En la República Argentina el 21 de octubre se celebra el “Día Del Seguro”. En esta fecha, se conmemora el día en que, en una nota dirigida por el Primer Triunvirato al Tribunal del Consulado, se oficializó la primera iniciativa gubernamental de crear un Banco de descuentos y una Compañía de Seguros Marítimos. Dado esto, la Superintendencia de Seguros de la Nación a través del decreto 24.203 firmado el 8 de septiembre de 1944, estableció el 21 de octubre como el Día del Seguro.
El proyecto mencionado fue atribuido a Bernardino Rivadavia, que en ese momento era secretario del Primer Triunvirato. Sin embargo, muchos historiadores le atribuyen a Manuel Belgrano las ideas fundantes de la iniciativa, quien había tenido un papel muy importante en la creación de la primera aseguradora del Virreinato del Río de la Plata en el año 1796: “La Confianza”.
La historia del seguro hace retroceder cientos de años en nuestra historia, hasta los días en que los primeros hombres empezaron a compartir sus riesgos con el fin de encontrar algún peligro que fuera común al grupo.
Según los especialistas, en sus comienzos existían unas formas de seguro sin bases técnicas ni jurídicas, sino como un sentimiento de solidaridad ante el infortunio y como mecanismo de distribución de riesgos.
Ley de Rodas
Las primeras nociones del seguro se dan en los transportes marítimos. Aproximadamente 900 años antes de Cristo, los mercaderes chinos repartían sus cargamentos en distintas naves. Esto era por si alguna embarcación desaparecía, todos perdían una parte, pero nadie se arruinaba perdiendo todo. Años después, una isla del mediterráneo, crea la Ley de Rodas por la que los propietarios de las embarcaciones entregaban pequeñas cantidades de dinero, para hacer un fondo común y compensar al propietario que perdiera su embarcación. Los primeros seguros sobre la vida humana aparecen en razón de los viajes a través de los océanos.
Durante la Edad Media, los piratas vagaban por los principales mares capturando a menudo a los capitanes y a las tripulaciones de los barcos para cobrar rescate. Los capitanes comprendieron pronto que debían garantizar rápido pago del dinero de su rescate para que sus propias vidas y las de su tripulación fueran salvadas. De hecho, aquellos que no podían prometer el rescate solicitado eran obligados a arrojarse al mar. Pronto se estableció un seguro de rescate y más tarde se aseguró a los capitanes contra muerte derivada de otras causas durante los viajes.
Con el devenir de la historia, el ser humano fue cada vez más consciente de que era necesario un seguro para conservar el patrimonio, sus bienes y su vida, instalándose las compañías aseguradoras.
Y las coberturas van ampliándose o modificándose con las nuevas necesidades que el hombre va generando.
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