Las dificultades económicas para las familias, la falta de empleo y acceso a recursos básicos se acentuó a límites inesperados en el contexto de la pandemia, por lo que muchos merenderos, en los últimos meses, implementaron además un servicio de viandas para que a muchas casas en barrios de la ciudad llegara al menos una comida al día.
Referentes de comedores y merenderos de nuestra ciudad aseguran que en muchos casos hubo más familias que requirieron ayuda en este año atípico e incluso adultos mayores que se acercaron a los comedores ante la crítica situación económica.
Es que a pesar de las asignaciones o ayudas económicas –cabe destacar que el IFE no se abonó este mes-, la situación que deben afrontar las familias con problema habitacional, desempleo, trabajo informal y necesidades básicas insatisfechas supera ampliamente la realidad que viven a diario.
Familias en situación de vulnerabilidad
El merendero y comedor Gastoncito, ubicado en Gandini 1473, en el barrio Cielo, comenzó a funcionar el año pasado, de la mano de Marisol Alacia.
En principio preparaban la merienda para más de 50 chicos del barrio pero con la pandemia las necesidades crecieron. Llegaron a ser 80 y, según Marisol, hoy ayudan a 160 familias.
“Damos la merienda de lunes a sábado y la vianda los lunes, martes, jueves y viernes a las 20,30”, detalla sobre el trabajo que llevan adelante junto con voluntarios e incluso sus hijos.
“Teníamos 80 chicos, hoy hay 160 familias, es mucho. Tenemos hasta adultos mayores a los que también les damos la vianda”.
Según Marisol, la situación de las familias es muy complicada y a pesar de las ayudas que puedan recibir “muchos alquilan, tienen que pagar garrafas y es muy difícil”.
La merienda y las viandas se sostienen gracias a las donaciones de la gente y son totalmente necesarias para poder preparar las comidas para las familias.
Del mismo modo, Silvina Aran trabaja en el comedor Los Totoreros, en el barrio homónimo, donde las necesidades no son menores.
“Preparamos la merienda para 35 chicos todos los días, de lunes a viernes, a las 17”, cuenta a Democracia, con la novedad de que ahora pueden ingresar de hasta 10 por grupos para merendar, con las medidas de cuidados para evitar el contagio de Covid-19.
Como si el trabajo fuera poco, todos los días cocinan para las familias, compensando entre meriendas y viandas.
“Hay más nenes en el barrio”, cuenta Silvina, y por ende también más chicos que se suman por una taza de leche que en muchos casos, lamentablemente, puede ser la única comida del día.
“Faltan muchas cosas”
Rosa Negrete está al frente del merendero Rayito de Luz, ubicado en Francia 1635, en el barrio Los Almendros.
Antes de la pandemia, tenía distintas actividades además de la merienda para los chicos pero desde marzo la dinámica cambió por completo.
“Los papás vienen a retirar la merienda de lunes a viernes y a la noche preparamos viandas, que son alrededor de 120 o 130 porciones para chicos”.
Rosa trata de mantenerse con el mismo grupo de familias e incluso asegura: “Los sábados invitamos a las mamás a hacer comidas y luego se lo llevan a casa”.
También se sostiene con donaciones y asegura que cuando necesita materia prima los voluntarios responden.
“Recientemente, me consultaron de barrios donde no hay meriendas o viandas pero uno trata de hacer lo que puede y no es fácil”, asegura.
“Yo solo tenía merienda pero además había talleres, los chicos hacían las tareas. Luego empecé la vianda con la cuarentena porque veo que faltan muchas cosas. La gente es muy humilde, los trabajadores son peones, albañiles y trabajan por día”, relata sobre la cotidianeidad del trabajo informal y las consecuencias que deja en las familias.
Sandra Pirani, a cargo del merendero Los Dragoncitos, en Ricardo Rojas y Etchepare, le da la merienda a alrededor de 40 chicos y como mamá ve mejor que nadie la difícil situación de las familias en el barrio.
“Cada vez hay más necesidad, este es un barrio bastante olvidado”, asegura. “Está muy difícil por la falta de trabajo y la pandemia arruinó todo, así que uno trata de salir como puede”.
Sandra asegura que también puede recibir chicos de a diez para la merienda, siguiendo al pie de la letra los protocolos y cuidados.
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