La expansión y el crecimiento de las ciudades plantean nuevos desafíos de manera constante, en muchos y diferentes aspectos de su constitución. Uno de ellos es sin dudas el sistema de movilidad urbana que las atraviesa y crea, casi podría decirse, un carácter. Una fisonomía para esa ciudad.
Con vehículos motorizados dominando las calles –autos y motos-, en los últimos años la bicicleta recuperó un lugar que parecía haber perdido, al menos en Junín.
No obstante, a pesar de haberse convertido en la elección de muchos no solo como un medio para el esparcimiento o la actividad física sino también como medio de transporte, aún se requiere una planificación concreta de bicisendas y ciclovías para que su uso sea seguro y permita además alentarlo por sus beneficios físicos y también para el medioambiente.
Democracia consultó a los arquitectos Facundo Fernández y Fernando Moncla, miembros de la Asociación de Arquitectos de Junín e integrantes del Grupo de Planificación Territorial del Colegio de Arquitectos, quienes dieron su visión sobre algunas cuestiones necesarias para la planificación de este tipo de corredores.
Mirada macro y estrategia
Más relacionado con el paseo y el recorrido que se genera con uso del espacio público y el equipamiento a tal fin, se encuentra la categoría de lo que conocemos como bicisendas, según destacan los profesionales.
Al hablar de ciclovías, entra en juego la trama urbana, con un desarrollo de circulación sobre la calzada, es decir, el mismo lugar donde circula el auto.
“Estos sistemas de circulación y/o comunicación que tiene que ver con bicisendas o espacios de circulación de los ciclistas, claramente, pueden ser construidos y llevados adelante y forman parte del diseño y planificación de una ciudad”, explica Facundo Fernández.
“Toda decisión que se deba tomar respecto de una ciudad debe ir de la mano de un plan, en este caso de movilidad. Debe haber un desarrollo y una mirada macro de lo que es la ciudad”, destacó.
En ese sentido, también se refirió a la necesidad de una planificación dinámica.
“El desarrollo, el movimiento y el crecimiento de una ciudad es constante y lo que se pensó hace 10 años atrás ya se modificó y hay que readaptarse”, señaló y agregó: “Creemos que planificar una ciudad tiene que ver con esa versatilidad y esa flexibilidad para soportar modificaciones y que siga generando soluciones y no se convierta en una problemática”.
Por su parte, Fernando Moncla se refirió a una nueva forma de planificar, “se llama gestión estratégico urbana y se desprende de lo que es normativa para el planeamiento. Se apoya en tres patas: planes mínimos, objetivos claros y rumbo estratégico.
Y en consonancia con Fernández, aseguró: “La ciudad es cambiante y siempre se va detrás de los acontecimientos. Por ello la planificación debe ser dinámica”.
Prueba y error
Respecto de cómo debería llevarse a cabo una implementación de ciclovías o bicisendas, Moncla destacó que "requiere teatralización e instalaciones provisorias".
La teatralización es lisa y llanamente una forma de prueba piloto que permite obtener mejores resultados, por ejemplo, el uso de tambores en la calle. Una forma de ensayo y error.
“Y tiene que ser participativo, se debe consultar a los usuarios, ciclistas, quienes hacen deportes con la bicicleta, quienes pasean, entidades intermedias, escuelas. Es decir, consultar a los actores que están involucrados”.
Para Facundo se trata de “una mirada integral, de seguridad, educación, y que es importante acompañar. Las pruebas piloto son claves”.
Asimismo, destacó que se apunta a la “planificación para que haya un orden de cara a un posible crecimiento a futuro”.
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