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EL CANTANTE HABLA DEL DOLOROSO MOMENTO QUE ATRAVIESA

Jerónimo: “La muerte de mi hija tiene que servir para que la gente tome conciencia”

En una entrevista con DEMOCRACIA contó que Andrea “era una belleza de mujer”; aseguró que el que la atropelló se quiso escapar y que ya tenía infracciones de tránsito; y se lamentó porque el conductor está en libertad.

Sentado en el amplio parque de su casa, en las afueras de la ciudad, Jerónimo posa la mirada en un punto fijo sin encontrar explicaciones a lo que le sucedió.
Recuerda a su hija Andrea, de 21 años, -recientemente fallecida en un accidente de tránsito en Buenos Aires- y admite que está “confundido”.
Sabe que aún no termina de tomar conciencia de la situación, pero asegura sentirse fuerte para contener a su familia y para pelear por la memoria de su niña que ya no está.
“Esto es algo inédito para cualquiera -dice-, porque uno ve que le pasa a los demás y desde afuera no se puede saber lo que le pasa adentro de cada uno. Hay cosas que son anunciadas y que pueden suceder en cualquier momento, pero no a mi niña”.

Andrea

Andrea González Gómez nació en Colombia, pero con sólo 11 años decidió que se quería venir a la Argentina a vivir con sus abuelos. Terminó la primaria en la Escuela Nº 23 y el secundario en el Marianista.
Luego se mudó a Buenos Aires para construir una carrera artística y desde hacía un año estaba estudiando para ser DJ en la Escuela de Música de Buenos Aires (EMBA). Trabajaba como relacionista pública de la famosa disco Crobar, donde también hacía algunas pequeñas participaciones como DJ.
“Ella quería terminar su carrera -cuenta Jerónimo-, ser la mejor DJ, viajar por el mundo, tenía un carisma muy especial y se expresaba sin idiomas, lo hacía con sus gestos, con sus formas, con su simpatía, era una niña transparente. Era una belleza de mujer”.
El día anterior al accidente que terminó con su vida, sus padres estuvieron con ella en Buenos Aires ultimando los detalles de un viaje que debería haber hecho ayer a Medellín.
El cantante todavía guarda en su retina su última imagen: “El miércoles, cuando se despidió de nosotros nos paró el semáforo, cruzó por delante del coche, miró a la mamá, me miró a mí, movió su mano para saludarnos y se fue caminando. Yo me quedé mirándola, con la sonrisa hermosa, la mano levantada, con una camisa blanca y con las luces también blancas que la alumbraban, parecía enorme, con su pelo negro, hermoso, y la vista levantada, es una imagen que no se me quita de la cabeza”.

La noticia

Durante la semana unas cuatro veces habían tenido que ir agentes de la Policía a la casa de Jerónimo porque se le disparaba la alarma, así que cuando llegaron el jueves a la tardecita, no se sorprendió.
Pero esta vez, luego de identificarse, le informaron que su hija había tenido un accidente de tránsito. Con una mezcla de shock, perplejidad y angustia, debieron salir para Buenos Aires.
Aunque sabían que la situación era compleja, aún guardaban las esperanzas de que hubiera ocurrido algún milagro: “Llegamos a la Comisaría Novena a eso de las 11 de la noche, preguntamos por nuestra hija y el oficial de turno nos respondió así sin más ‘está en la morgue judicial’. Mi esposa quedó gritando y mirando al cielo, yo pedí que nos llevaran a verla y nos respondieron que no podíamos hasta el otro día”.
Recién pudieron acceder a verla después de las 16.
Mientras tanto, se alojaron en el departamento de Andrea: “Cuando entramos vimos que estaba impecable, todo arreglado, limpio, la televisión y el aire acondicionado prendidos, porque ella bajó a comprar una tarjeta para su teléfono celular, eso es lo que pudimos deducir porque en el bolso que nos entregó la Policía había una tarjeta del celular sin abrir”.

