Desde muy chica María Inés Pomes decía que quería ser maestra. “Como mi mamá”, agregaba, siempre, a su sentencia. En realidad, su madre era escribana, pero nunca había ejercido su profesión, sino que se dedicó al magisterio.
La pequeña María Inés anunciaba su vocación pensando en la actividad docente en general, más que como maestra de grado específicamente. Por eso hizo, no uno, sino dos profesorados.
Así fue como en 1976 empezó a dar clases y hoy, casi 45 años después, está poniendo punto final a una carrera que desarrolló con una enorme pasión.
“Estudiar lenguas extranjeras también te mete en otros mundos”.
Profesora
Pomes hizo la primaria en la Escuela N°1, pero la terminó en el Santa Unión, donde también cursó el secundario.
Eran muchas sus inclinaciones cuando egresó, por lo que se inscribió en los profesorados de Física y de Filosofía. Durante un tiempo hizo ambas, hasta que se definió por la humanística. Y tanto se interesó, que se recibió primero de profesora de Filosofía y, luego, de Letras.
“Amo la docencia, la quise siempre y por eso seguí esa carrera”.
Trayectoria
Su primer trabajo como docente en su regreso a Junín fue, curiosamente, como profesora de Francés en la Alianza Francesa, ya que había hecho los estudios en ese idioma. Después hizo algunas suplencias en la misma área, en el secundario.
En 1978 la convocaron para dar algunas horas en el profesorado de Filosofía del Instituto N°129. “Ahí estuve unos cuantos años con diferentes cátedras”, comenta.
Posteriormente se casó, tuvo sus hijas y su carrera docente se vio acotada por esas circunstancias. “No obstante, siempre seguí con algunas horas en el secundario”, agrega. Y fue así como pasó por muchos establecimientos: Comercial, Normal, Nacional, Santa Unión, Marianista, San José, Media 1, Industrial, entre otros.
En 1998, cuando se abrió el Profesorado de Lengua y Literatura en el 129, tuvo muchas horas. Ahí dio Lingüística, Teoría Literaria, Semiótica y también Italiano.
A la filosofía volvió en los últimos años. Fue en el profesorado –también del Instituto N°129– para hacer las prácticas docentes de los alumnos que están en la última parte de la carrera: “Así que la retomé desde otro lugar, con otro sentido, porque tenía que dar la parte didáctica, lo que también me obligó a releer algunos textos y estar en contacto con los alumnos. Lo bueno es que, al dar cosas distintas, se disfruta más porque uno no está haciendo siempre lo mismo”.
En el año 2009 se jubiló pero al mes ya estaba trabajando de nuevo, por lo que fue una carrera prácticamente ininterrumpida. “Hasta ahora, porque ya decidí dejar la docencia y solamente me queda tomar algunos exámenes, cosa que no puedo hacer hasta que no pase esta cuarentena por el coronavirus”, señala.
La literatura
En su carrera, Pomes siempre se inclinó más hacia la lengua. “De la literatura me enamoré después, mientras la iba dando”, cuenta, para luego añadir: “Fui alternando. Trabajaba con la lengua, que es una estructura más rígida, y cambiaba de aula para dar Teoría Literaria, y leíamos un cuento de Gabriel García Márquez o de Juan Rulfo, y me apasioné con poder analizarlos y, sobre todo, poder compartirlo con los alumnos”.
Sobre sus gustos literarios, destaca los autores nacionales, trabaja mucho con textos de Jorge Luis Borges, y también disfruta la literatura europea. “Estudiar lenguas extranjeras también te mete en otros mundos –explica–, yo leí mucha literatura francesa en el idioma original, y ahora estoy leyendo mucho en italiano. Yo siempre digo que uno viaja a través de la literatura. Viaja en el tiempo y en el espacio, se mete en distintas culturas, en otros mundos”.
Respecto de su actualidad, cuenta que está leyendo una novela italiana que se llama “Giro del vento”, y destaca que redescubrió al autor húngaro Sándor Márai. “También muchos autores franceses, y a Cortázar siempre lo tengo a mano y presente”, puntualiza.
“Yo siempre digo que uno viaja a través de la literatura. Viaja en el tiempo y en el espacio, se mete en distintas culturas, en otros mundos”.
Balance
Después de casi 45 años transitando aulas, María Inés Pomes decidió poner un punto final a su carrera docente. “Ahora mis planes son leer y estudiar”, resume.
Por momentos le resultó cansador, pero considera que fue un tiempo “de un gran aprendizaje” para ella.
Es un momento de balances y se emociona hasta las lágrimas cuando repasa el camino recorrido. “Lo volvería a hacer tal cual. Amo la docencia, lo quise siempre y por eso seguí esa carrera, me va a costar mucho no hacerlo. Va a ser duro dejar el instituto, no estar más en contacto con mis alumnos, pero bueno, no puedo seguir por siempre como profesora”.
Y concluye: “Cuando uno ama algo, lo hace con pasión. Hay alumnos que me reconocen el entusiasmo que pongo en las clases. Pasa lo que muchas veces cuentan los artistas cuando suben al escenario: yo podía estar con preocupaciones de índole doméstica o familiares, pero entraba al aula –que es mi ámbito– y era otra persona, y cuando salía de repente me acordaba que tenía algún inconveniente que me había olvidado. Es una suerte de terapia. Y, por lo que me dicen mis alumnos, parece que eso se percibió. Yo nunca dejé de dar la clase o de no hacer nada en esa hora, me sentía morir si me pasaba eso”.
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