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Hace 16 años que Fernando Chiófalo es presidente de Sarmiento, en una gestión exitosa en lo deportivo e institucional.
PRESIDENTE DE SARMIENTO

Fernando Chiófalo: “Creo que hay un antes y un después de esta gestión”

El dirigente deportivo repasa su exitosa administración en el Verde, un club al que tomó “en convocatoria y con un pedido de quiebra” y lo llevó a la máxima categoría del fútbol argentino, al tiempo que se consolidó un gran crecimiento institucional y en infraestructura.

El vínculo de Fernando Chiófalo con Sarmiento comenzó antes, incluso, de su propio nacimiento: es que su papá lo hizo socio el 1° de noviembre de 1970 y él nació 24 días más tarde.
Desde allí, su vida estuvo teñida de verde: vivió el ascenso del 80 en los hombros de su padre, siendo un adolescente compartía con los jugadores viajes y reuniones en la vieja pensión de Gandini y Borges, fue miembro de comisiones directivas y con solo 34 años asumió como presidente del club, en una gestión de enorme éxito que continúa hasta hoy y que no solo obtuvo laureles deportivos -con dos ascensos a Primera incluidos- sino también un gran crecimiento institucional y en infraestructura.

“Un dirigente tiene que tener coraje para tomar decisiones”.

De dirigente a presidente
Después de pasar algunos años en La Plata, donde se graduó como ingeniero agrónomo, Fernando Chiófalo regresó a Junín y enseguida fue convocado por Marcelo Ferrari para participar de la comisión directiva que iba a presidir. Fue vocal por dos años, luego se mudó a Nueve de Julio por cuestiones laborales y volvió en 2003, año en el que se sumó nuevamente a la dirigencia de Sarmiento, ahora encabezada por Arnoldo Puchetta.
Finalmente, en 2005 asumió al frente de la institución. “Toda la vida dije que iba a ser presidente de Sarmiento, pero nunca me imaginé que iba a serlo a mis 34 años”, señala.

“Me gusta la dirigencia deportiva pero no la política”.

Crecimiento
La situación al asumir estaba muy lejos de ser la ideal. “Me encontré con un club descendido a la B y con un enorme desorden -explica-. La primera etapa fue muy dura porque había más deudas que otra cosa y la institución tenía cero credibilidad, no tenía una cuenta corriente abierta, se le debía a mucha gente, así que tuvimos que acomodar los números, algo que nos llevó dos o tres años”.
Según dice, todo se pudo “con mucha gestión y recuperando la confianza”.
Enseguida se vio que uno de los objetivos era el desarrollo en infraestructura. “Para mí, esa es la base de todo crecimiento”, afirma Chiófalo. Se comenzó con las canchas de tenis, después los consultorios médicos, el restaurante. A los cuatro o cinco años empezó la ciudad deportiva, se hizo a nuevo el gimnasio de vóley y se hizo un aporte muy importante para las canchas de hockey. También se gerenció durante una década el Club de Campo, donde se invirtieron muchos recursos, para luego desarrollar el Centro de Alto Rendimiento, en un predio de catorce hectáreas con diez canchas. En el medio, después del ascenso de 2014, se hicieron los palcos, las cabinas nuevas y una nueva tribuna en la cabecera.
“Creo que no debe haber un club de Nacional B y son muy pocos los de Primera que tengan una infraestructura y el predio de entrenamiento como la de Sarmiento”, asegura Chiófalo.

Lo deportivo
En la primera etapa de Chiófalo como presidente, a Sarmiento le costó en lo deportivo y estuvo varios años hasta que pudo ascender al Nacional B. De hecho, perdió una oportunidad increíble en el año 2010 y a eso le siguió en una amenaza telefónica a las hijas del presidente del club, lo que derivó en que toda la comisión directiva presentara. Pero una gran manifestación popular de apoyo a la dirigencia hizo rever la decisión.
Al año siguiente se concretó la llegada al Nacional B y, en 2014, el club volvió a Primera, algo que se volvió a repetir este año (había descendido en 2017), luego de jugar tres finales sin poder conseguirlo.
“Los dos ascensos a Primera fueron distintos -explica Chiófalo, en 2014 podían subir diez clubes y se aprovechó una oportunidad y en este último caso salimos campeones de la segunda categoría del fútbol argentino, fue algo magnífico porque es una estrella más que se suma en la historia. Me parece que marcamos una diferencia desde que descendimos hasta que volvimos a ascender, porque en ese tiempo disputamos todas las finales. Creo que eso es lo más importante, no creo que haya otro caso de un equipo que durante tres años juegue todas las finales de su categoría. Mantenerse fue una consecuencia de creer en un proyecto institucional y un proceso”.

“Casi la mitad de mi vida caminé los pasillos del club, le dediqué casi el mismo tiempo que a mi actividad profesional o a mi vida privada”.

Dirigente
Al momento de pensarse como presidente de una institución tan grande como Sarmiento, con un presupuesto millonario y que tiene más de cien empleados, Chiófalo señala cuáles son las claves de su administración: “Fundamentalmente, mucha gestión. Un dirigente tiene que tener coraje para tomar decisiones y para enfrentar estructuras muy importantes”.
Esta gestión exitosa lo posicionó en otros ámbitos y por eso le llegaron ofertas para participar en política. “No me atrae para nada -aclara-, me gusta la dirigencia deportiva pero no la política, considero que no tengo pasta y no creo que me dedique a eso”.
Finalmente, mientras trabaja para que el club “pueda aferrarse al fútbol de elite para solidificar su crecimiento y acentuar su proyecto”, explica cuál es el lugar que ocupa Sarmiento en él: “Es una parte muy importante. Casi la mitad de mi vida caminé los pasillos del club, le dediqué casi el mismo tiempo que a mi actividad profesional o a mi vida privada. Y es como haber visto crecer a un niño, porque cuando nosotros agarramos el club había estado gerenciado, en convocatoria y con un pedido de quiebra. Creo que hay un antes y un después de esta gestión”.

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