Pueblo Nuevo: Un polo gastronómico fuertemente afectado por la cuarentena
Las numerosas propuestas de restaurantes, bares y cervecerías debieron acotar su actividad solamente al servicio de delivery. La falta de clases en la Unnoba y el hecho de que haya muchos adultos mayores residentes redujeron notablemente el movimiento en sus calles.
Delimitado por la calle Jorge Newbery y las avenidas Rivadavia, San Martín y República, el barrio Pueblo Nuevo se formó hace más de un siglo, cuando se instalaron allí personas que venían a trabajar en el Ferrocarril, la mayoría de ellos inmigrantes. Es por ello que, actualmente, la población del barrio se constituye, en su mayoría, de personas mayores: antiguos empleados del ferrocarril y sus familiares que se quedaron a vivir en esa zona.
A ese colectivo se le sumó, en los últimos años, una gran cantidad de jóvenes provenientes de otras ciudades que se instalaron en la zona en donde la Unnoba tiene dos de sus sedes.
En ese contexto, sin perder su estilo y su identidad, el lugar se fue convirtiendo en un polo gastronómico con diversas ofertas. Algo que, en su momento, fue impulsado por el municipio.
El polo gastronómico se estaba poniendo muy fuerte y, con todo esto que está pasando, va a ser muy difícil volver a levantarlo”. Julián Tresols. Gastronómico.
Lo cierto es que la cuarentena impuesta a partir de la pandemia de coronavirus asestó un fuerte golpe a esta actividad.
Asimismo, al no haber clases presenciales en la universidad y con los adultos mayores como grupo de riesgo, el movimiento en sus calles descendió notablemente.
La gastronomía afectada
Julián Tresols, propietario de la cervecería y restaurante El Gran Dauphine, afirma que se está viviendo un momento “muy difícil” en la gastronomía. “No hacíamos delivery y tuvimos que empezar con ese sistema, es algo difícil para nosotros, no es lo mismo que un despacho común de fin de semana”, afirma.
Es que, en el marco del aislamiento, tuvo que reconvertir su negocio y apostar a las promociones con la entrega a domicilio los viernes y sábados.
“El barrio cambió mucho –señala–, la gente del barrio siempre nos decía que están muy conformes con el movimiento de esta zona gastronómica, se pensaba en promover este tema, pero quedó trunco por todo esto que está pasando”.
Entre los reclamos del sector, solicitan que se haga más fácil el trabajo a los repartidores: “Estamos viendo que habilitaron a los chicos para que puedan circular, pero cierran los pasos a nivel, algo que hace que tarden mucho más. Es realmente complicado porque son dos horas fuertes las que tenemos y tendríamos que poder aprovecharlas al máximo. También estaría bueno que la gente pudiese venir a retirar sus pedidos, eso nos aliviaría mucho, porque hoy en día tenemos pocas horas para hacer las entregas, los mandaderos por ahí tardan, y decirles a los clientes que tienen una espera de 40 minutos no es bueno para nosotros”.
Mientras espera que se apruebe un protocolo para reabrir, Tresols lamenta cuánto está afectando esta situación al proyecto del polo gastronómico de Pueblo Nuevo: “Esto se estaba poniendo muy fuerte, estaba muy lindo y, con todo esto que está pasando, va a ser muy difícil volver a levantarlo”.
El comercio
Analía Cantoni cuenta que en su pollería “al principio fue tremendo”, pero luego el comercio fue más fluctuante. “Primero sacábamos para el alquiler y los gastos y ahora estamos manteniendo mercadería, heladera y demás”, dice.
Según su análisis, “la gente compra lo básico, como pollos trozados, alas, pata y muslo”. Pero los otros preparados más elaborados, como milanesas o rellenos, tienen menos salida.
Además, destaca que los clientes son muy respetuosos en el mantenimiento de la distancia y el uso del tapaboca.
Notorio parate
Lo mismo destaca Gonzalo Alberti, del autoservicio El Tati, en cuanto al respeto a las normas: “Acá somos dos y este negocio es grande, así que pueden ingresar hasta tres clientes, siempre con tapaboca. Además, tenemos alcohol, trapos con lavandina y demás. La verdad que la gente cumple”.
Alberti observa que bajó mucho el movimiento. “En este barrio residen muchos chicos que van a la universidad y mucha gente grande –explica–, a nosotros nos afectó bastante. En marzo arranca nuestra mejor época, porque empiezan las clases y hay muchas pensiones para universitarios, tenemos las dos sedes de la Unnoba cerca, así que esta situación es como si hubiésemos seguido con el mismo movimiento que en el verano, que para nosotros siempre es mucho más tranquilo”.
Y concluye: “En verano uno veía que en este lugar circulaba mucha gente, es un barrio muy lindo, y ahora no se ve movimiento”.