El 4 de mayo último el intendente anunciaba el comienzo de la flexibilización de la cuarentena en nuestra ciudad. “Una buena noticia para Junín terminando este lunes. El Gobernador Kicillof ha dado la autorización a pedidos de excepción de actividades económicas que hemos solicitado", escribía aquel día el jefe comunal en su cuenta de Twitter y, de esta manera, daba inicio a una nueva etapa dentro del aislamiento social impuesto por la pandemia del Covid-19.
El escenario por esos días venía con la temperatura en ascenso. Tanto que el viernes 1° de mayo muchas vidrieras de los negocios del centro de la ciudad aparecieron pintadas con la leyenda “Necesitamos trabajar”, en una protesta organizada por los propietarios de esos locales.
Hoy, a casi un mes de la flexibilización, los resultados no son los mejores. Si bien es cierto que, en general, los comerciantes eran conscientes de que la reactivación no iba a ser inmediata, la realidad muestra que las ventas están lejos de alcanzar un repunte.
Los datos recogidos por la Sociedad Comercio e Industria de Junín (SCIJ) estiman que se está vendiendo no mucho más del 30 por ciento de lo que se comercializaba en el período previo a la pandemia.
“Concretamente: las ventas están bajas”, sentencia Raúl Parejas, titular de la cámara que agrupa a los comerciantes. Y agrega: “Hoy en día estamos alrededor de un 70% menos. Hay algunas actividades que pueden estar un poco mejor, por ahí la reactivación de las obras particulares puede haberle dado un empujón a los que venden materiales para construcción, productos de electricidad y demás, pero en líneas generales uno ve muchas dificultades; los comercios del centro, por ejemplo, que son los más chicos, de indumentaria y otros rubros, están muy complicados”.
Miguel Rementería tiene un local de ropa masculina en Sáenz Peña y advierte sobre este panorama sombrío. “Se bajó un 70% o más, tranquilamente”, afirma. Según su análisis, “es durísimo” el escenario en estos días, y profundiza: “No cambió nada en este mes. Lo más importante es que se abrieron las puertas, pero se trabaja muy poco. Esto nos está perjudicando mucho. Anda muy poca gente en el centro, las personas se cuidan y además están las dificultades económicas”.
Fabián Sioli también está en el rubro textil, aunque del lado de la producción, ya que es el fabricante de la ropa masculina Benceno y vende mayorista. “Yo también estoy entre un 60 y 70 por ciento menos. Eso nos permite cubrir el pago a los talleres y algunos gastos, pero no es nada bueno. Cuando se abrió la actividad comercial, empecé a vender lo que tenía en stock, porque todavía no podemos volver a fabricar”, explica.
Lo cierto es que hay actividades que cayeron aún más en este tiempo. Un caso es el de los restaurantes, cervecerías y confiterías que, aun cuando están trabajando desde hace más de un mes –solo con entrega a domicilio– el derrumbe estimado en comparación con enero es de alrededor del 90%. “La gastronomía está en torno al 10 por ciento de la facturación normal. Es muy poco”, señala el presidente de la Cámara de Hoteleros y Gastronómicos de Junín, Juan Víctor Casella.
Ese número es ratificado ante Democracia por Fernando Mir, propietario del tradicional restaurante Andi: “Con el delivery estamos facturando entre el 10 y 12 por ciento de lo que veníamos haciendo”.
Impulso inicial
El comercio y las pymes venían de un año 2019 muy complicado y entre diciembre y enero se fue dando una pequeña reactivación, al menos en ciertos rubros, que fue cortada de cuajo por la pandemia.
Después de un mes y medio con las puertas cerradas, se logró la habilitación de algunos rubros no esenciales, lo que generó expectativas. “Es verdad que hay un poco más de flexibilización, hay más movimiento, pero a nosotros no nos mejoró nada porque no podemos tener abierto –asevera Mir–, todo lo que hacemos lo canalizamos a través del delivery, pero es para decir que no estamos parados, termina siendo algo más psicológico que económico”.
Parejas destaca que era necesaria la apertura de los comercios y que “se sabía que no iba a ser de un día para el otro la recuperación”. No obstante, “los primeros días, por la novedad y por las ganas de la gente de salir, se vendió algo más”, hasta que, pasada la primera semana, “se empezó a planchar y, salvo raras excepciones, está muy tranquilo”.
De acuerdo a su mirada, la quietud “tiene que ver con que la gente todavía tiene un poco de miedo de circular por la calle y, además, está la situación económica”.
Otro tema a tener en cuenta es la cadena de pagos y los plazos, como apunta Sioli, a quien sus proveedores de telas le piden que ahora pague al contado: “Si no hay crédito, no vamos a poder seguir. Por eso lo veo más complicado a mediano o largo plazo, porque yo trabajo con la financiación de las fábricas y si ahora vamos a tener que comprar en efectivo, va a estar difícil”.
