Ricardo Franco: “Fueron años y años de tener una conducta comercial”
En 1932, su padre empezó con una gomería que, al poco tiempo, se convirtió en una bicicletería. Con el paso del tiempo y a partir de un trabajo sostenido, se convirtió en uno de los negocios más destacados en el rubro.
Muchos años atrás, la icónica bicicleta que está ubicada en el techo de la bicicletería Franco estaba iluminada y funcionaba como referencia. No solo en cuanto a que era -y sigue siendo- uno de los negocios importantes de esa actividad, sino que también funcionaba como una suerte de señal que permitía que las personas pudieran orientarse, ya que en ese sector que actualmente es el centro de la ciudad, en la década del 40 era prácticamente todo baldío hasta la Escuela Normal. “La bicicleta servía de guía”, afirma hoy Ricardo Franco, el propietario del comercio.
El negocio fue encarado de una forma sana, sin embromar a nadie. Ricardo Franco. Bicicletero
Fueron años y años de tener una conducta comercial. Ricardo Franco. Bicicletero
Pasaron 88 años desde que su padre abrió el negocio que se transformó en uno de los tradicionales dentro del rubro y hoy Ricardo repasa lo que significó esta bicicletería para él, su familia y la ciudad.
Los orígenes
Nacido en Junín, Franco es el mayor de dos hermanos.
Su padre fue un ciclista muy importante, que participó en una gran cantidad de competencias, como la primera Buenos Aires - Junín, y obtuvo los campeonatos locales de resistencia, pista y velocidad. Además, trabajó en diferentes lugares y en 1932 abrió una gomería que se terminó transformando en una bicicletería, a partir de la demanda de la gente que le pedía que les arregle sus rodados.
Don Franco fue uno de los pioneros en el rubro, ya que por entonces estaba solamente la casa de los hermanos Salvador y Gino Campos, que era la más antigua, y la de Carballeira. “Después de mi papá siguieron los hermanos Félix y Vicente Gentilucci, los hermanos Castellani, el Gringo Ferrari, Canzonetta y otros”, relata Ricardo.
La gomería y bicicletería de Franco estaba ubicada en el centro de la ciudad, pero cuando falleció el titular de la Casa Nani -otra histórica bicicletería de la ciudad- la adquirió él y desde entonces el negocio está ubicado en la ya tradicional esquina de General Paz y Leandro N. Alem.
Bicicletero
Ricardo creció en ese barrio, hizo la Primaria en el Normal y el Secundario en el Comercial. Y se crio entre las bicicletas del local de su padre. “Pasaba bastante tiempo en el negocio y siempre me gustó”, afirma.
Por eso, cuando terminó la escuela pasó directamente a trabajar en la bicicletería, primero en la reparación y, luego, también en la distribución: “Mi padre se entusiasmó en salir a vender afuera, compró una Estanciera y era yo el que viajaba a vender en la zona. Salía, por ejemplo, por la Ruta 7, que era de tierra, y me iba a Alem, Vedia, Alberdi, hasta Irirarte; otro día iba a Chacabuco y O´Higgins; otro me iba para Morse, O’Brien y seguía para la zona de Lincoln; y si iba para el otro lado, iba a Rafael Obligado, Inés Indart y Rojas”.
Al mismo tiempo, alternaba con viajes a Buenos Aires para hacer las compras a sus proveedores.
Era una época en la que el ferrocarril tenía un fuerte impacto en el rubro, ya que un altísimo porcentaje de los trabajadores que allí concurrían lo hacían en bicicleta. “A la mañana temprano y a la hora de salida eran desfiles en las calles”, evoca Franco, y remarca que tanto sobre la calle Jean Jaures como en Jorge Newbery había galpones destinados específicamente para que los ferroviarios dejaran sus rodados. “La bicicleta siempre fue una forma de movilizarse rápida y cómoda”, agrega.
Vaivenes
En todos estos años, Franco fue un referente de la venta de bicicletas en Junín y, con el paso del tiempo, debió sortear algunos vaivenes.
Sobre estos altibajos, comenta: “Recuerdo que en la década del 50 había créditos largos para la compra de motocicletas, como las Capri, Legnano, Paperino, así que era difícil competir con esa financiación en ese entonces. Después vinieron las motonetas, las Siam Lambreta, las Iso que también tuvieron su auge”.
Pero el negocio pudo sobreponerse, como también lo hizo en los 90, cuando la apertura indiscriminada de las importaciones “reventó a las fábricas locales de repuestos de bicicletas”.
Con todo, Ricardo siempre se reinventó y apostó a seguir adelante. Actualmente, el panorama no está nada fácil. Según dice, “ya unos meses antes de la cuarentena empezó a haber complicaciones y ahora, con la pandemia, la situación económica se fue agravando”.
Balance
La bicicletería Franco lleva 88 años de trabajo ininterrumpido y Ricardo está allí hace más de 60. Y en todo este tiempo, se ganó un nombre en el comercio local. “Pude criar a mis hijos, que estudien, tener una familia. Tengo dos empleados, uno desde hace más de cuarenta años y el otro más de treinta”, señala. Pero aún no sabe quién continuará con su legado, ya que sus hijos siguieron otros caminos.
Mientras tanto, al momento de hacer un balance de su trayectoria comercial, concluye: “Este negocio fue encarado de una forma muy sana, pero también debe haber algo de suerte porque otros lo habrán intentado hacer así y no les fue bien, así que no lo sé. Fueron años y años de tener una conducta comercial, de no embromar a nadie y de pisar firme. Estoy satisfecho con lo que hice, no son pocos los años que nos mantuvimos y no me faltó nada. Y con la familia que tengo, no me puedo quejar”.