Una identidad generacional

Esta generación de nativos digitales, precisamente, se diferencia de las anteriores porque no han tenido que realizar ninguna adaptación, ninguna formación con respecto a los medios digitales, sino que nacieron inmersos en ella. Este aspecto claramente condiciona un estilo de vida, atraviesa su subjetividad y marca un estilo de comunicación que tiene sus características propias. 
La hiperconectividad es la característica principal, mediante los canales de información como son los móviles y los ordenadores, (con internet) que se convierten como en una “extensión de su propio cuerpo” a través del cual pueden llegar al mundo entero, dialogar con otras personas que están a kilómetros de distancia, alcanzar información global, etc. 
¿Cómo no pensar en una dependencia de la tecnología, si naturalizaron que ella es parte de su propia cotidianidad? 
A partir de esto, observamos una identidad generacional, ligada a la inmediatez, ya que se pueden comunicar en términos de segundos, obtener datos de su interés en forma rápida, encontrarse muy rápidamente en simultaneo con un gran número de personas a través de las redes sociales, utilizando además un lenguaje propio, que solo los que forman parte de esta generación muchas veces comprenden. 
También el lenguaje visual ocupa un lugar central, hasta en la expresión de las emociones, con un emoticón, por ejemplo, con el que se expresa lo que se está sintiendo.  
No obstante, cabe aclarar que todas las generaciones tienen un lenguaje propio, con palabras y frases propias. 
Esto también lleva a pensar cómo inciden las relaciones sociales virtuales, en el estilo de vínculo, partiendo de que la imagen digital es lo que primero ve el otro, pero a partir de lo que se quiere mostrar, haciendo una selección del contenido. Es decir, si pensamos en generaciones anteriores, el encuentro con un otro, ya sea de amistad, de pareja, implicaba que había filtros que no eran posibles. Hoy hasta el espacio virtual se convirtió en un espacio social por excelencia, lo que nos advierte o debería advertirnos de un posible peligro para la salud psíquica de los sujetos, ya que, de ninguna manera, lo virtual debe reemplazar a lo real. Nos olvidamos de esto, cuando las experiencias vividas muchas veces parecen que existieron solo si son publicadas.

Psicóloga Micaela López