Para Casella, en tanto, la situación de la hotelería es todavía más grave. “Estamos desesperados –sentencia–, esta semana estuve en una reunión virtual con las cámaras hoteleras de la Provincia y estamos todos iguales. Si no tenemos una ayuda real, concreta, del estado cuando esto se abra, con créditos accesibles y períodos de gracia, muchos no van a poder salir adelante”.
Nuevas estrategias
Desde Comercio e Industria no advierten que se hayan bajado muchas persianas en el último tiempo. “Sí hubo un par de cierres de comercios que no venían bien y la pandemia fue la gota que rebalsó el vaso”, señala Parejas.
En tal sentido, aseveran que se están pensando nuevas estrategias para hacer frente a un futuro de cambios dentro de la comercialización: “Desde la cámara estamos apostando al acompañamiento y a la capacitación, con cursos de venta online, manejo de Mercado Pago, el uso de redes sociales, hasta sacar fotos para publicar en Instagram, algo que parece menor, pero que es sumamente importante. Más allá de que a algunos comerciantes les cuesta, la venta online es lo que se viene y que, en muchos casos, ya llegó”.
Hay un consenso generalizado en que la expansión de la venta por Internet y el e-commerce se esperaba para más adelante, pero las circunstancias obligaron a tener que subirse rápidamente a este nuevo tiempo. Y muchos sin tener todavía la preparación suficiente.
El Cyber Shop, una iniciativa de venta online con descuentos y promociones que se llevó a cabo el fin de semana pasado, fue un intento por estimular este nuevo tipo de comercialización. “En algunos casos anduvo bien, sobre todo en los negocios que tienen muy aceitada la venta por Internet, como las casas de electrodomésticos. En otros casos no repercutió tanto, pero son todas pruebas y cosas que suman, una a una, porque no va a cambiar todo de la noche a la mañana”, analiza Parejas.
Es que, según su mirada, este es el escenario al que hay que ajustarse: “Hay que tratar de estar modernizados, que los comercios que nunca lo hicieron traten de adaptarse a los nuevos tiempos, con una página web en donde publiquen sus cosas, actualizada, con precios y novedades, porque la tecnología puede ayudar a que el negocio siga subsistiendo y para eso hay que aggiornarse. Hay que buscar al cliente que no viene al local y llegarle a través de las redes sociales y de Internet. La venta online vino para quedarse, de eso no quedan dudas, así que hay que actualizarse y para eso está la cámara”.
Aunque esto no parece algo sencillo para todos. La adaptación es un proceso al que muchos les cuesta seguir. “Yo no puedo vender por Internet”, admite Rementería, que lleva más de treinta años trabajando en negocios de Sáenz Peña: “También pasa que es muy difícil vender un par de zapatos de ocho mil pesos por la web, además el cliente se lo quiere probar, así que es complicado. Sí tengo consultas por teléfono o por WhatsApp, pero luego lo vienen a buscar al local”.
Lo cierto es que hay mucha gente que se está acostumbrando o está conociendo una forma nueva de comprar y el comercio deberá acomodarse a eso para también vender de una nueva manera. “Creo que va a ser un antes y un después para todo el mundo, la venta en el comercio va a estar siempre, pero tiene que haber modificaciones”, asevera Sioli, para quien este panorama también plantea nuevas oportunidades, al menos desde el punto de vista de los mayoristas: “Hay gente que ya no va a Capital a comprar, entonces está empezando a mirar qué se hace en ciudades del interior como esta. Clientes que hace mucho que no nos compraban volvieron a llamarme. Y otras personas que nunca nos habían comprado por ahí se animan. Además, en Buenos Aires uno es un número y ahora te exigen pago al contado o no te venden, mientras que en el interior uno con los clientes de años trata de tener otras consideraciones, así que eso nos podría beneficiar”.
Por su parte, los referentes de la gastronomía local presentaron un protocolo para poder abrir, aunque la Provincia todavía no está autorizando la atención en bares, restaurantes ni confiterías.
Mientras tanto, los cambios en este negocio no parecen tan claros como en otras actividades. “La generación que le dio vida al comercio virtual es la que nos dio vida a nosotros –señala Mir–, si nuestro rubro no se reconvertía y si no entendía el nuevo mercado, se moría con lo tradicional”.
Pero la gastronomía va más allá que un plato o un vino, sino que también aporta un contexto, que es el de ir a comer afuera, disfrutar un momento, ser atendidos y aprovechar la salida. Eso Mir lo tiene claro: “Yo no vendo solo comida, sino que ofrezco un momento, un espacio, un lugar. Así entendí siempre mi negocio. Y respecto de esto, y lo que pueda pasar cuando reabra, se ven dos cosas: por un lado, está el que piensa que va a ser muy complicado por la deshidratación económica y el miedo a pasear, andar por la calle o compartir espacio con otras personas; pero también están los que nos dicen que están desesperados por salir a comer afuera. El tiempo dirá lo que va a pasar”.
Y concluye: “Yo siempre veo lo positivo y en estas grandes crisis pueden aparecer oportunidades. Hay que pasar esto, que va a ser muy difícil, pero creo que rebrotaremos con fuerza después de tocar fondo”.
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