El médico argentino Fernando Polack, experto mundial en enfermedades virales respiratorias, dirige la Fundación Infant e iniciará hoy, con un equipo de más de 70 personas, un estudio para determinar si el plasma, de quienes tuvieron coronavirus, puede detener la progresión de la enfermedad en otras personas que la padezcan.
El mismo se realizará en principio en colaboración con el ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires en las instalaciones de los hospitales públicos San Juan de Dios, Simplemente Evita, Doctor Carlos Bocalandro y Evita Pueblo.
En tanto, en la Capital Federal participarán el Hospital Militar Central, el Sanatorio de Los Arcos, CEMIC, la Obra Social de los Empleados de Comercio (OSECAC) y el Sanatorio Finochietto. En los últimos días se sumó al proyecto también el ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires.
“El plasma de convaleciente es el líquido de la sangre que tiene anticuerpos, que son defensas importantes contra el virus de los que ya tuvieron la enfermedad. Esto se estudiará como tratamiento para personas a las que se le detecta el virus de manera temprana para intentar evitar que empeore. Nosotros pensamos que la mejor estrategia es usar el plasma lo antes posible, cuando el paciente de edad avanzada presenta menos de dos días de síntomas inequívocos de coronavirus", aseguró Polack en diálogo con la prensa.
Y agregó: "Desde un punto de vista médico si se puede bloquear la progresión del virus, hay que intentarlo. Porque cuanto antes se frene, es mejor. Pero para saber si esta estrategia funciona o no, hay que testearla formalmente. No hay que caer en recomendar un tratamiento simplemente por opiniones, como ocurrió con la hidroxicloroquina. Y para eso encaramos este estudio”.
La técnica originada en Junín
Esta técnica fue utilizada en Junín contra la Fiebre Hemorrágica Argentina que apareció en la región en los primeros años de la década del 50.
Durante la epidemia del ‘58, los pacientes comenzaron a ser derivados al Hospital Interzonal y fue en ese entonces cuando se habilitó en el nosocomio una sala especial destinada a la investigación y tratamiento.
Los médicos comenzaron a ensayar un tratamiento con suero de convalecientes, que usaron en forma similar a la que se prescribía en otras enfermedades infecciosas, observando que los enfermos mejoraban notablemente. Y concluyeron en que la transfusión de plasma de convalecientes podía ser aún de mejores resultados.
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