El accidente

Jerónimo relata que su hija estaba regresando de aquel mandado “cuando aparece este hombre conduciendo un vehículo a una velocidad inapropiada que se estima en más de 60 kilómetros por hora, en una calle de una sola mano, estrecha, donde se debe ir a 30”.
Según cuenta, el conductor “dice que tuvo una descompensación”, aunque él no cree en esa versión ya que hay versiones que indican que habría querido escaparse: “Es abogado y apeló a lo primero que encontró, diciendo que se desmayó, pero no puede desmayarse y a los 5 segundos querer huir. El suceso ocurre en un espacio de unos 25 a 30 metros, tumba un árbol, luego arranca un farol y termina arrasando con el puesto de revista que es el que cae encima de mi niña y le produce la muerte. Yo no sé si intentó huir con el vehículo o se bajó para salir corriendo, pero la gente no lo dejó irse y si no llega la Policía, no sé qué hubiera pasado, porque lo rodearon tres agentes para protegerlo”.
El cuadro, de acuerdo al relato de Jerónimo, era terrible. Al mismo tiempo que se había desatado semejante tragedia, con una joven en gravísimo estado, había gente que se preocupaba por robarse las revistas del puesto.
En ese contexto, el cantante pudo saber que su hija no murió instantáneamente: “Hay una señora que dijo que la escuchó a Andrea pidiendo socorro dos veces, con su voz y mirándola, diciéndole ‘ayúdeme, ayúdeme’, respiró y luego es como que se desvaneció. Al recibir el golpe en la espalda los pulmones se contrajeron y entonces ya no pudo respirar y falleció”, describe con la voz entrecortada Jerónimo.

La causa

Jerónimo denuncia que su hija quedó tirada en la vereda, sola, “como una NN”, a pesar de que tenía su documentación encima, “pero parece que para la Policía no fue relevante”, remarca.
Otra experiencia angustiante fue la que pasó en la morgue. “Cuando uno va a reclamar por un cuerpo, es como si te entregaran un saco de basura”, comenta.
Pasados estos primeros días de perplejidad, ahora continúa el proceso judicial.
“El que atropelló a mi hija está en libertad porque un homicidio culposo es excarcelable -se lamenta-, no me mostraron el vehículo y mi abogado me dijo que ni siquiera presentó los papeles, entonces tampoco hay compañía de seguro. Sabemos que tenía varias contravenciones de tránsito, entre ellas, el ir conduciendo por Avenida Lugones a 140 kilómetros por hora. Lo que uno no entiende es cómo un hombre así puede seguir conduciendo. Yo le pregunté al comisario ¿y ahora cómo sigue esto?, y el me dijo ‘esto pasa a las manos de la Justicia’, ‘¿qué Justicia?’ le pregunté yo”.

El futuro

Jerónimo aún guarda los últimos mensajes de texto que recibió de su hija, cuando antes de que viajara a Buenos Aires le escribió “Papi, llamame”, y “vienen?”. Cuando los muestra no puede evitar que sus ojos se pongan vidriosos.
Asegura que no guarda rencor por lo sucedido aunque se lamenta porque el conductor homicida no se comunicó con nadie de la familia para pedir perdón o para ver si necesitan algo. No obstante, afirma que él lo perdonaría y que su hija también lo haría.
En esta situación, la Fe ha sido un pilar fundamental para seguir adelante: “Con mi esposa entendimos que Jesucristo no es una Religión que te ata, te aísla o te sustrae de lo que el mundo vive, sino todo lo contrario, te introduce mucho más para entender a la gente. No creo que estuviera hablando de esta manera si no tuviese esa creencia y esa seguridad de que mi hija pasó a una mejor vida. No estoy de acuerdo en la forma violenta que murió ni en el corto tiempo que vivió, pero estoy seguro que en el lugar donde esté, está bien”.
Más allá de esto, espera que se haga justicia: “Yo veo grupos levantando pancartas con fotos pidiendo justicia por muertes en accidentes de tránsito y yo espero no ser uno de ellos”.
Además, espera que la muerte de Andrea deje algún mensaje. “Esto debe servir para que se tome conciencia en nuestro país acerca de qué es lo que estamos haciendo, hacia dónde vamos, qué estamos esperando, porque como están las cosas hoy, si tratamos de lavar nuestras culpas culpando a los demás y seguimos en esta cadena de cosas que se suceden cada día, sin que ninguno se haga responsable de lo que le corresponde, el futuro no es nada alentador, aunque vivamos en un país tan rico como este. La gente está buscando algo donde identificarse para que esto cambie, para no volvernos indolentes ante la problemática de los demás”.

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