Con una acción que invita a compartir el pan horneado en un horno de barro que rememora una obra emblemática del artista conceptual Víctor Grippo, se inauguró en la histórica Casa Natal de Sarmiento la segunda muestra de Bienalsur en San Juan, "Víctor Grippo. Un horno para dos mesas", que ubica esa obra "en territorios más federales" y propone "una mirada más profunda y compleja sobre la realidad más actual", según el curador y escritor Carlos Godoy.
La exhibición montada en la casa natal del expresidente, padre de la educación pública, es la segunda muestra que se inaugura en San Juan en el marco de la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo del Sur (Bienalsur), organizada por la Universidad Tres de Febrero bajo la dirección de su rector, Aníbal Jozami y la dirección artística de Diana Wechsler.
Quién fue
Víctor Grippo nació en Junín, provincia de Buenos Aires, Argentina. Desde temprana edad se vio rodeado de las artes y aprendió a hacer escultura gracias a los trabajos manuales de su padre y las enseñanzas de un herrero italiano. Grippo continuó enriqueciéndose artísticamente al tomar clases de pintura y dibujo. A la corta edad de 18 años, en 1954, participó en una muestra artística colectiva en el museo de Junín. Se mudó a la ciudad de La Plata en 1955 para realizar sus estudios universitarios enfocados en Química, en la Facultad de Farmacia y Bioquímica.
A lo largo de los años, continuó aportando creatividad e ingenio, hasta dejar un legado de obras que ya no solo hablan del poder que tiene la tecnología de transformar la vida de las personas, sino de su articulación como instrumento de pensamiento.
En 2001, realizó su última muestra individual en Buenos Aires, en la Galería Ruth Benzacar. Falleció en Buenos Aires el 20 de febrero de 2002 y ese mismo año fue seleccionado para participar de la XI Documenta de Kassel, Alemania.
Enorme desafío
Más allá de ciertas críticas desatadas en las redes sociales, al conocerse la instalación del horno en el patio del Museo y Biblioteca Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento, que consideraban inapropiado "modificar" el patrimonio nacional, la exhibición "Víctor Grippo. Un horno para dos mesas" se postula en ese contexto como un desafío para revisitar los patrimonios y las grandes figuras, y con ello crear nuevos sentidos y actualizar los estancados.
La alquimia como transmutación, la alimentación en un mundo desbalanceado con una industria que destruye el medio ambiente, la comunidad y el lugar del artista como generador de contenidos, son algunos puntos que tocan al visitante que se asoma a la revisitada casa de Sarmiento, que hasta noviembre los recibe con dos obras y un horno en su patio, y la historia de ese hombre que nació en el 1800, el telar de su madre, la higuera, y la fuerza presente de sus ideas.
Curada por Carlos Godoy (Córdoba, 1983), autor de obras como "Escolástica peronista ilustrada", "La temporada de vizcachas", "La construcción" o "Jellyfish" entre otras, la muestra presenta tres obras de Grippo (1936-2002) y se propone reflexionar sobre la alimentación en la época de crisis, el rol de la humanidad frente a la naturaleza, el de los ciudadanos frente a la comunidad y el de los productores de sentido frente a un público abrumado por la urgencia.
En dos salas de la casa, el artista Fernando Brizuela realizó el montaje cuidadoso de dos de las tres obras paradigmáticas del creador conceptual reconocido tardíamente: "Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza" (1977) y "La comida del artista" (1991); mientras que en el patio, el fuego y el pan de los tres panaderos de San Juan replicó la acción "Construcción de un horno popular para hacer pan" (1972).
La emoción de Paulina, la hija
Paulina, la hija de Grippo, agradeció a los trabajadores panaderos "que amorosamente amasaron el pan" para compartir luego, lo que refuerza la idea del propio artista de "revalorar los oficios y ponerlos siempre en relevancia", y a su vez destacó el hecho de que en San Juan se active la "conciencia individual, la conciencia colectiva por permitirse repensarse en este momento a partir de la obra de Grippo", y como deseo manifestó el del propio artista para con su obra: "activar la posibilidad de un hombre nuevo, más humano que apele siempre a la transformación".
"Grippo decía que toda obra de arte habla de cuatro cosas: vida, muerte, trabajo y amor", sintetizó Godoy durante la inauguración realizada esta tarde, en la que además de Jozami y Wechsler estuvieron presentes autoridades culturales provinciales, nacionales y de Bienalsur como Silvina Vázquez, directora del museo; Virginia Agote, secretaria de Cultura de San Juan; y Marisa Baldassare, directora nacional de Museos.
