Los profesores del Ballet Tierra Madre, María Eugenia Alvear y Matías Gallardo, comenzaron recientemente con una nueva disciplina para sus alumnos, en este caso mujeres.
Se trata del malambo femenino, un baile especialmente masculino que cobró notoriedad también en el mundo de la mujer y son muchas las que ya se animan a incursionar en él.
Según Gallardo, “en la actualidad resurgió mucho este baile en la mujer. Hace dos años se inauguró el Festival Nacional de Malambo Femenino y la mujer está logrando avanzar en un terreno nuevo para ella pero que puede resolver muy bien. Las mujeres se desempeñan muy bien con los movimientos”, detalló el profesor y bailarín.
“Estamos trabajando y dándoles espacio, que pueden resolver de manera espectacular”.
Según explicó “hay grandes talentos, mostrando cada vez mejor el arte de la mujer”.
En el nuevo grupo de mujeres que se sumó a los ensayos, “están las que bailan hace mucho pero el malambo es nuevo. Hay algunas que conocen el ritmo o zapateo básico, pero entrar al malambo ya requiere de una mayor preparación y desenvolverse en cuanto a postura, la síncopa, la fonética y el trabajo de este malambo sureño que es distinto”, contó. “También se trabaja mucho el equilibrio y para muchas alumnas es como empezar de cero. Otras tienen recursos”.
Las horas de ensayo pueden ser largas, pero según Gallardo “el arte lo requiere. Es el tiempo para la preparación física y artística”.
De hecho, hizo hincapié en que a la ciudad, en ese aspecto, “le falta resurgir. En la preparación y en el trabajo para poder salir hacia afuera. Eso tratamos de inculcar a las mujeres y también al ballet, siempre brindando lo mejor en cuanto a lo técnico para poder mejorar y salir, más allá de la ciudad”.
Cabe destacar que desde septiembre, el Ballet retomó las actividades: “Volvimos con ensayos y clases, manteniendo los protocolos y pensamos estrategias en el marco de la pandemia”, indicó María Eugenia.
“Así surgió el uso del bombo o la inclusión de los malambos, en este caso con las chicas, malambo sureño -por eso se realiza descalzas-”.
El malambo
Según destacaron los docentes, tradicionalmente en sus orígenes, el malambo era una especie de contrapunto entre dos gauchos. Con la evolución se fue llevando a los escenarios y las competencias y se volvió una danza de proyección, con estilización, si se quiere, del bailarín. Pero masculina.
“No hay documentación histórica que indique que la mujer haya zapateado. O no lo hizo o no sabemos”, aseguran.
Hoy al malambo femenino se lo considera una estilización, una manifestación artística escénica, derivada de la danza masculina tradicional que es el malambo.
“Es algo innovador y nuevo y que tiene que ver con la apertura de la mujer en nuevas disciplinas y cobra protagonismo en un ambiente que se consideraba del hombre. Pero hay que cuidar la feminidad de la mujer al zapatear, que no siempre se hace, para que no pierda su condición. Y el malambo sureño permite más esa finura, esa delicadeza y elegancia, que quizás el norteño no tanto”.
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