La confusión, la desinformación y los miedos, jugaron un papel muy importante en el brote de coronavirus que se dio a principio de este año. De hecho la explosión de la pandemia, inesperada y solo comparada en su dimensión de crisis de nivel sanitario con la llamada gripe española del 1918, continúa desconcertando a los equipos científicos y médicos del mundo.
No es raro pensar en el propio desconcierto de la población, que de repente se vio obligada a cambiar uno a uno sus hábitos cotidianos para protegerse de un virus que si bien aseguran tiene una baja tasa de letalidad, sí es de rápido contagio y especialmente peligroso para pacientes con patologías y adultos mayores.
Junín, hoy con 401 casos activos de covid-19, mantiene una elevada curva de contagios aunque afortunadamente con 616 pacientes recuperados.
Entre ellos, se encuentran Adriana Luna (50), Oscar Guillotti (53) y Pablo Flores (46), tres juninenses que vencieron el coronavirus y se animan a contar su experiencia con la enfermedad.
Adriana: “Yo no pensé que me iba a pasar”
No obstante los cuidados y el respeto estoico que personalmente se pueda tener por la medida de cuarentena dispuesta, el avance del virus en el país resultó inevitable al punto que ya se registraron más de 15 mil muertes, en tanto que los contagiados llegaron a casi 700 mil, desde el inicio de la pandemia.
En nuestra ciudad, los casos tuvieron una suba considerable desde fines de agosto y las cifras no bajan.
“Yo no pensé que me iba a pasar”, cuenta Adriana. “Creo que uno hasta que no lo vive piensa que no le va a tocar o piensa que no es tan cierto como dicen. Por eso tardé en hacerme el hisopado, pensé que era otra cosa”, confiesa sobre los primeros síntomas que incluyeron diarrea, un poco de fiebre y gran decaimiento.
Si bien es costurera y pastora evangelista, Adriana había comenzado a cuidar adultos mayores en una clínica, donde considera que puede haberse contagiado el virus.
“El 14 agosto me internaron y estuve 17 días en el Hospital”, relata, no sin destacar la atención recibida en un momento tan difícil.
Es que Adriana requirió respirador “un puff para los pulmones, cada cuatro horas”, como ella misma explica.
Su hija también dio positivo de covid, pero asintomática por lo que le dieron el alta en siete días y terminó de recuperarse en su casa.
Poco a poco Adriana se fue recuperando hasta retirarse los malestares y calmándose los síntomas, pero asegura que su situación “fue grave”.
Contó que fue tratada con plasma “y eso ayudó a recuperarme. Ahora voy a fortalecerme para poder donar”.
Sin embargo explicó sobre su cuadro: “Se me despertó una diabetes que no tenía así que ahora estoy con alimentación controlada, nada de azúcar, sal. Yo no tenía nada. Ahora estuve con algo de presión y diabetes”.
Asegura que los miedos están presentes en una situación difícil pero su fe la ayudó a pasar los días de incertidumbre.
“De alguna forma como creemos en Dios me aferré mucho a él y tenía confianza en que iba a salir. El tiene propósitos y tenía planes conmigo. Tuve miedo, es lógico. Pero mi fe me mantuvo”, contó la mujer de 50 años, que el 2 de septiembre recibió el alta.
“Estoy muy agradecida con Dios en primer lugar, con los médicos, enfermeros, camilleros, gente de limpieza y cocina porque hacen una gran labor”, destacó, a pesar de tanta discriminación, enojos, reclamos, prejuicios que despierta la enfermedad, el apoyo de familiares y conocidos que solidariamente dieron una mano.
Oscar: “La pasé mal”
Las palabras de Oscar Guillotti y que resuenan como consejo a tener en cuenta, gracias a su propia experiencia son: “Si tenés fiebre, llamá al médico, no te dejes estar”.