Como parte de la dinámica de conectar propuestas surgidas de la convocatoria abierta de la Bienal, esta muestra funciona en diálogo con "Dar y dar" inaugurada ayer en el Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson. Por un lado, con la exhibición de fotos que documentan "Construcción de un horno popular para hacer pan" del propio Grippo y Jorge Gamarra de 1972, junto al trabajador rural A. Rossi. Y por el otro con la propuesta "No ashes no bread" (Sin cenizas no hay pan) de Rirkrit Tiravanija con la instalación de cinco hornos rurales en diferentes espacios públicos de la Ciudad.
"La intención de esta propuesta curatorial fue justamente la de poner en valor la obra de Grippo en territorios más federales y que estén fuera de la Capital Federal. Las instalaciones del artista tienen una potencia muy singular y el hecho de presenciar estas obras en zonas alejadas de las grandes metrópolis no solo propone una mirada más profunda y compleja sobre la realidad más actual, sino que también dialoga, y de un modo muy eficaz, con las idiosincrasias más periféricas. Detrás de todas esas decisiones está la elección de la Casa Natal de Sarmiento para exhibir esta muestra", explica Godoy.
Referente en todo el mundo
La acción de compartir el pan de los 70 sitúa a Grippo como referente temprano del conceptualismo en el mundo. La intervención pública que consistió en construir un horno de pan en una plaza, hornear el pan y repartirlo, fue realizada en el marco de la exposición Arte e ideología que fue censurado 48 horas después de iniciarse, en la Plaza Roberto Arlt de la ciudad de Buenos Aires, durante la dictadura de Alejandro Lanusse.
"La obra de Grippo tiene muchas lecturas en torno a la transformación: desde la vida y la muerte a la energía química de los alimentos, pasando por la alquimia. Mi intención desde el proyecto curatorial que en principio fue aprobado por su familia y luego seleccionado por Bienalsur, fue la de poner en relieve dos instancias de la obra en relación a la alimentación", explica el curador.
El ritual comunitario de la alimentación, de compartir el pan, "tiene muchos links con los momentos de crisis social como en el 2001 o en la actualidad, donde florecen las ollas populares y el gesto comunitario de la alimentación como una respuesta ante el desamparo", dice.
"La industria alimenticia es una de las mayores destructoras del medio ambiente, por lo cual con 'Naturalizar al hombre, humanizar la naturaleza', se propone una nueva relación del hombre y su entorno desde las investigaciones y el sistema telúrico y ancestral que va generando -indica Godoy-, (Grippo) plantea la tesis de que nos fuimos alejando mucho de una relación estable y armónica".
El arte transformador
En el caso de la obra "La comida del artista" indaga sobre el papel del arte como transformador: "¿Qué es lo que tiene que hacer un artista en un contexto de emergencia, de crisis cuando ni siquiera puede tener su propio alimento? ¿Cuál es la misión del artista?", apunta sobre la obra de 1991 creada después de la hiperinflación, y el menemismo.
"Entonces da un poco cuenta de esa crisis que tiene el artista a la hora de producir sentido", dice Godoy, lo vincula con el principio de la pandemia y la pausa que castigó al sector artístico. "Esa es la pregunta: ¿Cuál es el trabajo del artista?, ¿qué es lo que aporta? y la respuesta es el horno, lo comunitario. Lo que tiene que hacer un artista es tender puentes hacia lo comunitario, que no necesariamente tiene que ser construir cosas masivas", explica.
Godoy conoció la obra de Grippo a partir del catálogo publicado por el Malba en 2004, al que define como "un texto de referencia muy fuerte". También destaca que conocer al artista conceptual lo "movilizó mucho" por el modo en que "plantea la producción artística como un oficio. Eso está muy asociado a mi modo de escribir, a mi modo de vincularme como escritor con la escritura. Grippo siempre fue una referencia, un faro", explica.
Godoy asocia a la curaduría "más que a la escritura de ficción, a la construcción de una hipótesis de sentido a partir de la escritura de una nota. Un buen proyecto curatorial es un buen artículo, una buena nota que une links, que te propone un viaje de sentido entre diferentes objetos y que en ese recorrido te está mostrando una construcción sólida de un nuevo producto", concluye.
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