El que no arriesga no gana, dice el conocido refrán que tal vez funcione como una de las motivaciones que hacen que, aun en un contexto de marcadas restricciones y dificultades impuestas por la pandemia de Covid-19, haya emprendedores que invierten en abrir un negocio o crecer en el que ya tienen.
Desde el impulso de un pequeño emprendimiento, hasta la inauguración de un local o la ampliación de una pyme o una gran empresa, en Junín hay varios ejemplos de iniciativas que apuestan a crecer en medio de un escenario de incertidumbre.
Convocados por Democracia, algunos de ellos cuentan cómo fue su experiencia.
“Apostar a un proyecto”
Valentina de Dio, Florencia Pasqualini y Mariano Gentilucci son socios de una consultora de emprendedores y quisieron poner en marcha otro proyecto anclado a sus convicciones de apostar por un mundo mejor y un entorno ambiental más amable.
Así surgió Consumo Responsable, un negocio que comercializa artículos que tienen un triple impacto: social, ambiental y económico. “Cada vez que alguien elige algo de esta tienda, va a ser un producto que tiene como fin la integración de personas que están en situaciones de vulnerabilidad, a través de la mano de obra; que puede ser realizado con materiales reciclados de industrias o de descarte; y también busca generar una economía de este tipo de productos para que puedan tener más desarrollo y que existan más emprendimientos que apuesten a cuidar el medio ambiente, generar oportunidades de trabajo y demás”, explica Gentilucci.
Ropa, juguetes, carteras, artículos de bazar, zapatillas, velas, filtros purificadores de agua, botellas recargables, son algunos de los productos cruzados por esta transversalidad: “Uno puede adquirir, por ejemplo, unas zapatillas que las hicieron en el penal de Córdoba y con esto se les da trabajo a personas que están en prisión, al mismo tiempo las suelas están hechas con cubiertas recuperadas de basurales, y el que las compra apoya, en definitiva, a un emprendedor que está cumpliendo con esa misión: rescatando un residuo y dando trabajo a gente que está en situación de vulnerabilidad”.
Aun cuando las expectativas pasan porque el proyecto tenga alcance regional y hasta nacional, para Valentina, Florencia y Mariano emprender en el medio de la pandemia no fue sencillo. “Entendemos que no era el contexto propicio -admite Gentilucci- acá uno necesita del intercambio con el cliente, tenemos que explicar bien qué hay detrás de cada producto para que la gente tome la decisión de comprarlo”.
No obstante, se lanzaron en esta aventura “por la convicción de apostar a un proyecto que interpele cuestiones como cambio climático, consumo responsable y demás”. Gentilucci aclara que la iniciativa tiene un soporte muy fuerte en el canal online, algo clave en este escenario de restricciones.
Para arrancar, los tres socios hicieron una inversión que surgió de sus ahorros y préstamos de familiares.
“Tenemos una convicción absoluta en la propuesta que tenemos. Hace un año y medio que estamos en pandemia y seguimos apostando a encontrar las oportunidades, porque sentimos que hay muchas cosas que se pueden hacer y que hasta te pueden dar una ventaja: el comercio online, la comunicación, el manejo de redes, la gestión de negocios. A veces, hay que tener timing en los negocios para entrar primero”, concluye Gentilucci.
“Todos la estamos remando”
Cuando tuvieron a su hijo, Debra Pedrosa y Matías Vaquero decidieron que debían irse de Mar del Plata a un lugar en el que pudieran tener “una vida más tranquila” en un entorno más amigable para la crianza del niño. Él, que es licenciado en Seguridad e Higiene, dejó su puesto en la fábrica y ella renunció al comercio donde trabajaba para reiniciar su vida en Junín.
El hermano de Debra, que comercializa carne desde hace más de veinte años en Salto, les propuso abrir una carnicería en nuestra ciudad. El resultado: el lunes pasado abrió sus puertas La Ternerita.
“Esta es una iniciativa familiar, porque tuvimos el acompañamiento de mi hermano que, como inversión, ya había comprado heladeras y equipamiento, así que nos hace una financiación para instalar la carnicería. Para nosotros hubiese sido imposible hacerlo solos”, señala Pedrosa.
“Mi otro cuñado, que es técnico en refrigeración, fue el que nos hizo toda la instalación de las heladeras -agrega Vaquero-, otro nos ayudó a pintar. Es decir que todo fue en familia”.
