El impacto de la pandemia por coronavirus que afecta al mundo generó un sinfín de cuestionamientos que nos obligan a volver la mirada y replantearnos muchos pasos que dimos como sociedad a lo largo de los años.
Más allá de las mencionadas teorías conspirativas sobre el desarrollo del covid-19, existe una necesidad real y urgente de comprender cuánta responsabilidad cargamos sobre lo que hoy ocurre a escala global.
Una forma de analizar esta actualidad es a través de la cosmovisión de los pueblos originarios, grandes defensores de la tierra y de todo lo que en ella vibra, en comunidad.
Democracia dialogó con referentes de la Comunidad Mapuche, Oscar Farías, de Junín y Hugo Silveira, de Rojas, quienes acercaron sus reflexiones sobre el virus, las consecuencias y el aprendizaje que podría –y debería- dejar la pandemia a la humanidad.
Respeto por la naturaleza
La cercanía, el amor y el respeto por la tierra como algo sagrado que profesan los pueblos originarios es la clave que permite comprender sus observaciones sobre el impacto del covid-19 en el mundo.
“Los mapuches no contábamos la vida como años sino como ciclos y el verdadero año nuevo de la naturaleza se produce en lo que el blanco, la sociedad occidental, conoce como solsticio de invierno”, cuenta Oscar Farías.
“Nuestros antepasados, los espíritus antepasados, a través de generaciones transmitieron la observación de la naturaleza, del universo, del cosmos, de todo aquello alrededor de la tierra, del universo, de lo que rodea a la mapu, la tierra”, explicó.
Para el pueblo Mapuche y los pueblos originarios en general, “es muy sagrado lo que sucede en el universo, en el cosmos y en nuestra naturaleza, porque nosotros nos consideramos suelo, subsuelo y espacio”.
Cuando se habla de “mapuches”, se habla de “gente de la tierra”, de pueblos originarios, “pero no hablamos solo de la tierra que pisamos, hablamos de la tierra de las profundidades y la tierra de arriba, el cielo, el universo, el cosmos, por eso nos consideramos gente de la tierra, del todo”.
Hugo Silveira por su parte destacó lo "sacro" de la tierra: “Con nuestros hermanos de Neuquén, otra hermana Mapuche que vive en la comunidad de Comechingones del norte de Córdoba observamos y coincidimos, como hijos de la tierra que somos, en el avance despiadado del capitalismo”.
Destacó que “los pueblos cultivaban la tierra con respeto, rotando cultivos para que naturalmente la tierra descansara. Es parte de nuestra cultura el respetar la tierra”.
Los avances y los cambios en las sociedades llevaron a que muchas veces “se tome a la tierra no como un madre, la que nos da frutos, sino como un mero elemento al que hay que sacarle todo el rédito posible y a costa de lo que sea. Sembrar, sembrar y cosechar”, cuestionó.
El eclipse, un presagio
La noción de que el último eclipse total de sol -que pudo verse el año pasado en varias regiones de Argentina, incluida nuestra ciudad-, presagiaba “algo malo” parece lejano en la mente de muchos, pero es una realidad muy presente para los Mapuches y Farías explicó lo que representa:
“Sabemos que el verdadero año nuevo es cuando el sol termina un ciclo para comenzar otro. En este lado del hemisferio sur, eso sucede entre el 21 y 24 de junio de cada año, o de cada ciclo del sol”.
“Nuestros abuelos decían que cuando sucedía un eclipse, no era bueno. Si pensamos en las características del que vivimos el año pasado, que todo el mundo observó como algo trascendental, que por supuesto lo es, pero también se vio como algo turístico, atractivo”, reflexionó.
“Siempre advertían nuestros 'kinche', nuestros sabios, que no es bueno cuando hay un eclipse, cuando la luna oculta al sol. Decían que si se producía y lograba dejar solo un anillo grande, podíamos salvarnos de lo que podía venir, pero si la luna oscurecía -como sucedió-, tapando casi por completo al sol, venían tiempos malos para toda la humanidad. Y es lo que estamos viviendo”, indicó.
“Lo advertimos, y todos los pueblos originarios en América: Tehuelches, Quom, Diaguitas, todos sabemos que un eclipse puede preanunciar lo que estamos viviendo. Justamente lo que estamos viviendo”.
Aprendizaje, con sufrimiento
Según Farías, “el mundo hoy se da cuenta que no ha tenido un buen comportamiento con la mapu, la tierra, con la biodiversidad, con la naturaleza, con el espíritu de la tierra que lo que necesita es un descanso de lo que tomó por encima el desarrollo, el sistema neoliberal, el sistema consumista, individualista, la mezqquindad, los poderes fácticos, los económicos, el materialismo. Hoy prima la necesidad de descanso de la mapu”.
Silveira destacó además “el avance de la soja, muy notorio y es la que produce el gran desastre, los desmontes imparables. Eso provoca un desequilibrio en la tierra, en la naturaleza. Y esta pandemia es la más fuerte que atravesamos, con las manipulaciones genéticas. Está llegando al corazón del capitalismo de Europa y Estados Unidos”.
Farías remarca que “este llamado virus o coronavirus o covid 19 no ataca a los animales, a las plantas, no contamina el aire, las aguas, sino que es un llamado al ser humano, a la humanidad”.
El referente de nuestra ciudad explicó: “Con nuestros hermanos de diferentes ciudades y los ancianos en nuestra ciudad, comenzamos a debatir la observación de lo que sucede alrededor. Los valores de rectitud, éticos y morales que debe tener un hombre originario, un hombre de la tierra, en su relación con el prójimo y con el entorno natural. Cuando eso es desequilibrado, por supuesto que la naturaleza, que es perfecta, reacciona. Y es lo que estamos viviendo. Acá no hay castigo de Dios”.
En los pueblos originarios existe el concepto de reciprocidad: “Lo que hago es lo que voy a recibir, y es lo que hoy estamos padeciendo”.
Como pueblos originarios, Farías aseguró: “Tenemos una mirada de aceptación y agradecimiento, porque está hablando la mapu. Sabemos que en el medio va a haber dolor pero vamos a salir adelante”.
Silveira destaca que el aislamiento ha mostrado algo favorable, “en las familias que se reencontraron en sus tiempos de cuarentena, en los animales, en la reducción de la polución”.
“El tema será ver, cuando esto se supere. ¿Nos va a servir o no? ¿Cuánto habremos aprendido? Que no sean en vano los miles de muertos”, pidió.
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