El mensaje en redes sociales es siempre complejo de discernir y en más de una ocasión hasta peligroso, especialmente para los más chicos y los jóvenes.
La cuestión de la imagen personal prevalece y muchas veces las obsesiones que se pueden generar forman parte de esa estructura que proponen las redes sociales y su apología, muchas veces oculta, de temas tan delicados como pueden ser la bulimia y la anorexia.
En ese sentido, la psicóloga Micaela López se refirió a cuestiones como el ideal de belleza, al traspaso de la televisión a redes sociales como canal de influencia y destacó el rol de los adultos.
“Presión social”
“Los trastornos alimentarios son un tipo de patología muy compleja en la que se encuentran involucradas muchas variables, aspectos psicológicos, biológicos, sociales. Si pensamos en un tipo de personalidad autoexigente, perfeccionista, con baja autoestima y le sumamos la presión social, podemos pensar y dar respuesta al incremento de este tipo de patologías en los últimos tiempos”, consideró López.
Asimismo, destacó que al hablar de “presión social” se piensa en “un ideal de belleza que la sociedad demanda. Ideal que se constituye en un tipo de cultura posmoderna que demanda lo inmediato, la gratificación, la preocupación por lo externo, la importancia del cuerpo, no como una experiencia interna de cómo se sienten los sujetos, sino del cuerpo externo, el que es visto por los otros. Claramente este tipo de cultura está ligada a la cultura de consumo que intenta vender un ideal, promocionando productos y actividades mágicas para alcanzarlo”.
Conductas peligrosas
Según destacó la profesional, “si pensamos en esta problemática en relación con las redes sociales, vemos que en realidad el problema del ideal de belleza y los trastornos en la alimentación es algo que data de mucho tiempo atrás, ya que antes estos mensajes se veían solo en la televisión o en las revistas, pero hoy la cuestión es la velocidad con que se difunde a través de las redes, llegando sin distinción a todos los sectores y edades”.
De esta forma, destaca, “la información falsa o perjudicial, sobre todo en los adolescentes que se encuentran en la búsqueda de su identidad, tiene un gran impacto, ya que un niño o adolescente que se encuentra en una etapa de crecimiento, en un proceso de autoevaluación constante, se verá afectado y más aún si está insatisfecho con su imagen corporal. Esto puede llevar a que realice conductas peligrosas para obtener ese ideal”.
Ideal de belleza
En cuanto a los contenidos que hacen apología a cierto tipo de belleza, López aseguró: “Sabemos de los objetivos de ciertas publicidades, con mensajes subyacentes, que tienen como fin cuestiones económicas, de consumo. Hoy el adolescente recibe permanentemente en su celular publicidades de cuerpos ligados al éxito, prácticas alimentarias que garantizan salud y belleza, por ejemplo, que nadie se pone a averiguar la fuente de la información. Eso es lo que caracteriza a las redes, la rapidez en la difusión de la información, el anonimato del contenido, la multiplicidad de usurarios sin ningún tipo de control, etc.”.
Por eso, es importante poder hacer un buen uso de las redes para cambiar el discurso, considera la profesional y en ese sentido es tajante: “Los adultos somos responsables de lo que trasmitimos a nuestros hijos. Por ejemplo, sería bueno publicitar fotos espontáneas, con cuerpos normales, que reflejen aspectos de la vida cotidiana, sin caer en el perfeccionismo. Transmitir acerca de los patrones normales del crecimiento con un estilo de vida que no ponga en riesgo la salud”.
Y para ello es necesario ser conscientes: “Es necesario en los diferentes ámbitos como la familia, la escuela, hacer explícito lo implícito, siempre a través de la palabra, dando lugar a la reflexión sobre diferentes categorías teóricas como belleza, moda, publicidades y mensajes subliminales, perfección, cuidado del cuerpo, salud”.
Los más vulnerables
De acuerdo con los datos de la Fundación La Casita, dedicada a la lucha contra los desórdenes alimentarios, Argentina es el segundo país a nivel mundial con más casos de anorexia por cantidad de habitantes. ¿Pero de qué se trata concretamente?
La licenciada en Nutrición Agustina Murcho, especialista en trastornos alimenticios, asegura que “los trastornos de la conducta alimentaria son alteraciones y desórdenes mentales que afectan la ingesta y el peso de la persona que los padece. Entre los TCA más conocidos se encuentran la bulimia y la anorexia, en las que se esconden dificultades psicológicas graves y complejas que repercuten en el funcionamiento normal de la vida diaria de la persona enferma”.
“Una persona que sufra un TCA -indica la nutricionista Murcho- podrá recuperarse y llevar una vida normal, aunque siempre se recomienda que el entorno cercano y la misma persona estén atentos a sus comportamientos. En muchas ocasiones, las personas se recuperan pero continúan ciertos pensamientos o conductas en relación con la comida que es bueno observar e identificar, ante una posible recaída. En otros casos, las personas con TCA que nunca hicieron tratamiento son las que tienen una patología más crónica, si bien esto le ocurre a una minoría. La enfermedad debe tratarse desde su todo y, por este motivo, se debe realizar un tratamiento interdisciplinario en el que participe la familia como apoyo y contención. La delgadez extrema y la obsesión por el control de peso hacen que el comportamiento se vea alterado, conducta recurrente en una persona que padece un TCA”.
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