Aunque se fue de Junín cuando tenía apenas once años, representó a España en numerosas carreras y al hablar su acento parece el de un auténtico catalán, Juan Antonio Flecha asegura que sus raíces están aquí, la ciudad en la que nació y donde pasó parte de su niñez.
La escuela, las plazas, sus vecinos de entonces -como Juan Daddiego-, el velódromo, las vueltas por la avenida Circunvalación forman parte de su ADN. “Recuerdo que la primera vez que volví a Argentina, después de mucho tiempo, pensé ‘yo vengo de acá’. Son cosas que en España quizás no tengo, porque cada vez que regreso, siento que las raíces son esas; a pesar de que hice mi vida en Barcelona, uno se da cuenta que viene de ahí”.
A partir de esos cimientos, después sí fue el tiempo de la partida a España, el ciclismo profesional, la competencia en la elite mundial, los trofeos y el reconocimiento.
“La primera vez que volví a Argentina pensé: ‘yo vengo de acá’”.
De Junín a España
Flecha, que hizo su escolaridad en el Normal y el Marianista, sintió atracción desde chico por las bicicletas. “Al lado de mi casa estaba Juan Daddiego, y es como que tenía el ciclismo de vecino, los veía a ellos salir en bicicleta y eso me generó interés”, evoca.
Una navidad tuvo la suya y, ahí sí, pudo correr y competir.
Mudarse a España, siendo tan chico, no fue fácil: “Por un lado, todos nos decían de la importancia de irnos a Europa, pero por el otro, es una etapa dura, pasar por el desarraigo, estar en un país nuevo siendo un chico y sin conocer a nadie”.
Instalado en Sitges, un municipio de Barcelona, vio la profesionalización que tenía el ciclismo en Europa y quedó “más prendido” con el deporte.
“Tuve una carrera exitosa por los resultados y por las vivencias”.
Profesional
Si bien antes de los 18 años corrió en algunos eventos internacionales, a esa edad decidió probar suerte como profesional. Así fue como le pidió a su madre que le dejase probar un año dedicándose ciento por ciento a la bicicleta y ella aceptó. “Por suerte me fue bien y pude tener un contrato con un equipo profesional”, explica.
Flecha se destacó en pruebas de un día de competición y obtuvo numerosos lauros en las principales carreras de este tipo en el mundo. Ganó el Campeonato de Zúrich en 2004 y la Omloop Het Nieuwsblad de Bélgica en 2010. Entre muchas otras, también se subió al podio en la París-Roubaix (también conocida “El infierno del norte” o “La Clásica de las clásicas”), la Bretagne Classic -ambas de Francia-, la Gante-Wevelgem, la E3 BinckBank Classicde, el Tour de Flandes y la Flecha Brabanzona, estas cuatro de Bélgica.
Pero, además, Juan Antonio compitió en las llamadas “grandes vueltas”: tuvo ocho participaciones en la Vuelta a España, una en el Giro D’Italia y diez en el Tour de France. En esta última, ganó una etapa en la edición del año 2003.
Respecto de las grandes vueltas, cuenta que “son carreras de tres semanas y son las que más espectáculos dan”. Pero las otras, de un día, fueron sus mejores escenarios: “A mí se me daba mejor, sobre todo París-Roubaix que es, un poco, la reina de las carreras de un día. Y ahí se me daba bien”.
Luego del ciclismo
Durante catorce años, Flecha fue parte de la elite del ciclismo mundial. Pero llegó un día en el que tuvo que dejarlo.
Según dice, el retiro “no es un momento fácil”. Y profundiza: “Es costoso para todo el mundo porque es el deporte mismo el que te retira, uno va necesitando más esfuerzos para obtener menos resultados, y a medida que uno lo va viendo, hace esa lectura”.
Cuando se bajó de la bicicleta, estudió Marketing e Investigación de Mercados y se recibió con casi 40 años.
Luego, siguió ligado al ciclismo en medios de comunicación. “Tuve la suerte de que me contactaran de la televisión europea para trabajar en las carreras y ahí he estado durante varios años, haciéndolo de manera independiente para varias señales de diferentes países”, indica.
“Me queda el recuerdo de mi infancia pasada en Junín, las vivencias que tuve allí y las pocas veces que he vuelto, los recuerdos cobran intensidad”.
Balance
Por su actividad, Flecha puede estar en Barcelona, en Londres o en Italia. Pero, más allá del lugar donde esté, sabe que todo empezó acá, en su ciudad: “Me queda el recuerdo de mi infancia pasada en Junín, las vivencias que tuve allí y las pocas veces que he vuelto, los recuerdos cobran intensidad. Me quedan familiares, conocidos, y esas raíces siguen estando ahí. El año pasado, por ejemplo, estuve trabajando en la Vuelta a San Juan y allí coincidí con Juan Daddiego, mi vecino de la infancia, lo que fue un reencuentro muy lindo. Esas cosas que continúan ahí presentes a mí me siguen dando ilusiones, poder saber que esas raíces están”.
Y al momento de hacer un balance de su carrera deportiva, concluye: “Fue exitosa en muchos aspectos, no solo por los resultados, sino también por las vivencias personales. Haber conseguido correr el Tour de France por muchos años, ganar una etapa y haber llegado a un nivel muy alto en muchas carreras son cosas importantes y no me han quedado cuentas pendientes. Cuando uno se imagina como profesional, sueña con llegar a los lugares a los que yo llegué y experimentar al máximo, y mi carrera deportiva me lo dio en muchas ocasiones”.
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