civil de la Nación), la de los trabajadores estatales “es una situación delicada”. Es que, si bien hubo una negociación paritaria en junio, que luego se reabrió, producto de la elevada inflación, “ahora volvimos a quedar retrasados”. Es que, del acuerdo salarial firmado, resta incorporar un incremento de los sueldos del 5% para noviembre y otro tanto para enero, aunque la intención de la dirigencia gremial es la de volver a abrir la negociación para, por lo menos, adelantar el porcentaje de enero a diciembre, de manera que afecte también el aguinaldo.
La paritaria de UPCN Nación, (que incluye trabajadores de organismos nacionales como Anses, Senasa, Servicio Meteorológico Nacional, Vialidad Nacional, PAMI, Occovi, Ministerio de Trabajo, Ministerio de Desarrollo Social, Sedronar, INTA y otros) va de junio a junio, pero en este año hubo que reabrirla en agosto y se volverá a negociar en noviembre.
“En el convenio que abarca una mayor cantidad de trabajadores conseguimos casi un 50% de aumento, y en otros, estamos en el orden del 52%”, explica Visser, que aclara que venían de un año 2020 sin negociaciones. Entonces, lo que parecía un buen porcentaje alcanzado en la discusión salarial, termina convirtiéndose en algo que apenas alcanza la inflación.
Actualmente, el salario promedio de un trabajador de la administración pública central está en el orden de los $65 mil. Y en algunos organismos descentralizados, como podría ser Anses o PAMI, se encuentra en torno a los $75 u $80 mil. “Esto apenas si alcanza a cubrir a una familia tipo”, indica Visser. Y agrega: “Nuestra organización sindical siempre está buscando mejoras que puedan hacer que la calidad de vida de los trabajadores estatales vaya creciendo y se vaya transformando. Por otro lado, de la declaración de la pandemia hasta este momento, la inmensa mayoría de los trabajadores del estado fueron esenciales, y quien no participó de sus tareas de manera presencial lo hizo de manera remota, por una cuestión obvia: el estado no dejó de funcionar en ningún momento. También, en ese punto, desde UPCN hay un planteo por un reconocimiento para los compañeros y compañeras”.
Finalmente, Visser, con más de veinte años al frente de la delegación Junín de UPCN Nación, subraya que “hay una propuesta de la oposición que busca regularizar los despidos de acuerdo a su gusto y conveniencia”, por lo que propone que los sindicatos estén atentos: “Por eso los trabajadores estamos siempre en alerta, pensando en que no decaigan y no violen nuestros derechos adquiridos desde hace décadas, y por supuesto en la conquista de otros. A veces es más fácil, a veces es más difícil, pero quienes abrazamos esta profesión sabemos que esto es constante. Y nos reconforta levantarnos de una mesa de negociación sabiendo que pudimos conseguir lo mejor para nuestros representados”.

“Venimos de muchos años de salarios magros”
Ante tanta inestabilidad en la economía, el Sindicato de Empleados Municipales y el Municipio resolvieron hacer reuniones frecuentes para ir haciendo ajustes a medida que se fuera analizando la marcha de los precios, ya que consideran que hoy no se puede vaticinar un número de cierre anual de la inflación.
Así lo explica el titular del gremio, Gabriel Saudán.
Este año la actualización de los ingresos se cerró en un 55%, al que luego se le sumó un 5% más. “Esto también incluía una recomposición de 2020, que fue un año complicado. Inclusive, en algún momento teníamos dudas sobre si se iban a poder cobrar los sueldos, y en un momento cobramos gracias a la ayuda del Gobierno de la provincia de Buenos Aires”, comenta Saudán.
En relación a los sueldos de los municipales, desde el gremio destacan que “hoy todos tienen que estar por encima del salario mínimo vital y móvil”. Y si bien actualmente hay unos 250 trabajadores que están por debajo de esa escala, cobran una compensación para llegar a esa suma.
El promedio de ingresos de un empleado municipal es de alrededor de $35 mil, aunque hay muchas variables, ya que pueden trabajar 30, 35, 40 o 45 horas semanales. No obstante, estos montos están muy lejos de la CBT.
“Venimos de muchos años de perder poder adquisitivo, de salarios magros, y antes de tener paritarias estábamos sujetos a la voluntad del intendente de turno -explica Saudán-, ahora tenemos una paritaria, donde tienen la obligación de sentarse, y esto es así gracias a la lucha que se dio en conjunto con la Fesimubo (Federación de Sindicatos Municipales Bonaerenses). Hoy, al año de contrato debe pasar a planta permanente. Antes eso dependía exclusivamente del intendente y ahora es más claro para el trabajador”.
Con todo, Saudán tiene una mirada optimista de cara al panorama actual: “Cuando vemos los sueldos tan complicados que tenemos, ya desde hace tiempo, en un país como Argentina que te complica el escenario continuamente, siempre recordamos las situaciones que hemos vivido y entendemos que las utopías a veces se hacen realidad. Por eso vamos a seguir trabajando para que tener un salario digno sea una realidad. Tengo mucha fe de que vamos a salir adelante. En algún momento habrá que cerrar la grieta que hay en la sociedad, dejando de lado las mezquindades políticas. Los argentinos estamos acostumbrados a batallar en situaciones complicadas y esta será una prueba más de la que, seguramente, vamos a salir adelante”.