Para la joven pareja, fue un desafío emprender en pandemia: “Es difícil. Y ahora se complica más por los horarios, vemos que la mejor hora es la que tenemos que cerrar, así que nos vamos a tener que acostumbrar a esto hasta que vuelva la normalidad anterior, como para estar más tranquilos”.
Es que mientras preparaban el local, hace más de un mes, veían mucha gente circulando por la zona. Pero con el aumento de las restricciones, eso cambió notablemente. No obstante, siguieron adelante.
“Estamos contentos, porque vemos que la gente apoya al que emprende, nos desean mucha suerte y se ponen contentos porque no había una carnicería en el barrio. Está bueno que, entre nosotros, con la misma gente, nos motivamos porque nos vemos como pares. Estamos en el mismo barco y todos la estamos remando”, señala Debra.
A su lado, Matías agrega: “Los comercios del barrio, como la confitería o la panadería, siempre nos recomiendan y también nos tiran buena onda. Nos apoyamos entre nosotros porque está difícil afuera, esa camaradería es muy linda”.
“Arriesgarse a algo nuevo”
No solo los pequeños emprendedores arremeten en este tiempo. También hay firmas más grandes e instaladas, como El Tigre, que avanza en plena pandemia.
Ya unos meses antes de la cuarentena habían arrancado con una unidad de negocio de distribución y ahora sumaron franquicias.
Se trata de Ferrexpress, una propuesta cuyo concepto es “una atención rápida, porque la gente anda con los minutos contados a partir de la reducción de los horarios, pero sin perder la buena atención y el asesoramiento”, de acuerdo a lo que explica el empresario Lucas Maroscia.
La idea empezó a tomar forma y, aun sin difusión, ya hay dos locales a punto de abrir: uno ubicado en el barrio Bicentenario, que se inaugura esta semana, y otro en Villa del Parque, que estará listo para los primeros días de julio.
Maroscia cuenta quiénes son los que se animaron a invertir en plena pandemia: “Uno de ellos estaba trabajando en una empresa de Junín y quería independizarse, entonces pensó en poner su propio negocio. La otra persona tenía un empleo que le demandaba mucho tiempo y quería otra cosa. Ambos decidieron apostar a algo diferente. Tiene mucho valor arriesgarse a algo nuevo en medio de esta situación”.
Más allá del contexto, Maroscia relativiza las oportunidades que hay para invertir: “El emprendedor argentino sabe que en este país nunca es el momento adecuado. La realidad es que uno no sabe cómo va a estar mañana y hay veces que hay que jugársela. Nosotros abrimos en diciembre de 2001 y a base de sacrificio pudimos ir armando una marca, y eso lo ven los que se están sumando, que también es gente muy emprendedora”.
El proyecto de franquicias no se agota ahí para Ferrexpress. “La idea está apuntada a un proyecto regional y provincial”, afirma Maroscia, para luego ampliar: “Tenemos un interesado para una ciudad de la zona, que podría darse en agosto, y también está el caso de un corralón de Arrecifes que quieren armar allí un sector de ferretería, y ahí podríamos entrar nosotros con una unidad de negocios más chica”.
“Acostumbrados a apostar”
Perkusic avanzó en tres etapas de inversión durante la pandemia: se hizo un salón de exposición del área de aberturas y construcción en seco, reformaron el sector de atención al público de Aceros Perkusic, y ahora están construyendo una nave grande donde van a trasladar la fábrica que está en Alberdi. Este último es un proyecto que arrancó hace seis meses y va a demandar un año, aproximadamente.
En el caso de esta firma, la expansión se da por una causa específica, como explica Claudio Perkusic: “Los proveedores de materiales tuvieron muchísimos problemas de entrega en este tiempo y fuimos vendiendo más productos de los que pudimos reponer. Entonces, ese excedente de recursos lo destinamos para hacer otras inversiones”.
Para el joven empresario, “había que pensar qué hacer con esa, y ponerla en un plazo fijo no sirve, porque perdés contra la inflación”.
Con todo, Perkusic puntualiza que invertir en este contexto también es una apuesta: “Uno siempre tiene una leve esperanza de que esto pueda llegar a mejorar en algún momento. Aunque el paso del tiempo hace que se vayan perdiendo estas esperanzas. Nosotros estamos acostumbrados a apostar, a crecer, más allá de la situación económica”.
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