Los ingresantes y los estudiantes avanzados de la carrera de enfermería se vieron atravesados por la pandemia en mayor o menor medida, y no solo porque muchos de ellos ya trabajan en el campo de la salud sino porque, sin dudas, la profesión que eligieron para su vida este año fue puesta a prueba, desafiada como nunca antes.
No obstante, la secretaria del Instituto Académico de Desarrollo Humano de la Unnoba, Graciela Giménez, destacó a Democracia que el interés y el compromiso, tanto de ingresantes como de alumnos de años superiores, “no ha variado prácticamente nada, por el contrario”, aseguró que “no hubo un impacto de deserción más allá de la media. Incluso en todas las carreras”.
Yésica, Milagros y Hernán, tres estudiantes de la carrera de enfermería en nuestra ciudad, contaron a este medio sus experiencias en la formación, los miedos, las expectativas y todo lo que despertó un año sin precedentes.
Desafío y vocación
Para los ingresantes, que apenas pudieron cursar por algunos días, el brote de coronavirus truncó las expectativas que se generan en todo inicio de carrera, pero según Giménez, “si bien al ingresante lo impactó como a todo el mundo, los hemos acompañado, hemos tratado de sostenerlos”, destacó, no sin remarcar las cuestiones de conectividad que sin duda afectaron en algunos casos.
No obstante, la secretaria aseguró que “el estudiante de enfermería quiere salir, ir al hospital, a la clínica, ir al campo urgente”, y eso es en parte por el interés y la vocación que ya poseen la mayoría de los ingresantes.
“El estudiante de enfermería parte de un interés inicial. Es muy raro que ingrese a la carrera para ver de qué se trata. Ya sabe. Es un perfil que se sostiene y se sostienen entre ellos”, destacó Giménez.
Para Yésica Zara, una juninense de 29 años que se encuentra cursando primer año de la carrera, la decisión de estudiar enfermería es una forma de devolver lo que recibió en su vida.
“Lo pensé bastante. Soy de una familia muy humilde y siempre nos ayudaron, entonces lo veo como mi forma de devolver esa ayuda, ya sea a una persona sana o a una persona enferma”.
Ya cursando segundo año, para Milagros Bustos, otra estudiante, oriunda de Vedia, la decisión se debió a que sabía claramente que quería trabajar en el campo de la salud.
“Fue una decisión simple, sabía que quería trabajar en salud, me gustó mucho cuando empecé, sobre todo el primer año con prácticas y el estar en contacto con pacientes. Me fascinó”, cuenta.
Del mismo modo le ocurrió a Hernán Ledesma, de 21 años, estudiante de General Arenales que cursa el primer año.
“Siempre quise estudiar algo relacionado con el área de la salud y este año tomé la decisión de incorporarme en esta carrera y en un área que para mí es totalmente nueva pero me gusta. Me lo había propuesto el año pasado y es la carrera que quiero seguir”, asegura.
La reflexión sobre la pandemia
Al hablar del impacto de la pandemia en los estudiantes, Giménez aseguró: “Estamos trabajando en las variables que propone esta pandemia”, puesto que seguramente no hay una sola situación que afecte a los estudiantes sino un conjunto.
“El estudiante de enfermería tiene un perfil particular respecto de la disciplina porque muchos de ellos incluso ya trabajan en el ámbito de la salud”, destacó, y en ese sentido, conocen en muchos casos el sector.
Destacó que sin dudas “hubo problemas relacionados con la subjetividad, con ese impacto subjetivo, con la sorpresa que generó”. Especialmente respecto del proyecto de estudiar enfermería y de repente encontrarnos acudiendo a la virtualidad para poder continuar.
La secretaria académica explicó: “No hemos tenido un impacto de deserción más allá de la media. Logramos mantener a los alumnos en contacto y con los de enfermería resulta más fácil porque están involucrados desde otro lugar. Es una carrera humanística, se sentían de alguna manera deseosos de hacer algo al respecto y su compromiso ante la situación era muy importante”.
En la carrera, Giménez indicó que “tienen materias en el inicio que tienen mucho que ver con lo social y el pensamiento del enfermero”.
Yésica asegura que en ningún momento la situación de brote de coronavirus la hizo dudar.
“Nunca dudé, todo lo contrario. La sociedad necesita más ayuda que nunca. Hay que ser solidarios”, destacó y agregó: “Me anoté porque quise y quiero ser enfermera”.
“Se trata de cuidarnos y cuidar al otro. Pandemia ya hubo en el mundo y uno se va preparando para lo que surge, sobre todo como personal de salud. Creo que hoy la salud nos necesita más que nunca”, aseguró.
Milagros tampoco dudó de su vocación, de hecho cuando tuvo que volver a Vedia y mantenerse con las clases virtuales, realizó trabajos voluntarios.
“Me anoté para ser voluntaria e iba al banco del pueblo para pedirle a la gente que mantuviera la distancia”.
Más allá de que entiende “que se trata de un sector golpeado y no está bien remunerado, quiero llegar a la licenciatura y ejercer”.
A pesar de que nunca pensó que la situación pudiera durar tanto, a Hernán le preocupa la actitud que muchas veces muestra la gente respecto del virus.
“Siento que no toman dimensión sobre la importancia del covid, ya que es muy contagioso y el problema del alto contagio impacta en la sobrecarga del sistema sanitario”.
Ser enfermero
Empatía, solidaridad, predisposición y mucha vocación son algunas de la virtudes que requiere ser enfermero, según Yésica.
“Pero nos falta mejorar como comunidad, que la gente tenga acceso a la salud, conciencia sobre la salud, higiene, limpieza, hay muchos temas pendientes”.
Milagros asegura que “es una profesión que requiere amor y empatía y te tiene que gustar mucho lo que hacés”.
A su vez destacó: “Creo que la gente nos va a ver distinto. Es una profesión que la gente la valora. No nos pagan bien pero es el contacto con el paciente lo que vale”.
Para Milagros, tal vez “uno nunca puede ponerse en los zapatos del otro, porque seguramente no está pasando por lo mismo pero sí como enfermeros, a través de nuestros cuidados, podemos hacer sentir mejor a esa persona. Y cuando hablamos de cuidados no es solo de atender alguna patología, sino de atender a la persona en todo sentido, emocional y psicológico también y siempre con amor y respeto hacia el otro”.
Para Hernán, “hay que ser valiente y lo digo en el sentido de tener que ver pacientes quizás en su peor situación y siempre inspirar confianza para que la persona se sienta tranquila y apoyada en su situación más difícil”.
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