Laura Panizza iba al secundario en la Escuela Comercial cuando empezó a sentir atracción por las nociones de justicia, legalidad y derecho. Y fue en quinto año cuando, definitivamente, se decidió a hacer la carrera de Abogacía, una profesión que abrazó con pasión, que la llevó a la práctica profesional, primero, y a hacer la carrera judicial después, una etapa que cerró algunas semanas atrás, cuando se retiró de su cargo como jueza del Juzgado Civil y Comercial N° 4.
“Uno lleva este trabajo en su esencia, fueron muchos años”.
Abogada
Panizza estudió en la Universidad Nacional de Rosario. Aun cuando hizo la carrera durante la dictadura “en la Facultad de Derecho había muchos constitucionalistas y se respetaba la defensa de los derechos y la democracia”.
Cuando se recibió, regresó a Junín e ingresó a trabajar en el estudio jurídico de Fandi Bufager, donde se hacía derecho Civil y Comercial y de Familia. “Ahí aprendí mucho de la práctica profesional”, señala.
Tres años estuvo en ese despacho, hasta que surgió la posibilidad de ingresar al Poder Judicial.
“Si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría otra vez”.
Carrera judicial
En 1988, entró como secretaria en el Juzgado Civil y Comercial N° 4, que estaba a cargo de la doctora Sara García. En ese entonces, allí también se abordaban causas de familia, “así que se trabajaba mucho con una temática muy amplia”.
“Desde el principio me fue muy bien, aprendí mucho en el día a día”, cuenta.
A mediados de los 90, empezó a formarse en mediación, mientras seguía trabajando en el juzgado. En 2003, se generó un área de Mediación en el Centro de Asistencia a la Víctima del Ministerio Público Fiscal, en la que fue nombrada Panizza: “Se hacían mediaciones sobre temas de familia, delitos de defraudaciones patrimoniales, causas que por ahí se podían solucionar con un acuerdo”.
Según dice, esa etapa también “fue muy gratificante”.
Mientras tanto, en ese tiempo rindió en el Consejo de la Magistratura para jueza civil, para defensora civil, para jueza de familia -aun cuando no estaba el fuero creado-, para la cámara. “Me gustaba mucho ir a rendir porque era un desafío y me parecía que me autoevaluaba”, recuerda.
Jueza
Estuvo en Mediación hasta el año 2006, cuando asumió como jueza de Juzgado Civil y Comercial N° 4, el lugar donde había iniciado su carrera en Tribunales. “Me gustaba mucho la idea de volver, ahora como jueza”, asevera.
Según dice, esos “fueron años muy buenos, con los problemas que tienen todos los trabajos, pero el balance es muy positivo”.
Concursos, quiebras, incumplimientos contractuales, sucesiones, daños y perjuicios, malas praxis profesionales, estafas, son algunos de los temas que abordó. “Hemos tenido muchas etapas”, afirma, para luego ejemplificar: “El tema del corralito fue tremendo. Al principio entraban amparos todo el tiempo, hasta que se determinó que era la Justicia Federal la que tenía competencia. En otro momento tuvimos muchos amparos de Salud, porque las obras sociales se negaban a dar determinadas prestaciones: estaban burocratizando el servicio. Temas societarios, nulidades de asambleas de accionistas. Es muy amplio”.
En un juzgado en el que el despacho diario incluye el movimiento de entre 100 y 150 expedientes por mañana, hubo algunos de mucha trascendencia. “Uno fue un concurso de una molinera de la zona, que era enorme porque incluía a la empresa, a todos los directores y de una transportista que también tenían. Era algo muy grande sobre lo que hubo que trabajar muchísimo, por la complejidad del tema, porque había muchos acreedores de todo el país, y por suerte, después de muchos años, se llegó a un acuerdo que se cumplió”, recuerda.
Incluso, algunas tuvieron un fuerte impacto social: “Hace muchos años tuve un amparo por el uso del transporte por parte de personas con discapacidad, que están exceptuados del pago, y había algunos inconvenientes. En ese momento, saqué una sentencia haciendo lugar y eso tuvo trascendencia pública. También traté el amparo por el arsénico en el agua corriente, un tema que venía de antes y yo tuve que seguir, y que después llegó a la Corte”.
“Estoy agradecida al Poder Judicial, a la gente que me acompañó, a los profesionales que trabajaron conmigo, realmente tengo mucha satisfacción”.
Balance y después
Si bien su último día en el juzgado fue el 11 de agosto, siguió yendo algunas veces más “para ir cerrando algunas cosas”, que le habían quedado pendientes.
Y aunque podría haber seguido en su puesto, decidió jubilarse. “Me retiré porque había cumplido un ciclo. La gente joven es la que tiene que seguir avanzando. Además, es mucho estrés permanente”, comenta.
Según dice, “no es fácil cerrar una etapa” como le sucedió a ella: “Es algo trascendente y uno lleva este trabajo en su esencia, fueron muchos años”.
Por eso, mientras transita un momento “de reacomodamiento”, ya que aún no definió su futuro, al momento de hacer un balance, concluye: “Es absolutamente positivo, me llevo los mejores recuerdos más allá de muchas dificultades que tuve, porque no fue fácil asumir como juez y tuve algunos tropezones en esa lucha. Estoy agradecida al Poder Judicial, a la gente que me acompañó, a los profesionales que trabajaron en conjunto conmigo, realmente tengo mucha satisfacción. Si tuviera que hacerlo de nuevo, lo haría otra vez”.
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