En diálogo con Democracia, desde el inicio mismo de la entrevista, Stella Gatti aportó las palabras de la bajada (el escrito que le sigue al título de esta nota), para destacar la vocación que ella sentía por la docencia.
Actualmente, Stella Gatti es una docente jubilada, que mantiene recuerdos apreciados de 30 años de trayectoria laboral, sea de sus alumnos, sus familias, de sus compañeros de trabajo y directivos.
En diálogo con este medio, contó que recién egresada del profesorado docente en la Escuela Normal Nacional, prestó funciones en el Departamento de Aplicación de la misma escuela, por la década del 70.
Luego, tras un breve paso por un colegio privado, pasó a trabajar en la Escuela N° 24, lugar donde permaneció por varios años, con alumnos de 1ro., 2do., 6to. y 7mo. grados, como maestra de área de Ciencias Naturales y Ciencias Sociales.
“Trabajé mucho tiempo sin ser titular, hasta que lo logré en la Escuela N° 24, donde trabajé con el mejor equipo docente que pudo haber existido. Fui premiada al trabajar en esa escuela”, destacó Stella.
Continuando con los recuerdos de las escuelas Normal y la N° 24, Stella dijo que tuvo la suerte de estar rodeada de compañeros y superiores que le ayudaron a querer a esa profesión.
“Luego, se me dio la oportunidad de rendir para directora, lo hice y me fui a trabajar al campo, concretamente a la Escuela Primaria N° 32, Cuartel 2, Campo de Toyo, donde puse ‘la frutillita al postre de la docencia’. Ahí, siendo directora y maestra, fui muy feliz. Era otro tipo de trabajo, de logros, de alumnos, distinta calidez, éramos una familia, donde la seño también llevaba el pan y la mortadela para hacer los sanguchitos y se preparaba el matecocido”, expresó.
En la remembranza de aquella escuela de campo, con orgullo dice que varios de sus alumnos son actualmente profesionales, luego de hacer el secundario en la escuela de Agustín Roca, quizá como una prueba de los logros que toda persona puede tener en la vida.
“Para mí era un placer. Llegaba con la escarcha e izábamos la bandera en medio del patio de la escuelita y cantábamos Aurora a las 8 en punto de la mañana, viendo cómo salía el sol. Cuando empecé a trabajar ahí había muy pocos alumnos, y después fue creciendo en matrícula, llegó a tener 33 alumnos y tuve una docente a cargo. Los alumnos del campo aprendieron también Computación, Educación Física, Actividades Plásticas, Música, participamos de Ferias del Libro, de Matemáticas, compartíamos mucho con las Escuelas Primaria y Secundaria de Roca, porque eran de la misma comunidad”, explicó.
Por razones personales, Stella se jubiló en el 2005, de forma anticipada, a los 50 años de edad, pero le quedaron recuerdos imborrables de su rica experiencia laboral de vida. “Tengo el placer de haber estudiado, trabajado y haberme jubilado en lo que fue mi vocación”, manifestó, al referirse a su amor por la docencia y todo lo que eso significa. “Durante 30 años de servicio, de ponerme el guardapolvo blanco, no tuve un día de entrar o salir de la escuela con desgano”, afirmó.
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