Virgen Prado Español
El movimiento en Prado Español se redujo considerablemente con la cuarentena, aunque de a poco se va recobrando.
EFECTOS DEL AISLAMIENTO

Prado Español: Solicitan más presencia policial

Algunos observan que, desde que inició la cuarentena, los rondines que solían patrullar las calles dejaron de circular. “Estábamos más custodiadas y ahora tenemos miedo”, dice una comerciante. Por otra parte, la situación económica también está afectando a los negocios del sector.

Esta semana cumplió 49 años la sociedad de fomento del barrio Prado Español, que se formó en el año 1971 a partir de la fusión de dos sectores, uno que se llamaba “La Loba” y el otro donde funcionaba el recreo que tenían los inmigrantes de la Madre Patria, llamado “Prado Español”, denominación que finalmente le quedó al barrio.
Es por eso que el escudo que representa a su sociedad de fomento está dividido en cuatro campos donde se representan la Loba, el Prado, el mapa de Junín y las manos entrelazadas que significan amistad o fomentismo.
En este casi medio siglo, el esfuerzo de los vecinos hizo que llegaran al sector los servicios básicos y hoy más del 90% de sus residentes cuentan con agua corriente, cloacas, gas natural y pavimento.
Con todo, aquí también la cuarentena generó cambios en el movimiento y en la economía. Y entre los pedidos más importantes, solicitan que haya más presencia policial, como había antes del 20 de marzo.

El barrio
Delimitado por las calles Levalle, Arias, Aristóbulo del Valle y Circunvalación, el barrio Prado Español adquirió un enorme desarrollo en los últimos años. El aislamiento hizo que disminuyera notablemente la circulación, aunque en el último tiempo fue recobrando cierta normalidad.
“El barrio lo veo bien. Ahora hay más circulación de gente que camina por Posadas hacia el puente o un poco más allá. Cuando la cuarentena fue avanzando y se fue flexibilizando, empezó a verse más gente caminando”, explica Omar Avendaño, que junto con Ángela Tomasino tienen su tradicional fábrica de muebles en este sector.


Alicia Tegaldo, que tiene su comercio de ropa en el barrio, observa que “bajó el movimiento con la cuarentena y a las cinco de la tarde muere todo”. Y, en ese contexto, solicita refuerzos en la seguridad: “En la víspera del Día del Niño tuvimos permitido abrir hasta las 20 y quedamos solas, a las 17 o 18 cerró la carnicería, la ferretería, el kiosco, el supermercado, y no está la Policía que antes andaba caminando por acá. Quisiéramos que vuelvan los recorridos como se hacían antes. Estábamos más custodiadas y ahora tenemos miedo. No anda más la Policía”.
En el mismo sentido se expresa Walter Cavallotto, que tiene su ferretería en Prado Español: “Faltaría más presencia policial, desde que empezó la pandemia no andan más los agentes de calle, que antes estaban todo el día. Este es un sector en el que hay mucho movimiento, pero después de las seis, baja muchísimo”.

Situación comercial
Como sucede en otros sectores de la ciudad, en los comercios de este barrio también se siente el impacto económico de la pandemia.
Tomasino señala que, después de más de un mes con las puertas cerradas, en su fábrica de muebles hoy están “aguantando, como todos” porque “de un día para otro hubo que afrontar esta situación”. Y agrega: “Es muy difícil, tratamos de sobrellevarla como podemos. Gracias a Dios no pagamos alquiler, tenemos el local propio, y a medida que pasa el tiempo va mejorando pero muy lentamente. Todavía no se puede saber si este mes va a ser mejor que el anterior, la luchamos como podemos”.


En tanto, Cavallotto destaca que “la gente respondió”, teniendo en cuenta que, por su rubro, nunca cerró sus puertas: “El movimiento bajó, pero nosotros pudimos seguir trabajando y, al estar en la casa, la gente hacía arreglos y eso nos favoreció. Con el tiempo bajó un poco, pero tiene que ver con la situación económica general. Está complicado con los proveedores porque no vienen y recién ahora parece que se puede empezar a normalizar, pero nosotros vendimos mucho de nuestro stock y no había reposición”.
Por su parte, Tegaldo comenta que cuando reabrió tuvo una buena reacción de su clientela. “Por suerte, había gente esperando afuera para que abriéramos, eso fue muy importante”, afirma.
No obstante, el horario corrido es un tema que, en su caso, resulta perjudicial: “Veo que la gente no se acostumbra. El sábado, que pudimos estar abiertos hasta las 20, nos fue muy bien, la gente se siente con más tranquilidad, más comodidad, porque no tiene tiempo para ir a comprar, y el que lo tiene, prioriza ir al supermercado”.

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