Facundo Manes: “La discusión hoy es la educación”
El prestigioso neurocirujano visitó Democracia y se refirió a la importancia del conocimiento en el crecimiento de Argentina. “Acá invertimos en investigación y desarrollo lo mismo que Senegal, entonces, ¿por qué vamos a vivir como Francia?”, apuntó.
-Su visita es en el marco de la interna radical. ¿Qué le aporta Adelante Buenos Aires al radicalismo?
- Estoy muy contento de que personas como mi hermano (Gastón Manes) y como Maxi Abad estén haciendo esta patriada de reconstruir, en cierta manera, un nuevo radicalismo para que sea la estructura que permita convocar a todos, para cambiar la decadencia crónica que vive hace mucho tiempo nuestro país. Nadie puede tirar la primera piedra, acá en Argentina, un país que en 1895 tenía el mayor ingreso per cápita, que teníamos una de las redes de ferrocarriles de las más avanzadas del mundo y que teníamos el primer subterráneo en América Latina. Vemos una involución.
Ahora tenemos el mismo ingreso per cápita que en 1974: casi medio siglo perdido. En 1970, la economía argentina era más grande que la de Brasil. Hoy San Pablo y sus alrededores tienen una economía mayor que la nuestra. O sea: ¿cómo cambiar esta decadencia crónica? Teniendo visión estratégica, un shock educativo, científico y tecnológico.
Ese es el mensaje que tiene Gastón y Maxi. Para eso hay que construir un tejido que convoque a todos los argentinos. No se puede hacer solo con el radicalismo, que nos permita salir de esta sensación de tristeza de ver que cada día estamos un poco peor.
- En la última recorrida en Junín, Gastón (Manes) dijo que había que hacer una revolución ética. ¿Es así?
- Yo coincido en que no se puede cambiar la decadencia crónica de Argentina con las mismas prácticas. Las prácticas que todos conocemos nos llevan a esto: a que la mitad de los adolescentes vivan en la pobreza y a que los argentinos se quieran ir del país. Pero, además de cambiar la matriz productiva porque el país no produce la riqueza para los 45 millones, hay que tener valores éticos y morales. Se trata de generar más ciencia y tecnología y vincularlas a la producción, pero no solo hay que apostar al conocimiento sino hacer una revolución ética y moral. Y Gastón representa eso.
- En general, la dirigencia de la Argentina no ve más que su nariz y esto es a largo plazo…
- Yo soy médico y te voy a responder como tal. En un hospital, por ejemplo, hay emergencia si hay hemorragia o un infarto o traumatismo de cráneo. Está la emergencia, pero el hospital es mucho más que eso: es maternidad, es prevención, es educación a la comunidad, etc. Pero si Argentina fuera un hospital, sería la guardia solamente.
Claramente, acá hay que hacer un plan de estabilización de economía. Eso es confianza y consenso. Debe haber un plan estratégico de crecimiento del país, que hoy no hay.
Tenemos que recuperar el sentido de Nación. En Argentina no asociamos que el bienestar de los demás está asociado a nuestro bienestar. Es un sálvese quien pueda. Es como un Titanic que se está hundiendo y cada familia quiere salvarse.
El plan estratégico lo tenemos claro, es como en los países que se desarrollaron y no es que lo hicieron y luego como hobby invirtieron en la nutrición de los chicos, en los cerebros de los chicos, en la educación, la ciencia y la tecnología y lo vincularon a la producción. Justamente, si lograron desarrollarse, es porque invirtieron en eso. Acá invertimos en investigación y desarrollo lo mismo que Senegal, entonces, ¿por qué vamos a vivir como Francia?
- ¿Qué pasa con el cerebro colectivo del argentino? Disociado, ¿no?
- Bueno, estamos ante una grieta que no ayuda a un cerebro colectivo, sino que lo empobrece, nos hace más brutos. Necesitamos líderes que nos unan, que no dividan. Que nos lideren con la esperanza, no con el miedo. Soy optimista porque recorro la Argentina. Llegué al país en el 2001, desde Inglaterra y Estados Unidos, primero estuve tratando de educar, con el estudio moderno del cerebro para los procesos mentales. La única arma que yo tuve para levantar la autoestima y perseguir mis sueños fue la educación.
Durante mucho tiempo creí dos cosas que son mentiras: que tenemos grandes recursos naturales y que somos un país en vías de desarrollo.
Lo cierto es que estamos en el lugar 47° en el mundo de recursos naturales per cápita. Y aunque fuésemos primeros, recursos naturales no es el primer motor de la economía. Tres países africanos exportan cacao y ninguno tiene impacto en la industria del chocolate. Bélgica no tiene cacao, Suiza no tiene cacao, pero tiene científicos, diseños, marcas, geopolítica, instituciones, ética y gana más plata que los que producen cacao.
La otra mentira es que estamos en vías de desarrollo. Desde los cinco años escuché eso y tengo 52 años y todavía no nos desarrollamos. Para desarrollarnos tenemos que invertir en el cerebro de la gente. No hay más riqueza que el cerebro de los argentinos en la nutrición. La desnutrición o mal nutrición (déficit de vitaminas, ácido fólico, obesidad) en Argentina viene desde hace mucho tiempo. Si el 50 por ciento de los chicos son pobres, aunque le den algo material, no pueden salir porque está atrapado en sobrevivir. No tiene los recursos cognitivos para pensar a largo plazo. Por eso somos pobres como sociedad, no podemos pensar a largo plazo.
Somos pobres porque no invertimos en ciencia y tecnología, no vinculamos el conocimiento con el sector productivo. Por lo tanto, no estamos en vías de desarrollo ni tenemos tantos recursos naturales.
Hay que cambiar esa mentalidad, como lo hizo Raúl Alfonsín en 1983, quien dijo que la democracia era el camino, y si bien era radical, convocó a socialistas, peronistas y todo el mundo quería la democracia. Hoy necesitamos un paradigma similar. El paradigma es el conocimiento y no estoy hablando en abstracto. La discusión económica en el mundo hoy es la educación, los sistemas educativos, la inversión en ciencia y tecnología y la vinculación con el sector productivo.
- Dicen que el problema de la dirigencia es la cobardía, la corrupción o la ineptitud, o las tres cosas juntas.
- Todo el mundo habla de esto: ¿qué nos pasa? Creo que los argentinos estamos muy obsesionados con el pasado y debemos ver el futuro. El tema es que por ahí no se discuten las ideas, por eso te agradezco a vos estas preguntas. Estamos hablando de ideas. También soy optimista, primero porque recorro el país y veo muchos jóvenes que no se quieren ir. Tenemos deuda de inspiración con ellos. Los jóvenes tienen que ser protagonistas de esto.