La organización Don Ito está presente en los barrios de Junín desde hace tiempo y mantiene un trabajo constante en el marco de la problemática del hábitat.
A ello se suma también la labor que vienen realizando en lo que respecta a niñez y adolescencia.
En ese sentido, actualmente se encuentran trabajando con la Casa de Abrigo F. Legarra y la Casa de Contención.
Ambas instituciones, dependen de la provincia de Buenos Aires y son de vital importancia, no solo en su función, sino especialmente en el contexto de la pandemia que se atraviesa hoy.
Instituciones
Pablo Rodríguez, voluntario de Don Ito, destacó: “Desde la organización estamos muy felices del trabajo que realizan los chicos de ambas instituciones. Son ámbitos que se han convertido prácticamente en indispensables para nuestro voluntariado. Somos muy felices compartiendo y transmitiendo nuestra pasión por el voluntariado”.
En el Centro de Contención, según indicó, “se realiza un amplio abanico de actividades. Son chicos más grandes y realizan tanto talleres de panificación como tareas en la comunidad. Esas tareas van desde acompañarnos a brindar talleres en los barrios hasta realizar alguna olla o con actividades de huerta o construcción”.
Por su parte, explicó Rodríguez, “los niños y jóvenes del Legarra, preparan pastas y facturas. Anteriormente, junto a Gabi preparaban bijouterie y algunas actividades relacionadas al arte”. Ahora buscan darle una impronta solidaria y comunitaria.
Brindar herramientas
Según cuenta su referente, “Don Ito se ha relacionado con varias instituciones que presentaban a jóvenes en situación de vulnerabilidad social y siempre han obtenido excelentes resultados”.
“Los pibes con los que trabajamos siempre están predispuestos a dar una mano y a hacer algo para la comunidad, le ponen mucho entusiasmo y compromiso a la tarea”, explicó.
El fin de los talleres “es transmitir el voluntariado, pero también se brindan herramientas que luego los pibes se llevan”.
Rodríguez destacó el trabajo que realizan, a través de una historia real: “Hace unos días me escribió un joven de Moreno, al que conocimos en el Centro de Contención, me comentó que estaba haciendo bizcochitos y pizzas para vender, que ahora iba a sumarles las medialunas que había cocinado aquí junto a nosotros para los merenderos, y que eso le permitía hacerse unos pesos extras. Es un claro ejemplo de que más allá del voluntariado también hay una capacitación que luego pueden utilizar como herramienta para una salida laboral”.
En esa línea remarcó que “es necesario, que estos chicos se hagan de herramientas antes de salir, que puedan nutrirse de contenidos para su presente y futuro, que se formen y puedan reinsertarse. Pero también es urgente que la sociedad que los vuelve a recibir cambie, hay que terminar con la fuerte estigmatización y discriminación que existe; debemos incluir y abrazar a estos pibes y pibas para que puedan salir adelante.”
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