El viernes 20 de noviembre, Carlos Colimedaglia llegó a su oficina sabiendo que iba a ser su último día como fiscal y al ingresar vio que había muchas personas allí: compañeros, colegas, amigos. Fue una sorpresa que le tenían preparada. “De golpe, me encontré con una pila de gente que me estaba esperando para saludarme y me hicieron llorisquear todo el viernes, mil cosas y recuerdos”, dice hoy ante Democracia.
Cada caso lleva detrás un drama que hay que enfrentar. Carlos Colimedaglia. Abogado. Exfiscal.
Entre las evocaciones que vinieron a su memoria, seguro estuvo el esfuerzo de sus padres para que pudiese ir a estudiar, los trabajos de todo tipo que hizo mientras cursaba, sus dos años como meritorio, el tan esperado regreso a Junín y las tres décadas de trabajo ininterrumpido en el Poder Judicial, que en ese momento estaban llegando a su fin.
Abogado
Colimedaglia nació en Junín y se crio en el barrio El Picaflor. Es el menor de dos hermanos, hijos de un empleado ferroviario y una ama de casa. Hizo la Primaria en la Escuela N°22 y el Secundario en el Marianista.
Ya de chico decía que iba a estudiar Abogacía, casi sin saber muy bien de qué se trataba, y a medida que fue pasando el tiempo, con las materias afines que vio en el secundario, se dio cuenta de que realmente le gustaba.
Cuando terminó el secundario, se fue a Buenos Aires y se inscribió en la UBA. “Desde el día en que llegué a Buenos Aires tuve que trabajar, mis padres me ayudaron como pudieron e hicieron todo lo que estaba a su alcance, pero yo trabajé durante toda mi carrera”, cuenta.
Estuvo en un taller gráfico, en Aceros Bragado, en la mutual del Centro de Suboficiales Retirados del Ejército y de la Aeronáutica y hasta puso una tintorería. También pasó dos años como meritorio en un juzgado civil.
Durante un tiempo, ejerció como abogado, hasta que le salió la posibilidad de regresar a Junín.
A Junín
Colimedaglia siempre había tenido la idea de volverse a Junín y en 1990 pudo hacerlo cuando se produjo una vacante en el Juzgado Civil N°4 y fue seleccionado para trabajar como auxiliar letrado. Y si bien al principio pensó que su paso por la Justicia sería transitorio, se sintió tan atraído por esa tarea que allí se quedó. “Me gustó mucho más trabajar desde adentro que de manera independiente, me sentía más cómodo, más pleno, podía ejercer la profesión libremente”, afirma.
Estuvo en el juzgado hasta 1998. Es que a partir de la reforma que se había hecho el año anterior sobre el Sistema Penal, se crearon algunos cargos y así fue elegido, después de concursar, primero como fiscal adjunto y luego como fiscal.
“Empezamos con turnos de diez días cada uno y después pasamos a turnos de un mes -recuerda-. En ese momento nosotros hacíamos solamente la parte de la instrucción y, por otra parte, había fiscales de juicio, que eran la doctora Mirta Monclá y el doctor Ángel Quidiello, que se encargaban del debate oral y público”.
Fiscal
Ese sistema se modificó más adelante, se crearon más fiscalías y se sumaron figuras, como la del ayudante fiscal en las cabeceras de los partidos, lo que fue de una gran ayuda para su trabajo.
Nunca trabajé con base en la repercusión social, soy de perfil bajo. Carlos Colimedaglia. Abogado. Exfiscal.
“Antes era muy intenso porque éramos pocos y abarcamos un territorio muy grande. Además, el trabajo del fiscal fue mutando, aparecieron cuestiones en las que se centró mucho más la atención, como la violencia de género o las drogas cuando se incorporó todo lo que tiene que ver con la venta al menudeo, lo que hizo que se fuera modificando la forma de hacer nuestra tarea”, cuenta.
Por su trabajo, le tocó abordar temas difíciles para la condición humana, como homicidios, violaciones, robos calificados. “Cada caso lleva detrás un drama que hay que enfrentar, pero hay que intentar que eso se esclarezca, porque la sociedad quiere saber quién cometió ese delito tan grave”, señala. Y también tuvo actuación en otros casos de gran repercusión pública, como la instrucción de la investigación que involucraba al exintendente Abel Miguel o defraudaciones de mutuales. “Nunca trabajé con base en la repercusión social, al contrario, soy de perfil bajo y bastante reacio a hablar con los medios”, dice.
El retiro y después
Aunque podría haber seguido trabajando, cumplidos los años de servicio y de aporte, resolvió pedir su jubilación. “Llegó el momento de retirarme -afirma-, ya cumplí un ciclo, hay gente joven que viene con mucho empuje y yo soy partidario de que hay que darles el lugar a las nuevas generaciones. Creo que le entregué todo lo que pude a la Justicia y lo hice plenamente. Me pueden haber salido las cosas mejor o peor, pero me voy con la conciencia tranquila de que di todo de mí”.
A pocos días de su retiro, todavía piensa qué va a hacer en el futuro. “Me estoy acomodando. Me gustaría hacer algo más social, para retribuirle a la comunidad todo lo que me dio a mí y a mi familia”, señala.
Y al momento de hacer un balance, concluye: “Aposté a la carrera judicial y di todo de mí, le dediqué mucho tiempo, a veces en desmedro de mi familia y reconozco que los dejé mucho tiempo solos, que es un poco lo que me pesa. No obstante, coseché muchos amigos en la Justicia, conocí mucha gente linda y el balance es positivo”.
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