Quizás una de las prácticas más antiguas de la civilización, la política y el gobierno o el uso del poder, es una ciencia nueva, caracterizada por la complejidad del pensamiento.
Los jóvenes descubren en los pueblos de gran parte del país una calle con un nombre incomprensible, que pocos saben justificar.
¿Qué llevó a esta necesidad de perpetuar un liderazgo sin carnadura? Es que quizás Moisés Lebensohn ha sido más que un político joven muerto antes de tiempo, más que un destacado orador en las dialécticas contestatarias. Fue un pensador capaz de transmitir un pensamiento profundamente democrático, conceptos de profunda simplicidad, capaces de ser bandera en la lucha por la dignidad y por la paz.
Los reclaman los jóvenes dirigentes, que en el diálogo con la gente buscan con denuedo asidero a sus propuestas. En tiempos de asentar las bases de una república destruida, desalmada y pervertida hace falta volver a las propuestas de Lebensohn, reeditar sus discursos, rescatar sus propuestas, un legado que pide imágenes, libros, con sus discursos plenos de conceptos, de palabras que alimenten el ideario democrático y el digno y valiente honor de ejercer la ciudadanía.
Cuando se cumplen 90 años de su sueño, de la creación de un diario -Democracia- que porta su ideario, nos convoca a desentramar la complejidad de su pensamiento y que en cada pueblo los jóvenes descubran que está vigente, que entendió como pocos qué difícil sería aprender a construir el derecho a la vida digna para todos, que la pequeña palabra Democracia encarna.
Un desafío para todos, el agradecimiento a su familia que supo sostener el ideario y una convocatoria urgente y sin descanso para todos los invadidos por la desesperanza.
Alicia Presas
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