Lola Barrios Expósito: “El escenario es mi lugar en el mundo”
Bragadense de nacimiento y juninense por adopción, lleva adelante extensa y notable carrera como cantante lírica y popular. Además, es profesora en el Conservatorio local. “El canto es el modo más genuino que tengo de comunicarme”, afirma.
Lola Barrios Expósito afirma que la música la acompañó siempre. Ya en sus primeros años, en su Bragado natal, cuando vivía en el campo, eran moneda corriente las reuniones familiares que terminaban en guitarreada. También andaban por allí sus abuelos paternos que tocaban y cantaban tangos y valses criollos, y los maternos, que llevaban el flamenco en la sangre. Y un wincofon como parte del mobiliario, del que podía salir melodías desde Los Wawancó hasta Horacio Guarany.
La primera vez que cantó en público tenía catorce años. Fue en una cena del taller literario al que concurría, en la que estaba nada menos que Edgar Rubino, y allí hizo un tango a capella. Fue el primer paso de una larga carrera que siguió con su participación en peñas y luego, por consejo de un amigo, estudiando canto en el Conservatorio de Chivilcoy.
“Nunca tuve el prejuicio de tener que encajar en un género”
La gran ciudad
Lola se recibió de profesora de canto a los 21 años y se trasladó: quería continuar con su formación, pero también participar de la movida porteña: la noche, las peñas, los café concert, conocer a músicos y poetas que eran sus referentes. “Me fui en busca de eso y lo encontré”, afirma. Es que se contactó con artistas de la talla de Hamlet Lima Quintana, Armando Tejada Gómez u Horacio Ferrer.
Al mismo tiempo, empezó a cursar en el Conservatorio Nacional, pero trabajaba diez horas por día en un bar, lo que le impidió seguir cursando. Por eso, su formación continuó con maestros particulares.
En 2001, grabó su primer disco, con músicos como Néstor Basurto, Roberto Calvo y Daniel Maza, aunque finalmente ese trabajo no fue editado en su momento por falta de dinero y ahora, con la pandemia, lo volvió a escuchar y decidió publicarlo bajo el título “En este cielo”.
En 2003, comenzó a dar clases en los conservatorios de Mercedes y Junín, adonde asumió las cátedras de canto.
Mientras tanto, los escenarios y las presentaciones se fueron sucediendo. En 2009, grabó su segundo disco, que estuvo un tiempo en las plataformas virtuales y luego tuvo que darlo de baja. En el corto plazo lo va a volver a compartir porque, dice, “es un discazo” con música latinoamericana.
“Yo vivo en la música desde que tengo memoria y mi vida es el canto. Es el modo más genuino que tengo de comunicarme. El canto es lo que soy”.
En 2012, grabó con Martín Kieffer un disco que se llamó “Vuelo con Escalas”, un trabajo “que está vertebrado por Piazzolla”, en el que también hay canciones francesas, argentinas y hasta Summertime de Gershwin.
Viajes por el país a través del programa Cultura Nación y presentaciones en lugares tan disímiles como la Embajada de Paraguay, el Festival de Cosquín, el Teatro Cervantes o Señor Tango fueron algunos de sus pasos como artista.
Respecto a su carrera en Buenos Aires, señala: “Fue más o menos por los mismos lugares, nunca tuve el prejuicio de tener que encajar en un género. Yo canto lo que siento que puedo hacer propio porque, como soy una intérprete, no soy compositora, a mí me conmueve tanto una canción popular o un tema de Jaime Dávalos, como una obra de Schumann o de Verdi”.
Es que, a la par de la música popular, también siguió haciendo lírico.
A Junín
Relacionada con Junín por su tarea como docente, cuando formó pareja con el pianista Martín Kieffer -por entonces músico y hoy, además, director del Conservatorio- su vínculo con la ciudad se hizo más fuerte. Tanto que, en 2015, embarazada de ocho meses, decidió desalquilar el departamento porteño e instalarse en nuestra ciudad. “Estaba cansada de viajar todas las semanas”, afirma.
Para ese entonces, Junín la había adoptado y ella ya se sentía parte de este lugar.
“Yo canto lo que siento que puedo hacer propio”
Actualidad
En tiempos de pandemia, Barrios Expósito está muy activa, más allá de las dificultades. “Sé que tengo el privilegio de haber hecho una carrera que me permite trabajar y sostenerme, que es el profesorado de canto -explica-, no sufrí tanto lo material como sí le sucedió a muchísimos otros compañeros que la están pasando y la han pasado realmente mal. Lo mío es un trabajo estable y lo agradezco cada día”.
No obstante, remarca que en su desarrollo como artista “se perdió el contacto humano, que es lo que a uno le permite sentir que está viviendo la música”. Según dice, “eso se extraña y se siente mucho”. Aunque, al mismo tiempo, suceden otras cosas: “En mi caso pude producir muchísimo en este tiempo, porque pude hacer muchas cosas de manera remota: hice una producción audiovisual, grabé tres canciones a capella que van a salir en mis canales de YouTube y Spotify, hice un tema a dúo con Fabián Miranda acompañados en guitarra por Roberto Calvo, que es el compositor, o sea que a mí me despertó la cuestión más tecnológica que no utilizaba tanto. Así que algo me enseñó este tiempo”.
Un tiempo, en definitiva, para seguir manteniendo viva la llama de la música con la pasión de siempre: “Sacando el amor más primario de mi familia y mis seres queridos, la música es todo para mí. Yo vivo en la música desde que tengo memoria y mi vida es el canto. Es el modo más genuino que tengo de comunicarme. El canto es lo que soy”.