Villa del Parque: Entregan viandas a vecinos carenciados
Un grupo de lugareños organizó una olla popular y todos los jueves entregan un plato de comida para los que lo necesitan. Lo recibe gente de este y otros barrios. La primera semana entregaron cincuenta y la última dieron más de 150. Esta semana se retomó parte del movimiento habitual del sector.
Hacia el sur de la ciudad, cruzando la avenida Circunvalación, el barrio Villa del Parque muestra un gran crecimiento poblacional, al tiempo que también exhibe algunas carencias que suelen ser propias de los sectores periféricos.
Como sucede en toda la ciudad, el aislamiento social, preventivo y obligatorio modificó hábitos y costumbres pero no disipó las carencias. Al contrario: los que tenían necesidades antes ahora las ven aumentadas.
En ese contexto, un grupo de vecinos organizó una suerte de olla popular para dar de comer una vez por semana a los que les cuesta vivir al día.
“En Villa del Parque hay dos realidades opuestas, se puede segmentar en clases sociales”, explica Franco Ratto, uno de los impulsores de esta iniciativa: “Tenemos los vecinos que están acatando la medida y los que no pueden hacerlo porque trabajan en algún oficio, tienen actividades que no pueden postergar ni suspender porque viven de eso”.
A raíz de esta circunstancia, algunos lugareños se reúnen los jueves en la sede de la sociedad de fomento “para darle una mano a la gente que hasta hace unos días no podía salir a trabajar, porque hay controles policiales, y debía quedarse en su casa, por lo que no tenía la diaria”. Después de años de residir en el lugar, conocen la situación de otros vecinos y, con el tiempo libre que les deja la cuarentena, pusieron en marcha la propuesta.
Tenemos los vecinos que trabajan en algún oficio, tienen actividades que no pueden postergar ni suspender porque viven de eso. Franco Ratto. Vecino.
Hacen la comida los miércoles y los jueves la terminan y la entregan. Para eso, hicieron una convocatoria a través de la página de Facebook “Sociedad de Fomento Villa del Parque”. Pero con el tiempo empezó a concurrir gente de este barrio y de otros aledaños, como Rincón de Cielo y La Rufinita.
“La primera semana hicimos unas cincuenta entregas y en la última fueron más de 150. La comida la conseguimos nosotros, tenemos ayuda del Junín Golf Club y de otra gente que colabora, cocinamos y entregamos nosotros”, resume Ratto.
Respeto a la cuarentena
En relación al respeto a las disposiciones vigentes, en Villa del Parque hay momentos en los que se advierte más circulación de la que debería.
“Con la cuarentena arrancó muy tranquilo, pero de a poco retoma su movimiento –comenta Ratto–, pero es por una cuestión económica, hay gente que no puede acatar las restricciones al ciento por ciento. Hay gente que vive al día. Y también está el que se enoja porque ve movimiento en bancos o supermercados, mientras ellos tienen que andar como clandestinos para pintar en una casa. Con la flexibilización que se empezó a dar, esa incomodidad se va calmando”.
Juan Luis Santillán es un joven que se crió en Villa del Parque y trabaja en uno de los almacenes tradicionales de este sector. “Hay gente que no entiende, pero es algo que pasa en todos lados”, afirma, para luego ampliar: “En este barrio hay mucha gente mayor que antes uno la veía cuando salía y ahora no se ve por ningún lado, porque se tienen que quedar en su casa, por ahí mandan a sus chicos a hacer los mandados. Algunas semanas atrás había más controles, pero hay gente que no entiende”.
“En esta semana se notó que se retomó el movimiento”, observa Susana Zuccali, que tiene su despensa en el ingreso al barrio.
En referencia a lo que sucede dentro de su local, señala que sus clientes “entran con tapaboca, eso ya se sabe y se respeta, lo mismo que las distancias”. De hecho, pintó líneas en el piso para marcar la separación que tiene que haber entre los clientes en su negocio.
El comercio
Como sucede en todos lados, acá también los comercios vieron afectados sus ingresos y sus ventas a partir de la cuarentena.
Santillán, por ejemplo, antes trabajaba toda la semana y ahora lo hace algunos días.
Zucalli, en tanto, cuenta que “la gente tiene menos dinero” y eso perjudica la caja diaria: “Debido a eso es que tengo menos ventas, sumado a que tengo cuatro horas menos de atención. Eso tiene su impacto en el comercio. Dentro de todo, puedo seguir subsistiendo y pagando lo que debo, hasta hoy”.
Y concluye: “No me imaginé que en mi vida podía llegar a vivir una cosa como esta. Creo que, de ahora en adelante, vamos a tener un cambio total en nuestras vidas”.