En momentos como los que atravesamos, no solo a nivel local sino nacional y mundial, es cuando más se pone a prueba la calidad humana y el amor y cuidado hacia el otro.
Miriam Rizzo es una madre juninense, abuela de ocho nietos y modista, que vive en el barrio Belgrano y tuvo una idea que decidió llevar a cabo sin dudar: confeccionar barbijos y donarlos a quienes les hicieran falta.
“La iniciativa más que nada se dio porque tengo a mi hijo que trabaja en la Fuerza y están con el problema de que no les dan barbijos”, contó a Democracia sobre lo que la impulsó a fabricarlos.
“Yo soy modista de barrio”, cuenta con gran humildad.
“De lo poquito que cobro y que tengo puse para comprar las telas y elásticos para hacer los barbijos y repartirlos”.
Tal vez más allá de la idea solidaria, lo que sorprende también es la dedicación que le puso a la tarea que comenzó el pasado sábado porque ya realizó 100 barbijos.
“Volveré a hacer otros 100, y seguiré hasta que esto pase. Me parece que viene para largo”, se lamenta.
Miriam realiza los barbijos en tela de friselina, con elástico fino y los regala.
Según aseguró: “Bajo ningún punto los vendería, no haría una cosa de esas. Como dije tengo mi hijo en la Fuerza y ellos no la pasan bien, están en la calle, en la ruta. Así que yo los entrego a quien me pide”, relató.
Actualmente, según indicó, “la mayoría de los que estoy haciendo ahora son para compañeros de mi hijo y también se ha contactado mucha gente, enfermeras, gente que trabaja en la calle”, explica.
La tarea solidaria y desinteresada de Miriam es de las que hacen falta en tiempos como estos, donde muchos deciden aprovecharse en lugar de dar una mano.
“La gente los necesita y yo necesito de la gente”, aseguró. Y sin dudas su solidaridad transforma y llena de esperanza. Las cosas se pueden hacer bien. Claro que sí.
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