Casi como un disparador, este hombre de 53 años, ex árbitro y ahora dedicado al servicio musical en la parroquia Sagrado Corazón y eventos, se puede decir que estuvo en el ojo de la tormenta cuando su esposa se contagió de covid.
“Ella fue la primer paciente de salud que se contagió, la número 33”, relata. Y así se contagió él y su hija, aunque solo Oscar requirió internación.
“Me internaron 17 días en el hospital, con antibióticos, analgésicos, corticoides, pero no llegué a necesitar plasma”, cuenta sobre su experiencia a partir del 24 de agosto.
“No estuve grave pero la pase mal. Estuve una semana entera con fiebre”, cuenta.
Como a todos, el miedo también se hizo presente pero asegura: “No se me pasó que me iba a morir pero tenés que aferrarte a algo porque entran cuatro personas por día a atenderte y luego estás solo”.
“Yo creía en el coronavirus, me cuidaba, pero no pensé que era tan fuerte. Hay que cuidarse, el contagio está en el acercamiento. Y te puede doler la garganta, pero donde da fiebre ya tenés que llamar al médico”.
Mientras termina de recuperarse, empezando de a poco a retomar su vida, Oscar no tiene más que palabras de agradecimiento para todo el personal del Hospital y aguarda ansioso para donar plasma.
Pablo: “Me sentí acompañado”
A pesar de la dolorosa soledad que caracteriza el tránsito del covid-19, Pablo Flores destacó que en su caso, al no requerir internación, pudo pasar sus días aislado en su casa, con la facilidad de una habitación apartada pero en la cercanía de su familia y con la solidaridad de amigos y conocidos ante el mal trago.
“Empecé con síntomas el 7 septiembre, sentí decaimiento”, cuenta Pablo, que tiene claro que se puede haber contagiado en un domicilio donde trabajó, ya que es gasista matriculado.
“Le dije a mi señora, tomé paracetamol, pero soy asmático asi que me faltaba el aire, hasta que perdí el olfato, a una semana de los síntomas”.
El y su esposa se realizaron el hisopado, pero solo a él le dio positivo. “Nos aislamos los cuatro, con mis dos hijos. Yo solo era positivo pero por suerte tengo otra habitación con baño separado y pude aislarme en mi propia casa”. Luego su hija también se contagió, pero siempre estuvieron en su casa, aislados.
Pablo considera que el virus estará por largo tiempo: “Al paso que venimos les va a tocar a todos”.
Su experiencia física fue bastante agotadora, empeorada por su asma.
“Parece que te pasara un tren por encima, literalmente. A veces veía que me escribían o llamaban y no podía atender el teléfono. Al ser asmático me cayó peor, ni fuerzas tenía”.
Cuando le faltaba el aire, “tomaba salbutamol y me recuperaba”, explica, también “paracetamol, e ibuprofeno, ya que tuve dolores de cabeza muy fuertes y diarrea”.
Consultado sobre el miedo y la incertidumbre de la enfermedad, especialmente por su condición de asmático, Pablo aseguró: “No se si sentí miedo porque me tiró tan abajo que no me dio tiempo a nada. Pasaba de estar del 100% al 10%, el malestar es terrible. Pero también te agarra angustia porque querés abrazar a tus hijos y no podés. La pasé mal, no se lo deseo a nadie”.
No obstante el difícil momento se hizo más llevadero con colegas y amigos que según Pablo, lo hicieron sentir acompañado.
“Agradezco a mis colegas, amigos, por la solidaridad. También al municipio porque siempre me llamaron, se ocuparon”.
Ahora solo le resta poder continuar con su trabajo y recuperarse también económicamente, ya que asegura que la situación de parate económico, como monotributista lo complicó.
“Estuve días sin trabajar y lo mío es justamente día a día. El banco no te espera, los impuestos, servicios. Pedí ayuda del gobierno pero no me la dieron. Me dejaron tirado”, lamentó pero destacó: “si no trabajo no como”, por lo que la opción es solo una, la de seguir adelante, luego de haber vencido el coronavirus.
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