Oscar Medina tenía seis o siete años cuando empezó a frecuentar gimnasios de boxeo. Inspirado por la carrera pugilística de su padre, Roberto, dio los primeros pasos en el deporte en Arrecifes, donde vivía con su familia.
A partir de allí, siguió una interesante carrera en la que se coronó campeón latino y sudamericano, que lo terminó llevando a Rusia, donde reside desde hace seis años.
Según dice, fue en Siberia donde ganó el premio más importante: “Allá logré el mejor título que fue el de formar una familia”.
“Con Bonanni fue una gran pelea, con el Club Ciclista colmado”.
Boxeador
Entrenado desde el principio por su padre, Oscar “Piñón Fijo” Medina hizo 72 peleas amateurs que le permitieron salir campeón argentino dos veces. Luego decidió dar el salto al profesionalismo.
Su primer combate en esa condición fue en Arrecifes, en un festival organizado por su padre, en el que le ganó a Luis Andrade. Más adelante enfrentó a René Cuenca, con quien perdió por puntos.
En el año 2002 se vino a Junín a entrenar con “Polo” Rodríguez en el gimnasio de Arano Box, más tarde se vino su hermano y finalmente se instalaron aquí sus padres.
Hizo algunos combates como profesional, luego pasó a trabajar con un promotor de Pergamino y más tarde formó parte del staff de Mario Margossian. “Yo no me casaba con nadie, donde salía una pelea, allá iba”, recuerda.
En el año 2007 le ganó a Marcelo “Chino” Miranda, un triunfo que le permitió obtener el título Latinoamericano de la OMB. “Fui de visitante, había unas cuatro mil personas en Córdoba y allá le gané”, explica.
Al año siguiente se hizo la revancha que perdió por knock out técnico. Luego cayó derrotado con Omar Weis, les ganó a Iván Taberna, Adan Martínez, Luis Pablo Zárate, Diego Ledesma y Ángel Aguirre. Entonces compitió por el título Sudamericano, un cinturón que obtuvo al imponerse a Nelson Pilotti por KO técnico.
“Después hice un par de defensas –cuenta– una de esas fue con Juan Manuel Bonanni, que fue una gran pelea, con el Club Ciclista colmado”.
Al exterior
En ese contexto, tomó una decisión clave: se fue “a probar suerte” a Italia. Estuvo en Rímini y más adelante se radicó en Milán. “No sé si hice bien o si hice mal, pero quería probar suerte”, dice.
Lo cierto es que no le fue tan bien en lo deportivo, aunque sí en el plano personal, ya que conoció vía Internet a una joven rusa que hoy es su esposa.
Se fue a Rusia a conocer personalmente a quien, por entonces, era su amor virtual, y luego de otro paso por Italia regresó a Argentina para hacer una defensa que le permitiera retener su título Sudamericano. Luego del triunfo se fue a Rusia a acompañar a su mujer y, si bien no pensaba quedarse, finalmente se instaló.
“En Rusia se respeta muchísimo el profesionalismo”.
En Rusia
Hace seis años que Medina vive en Novokuznetsk, una ciudad de un millón de habitantes en la región de Siberia, que pasa de 25 grados en verano a 40° bajo cero en invierno. Al principio, no fue fácil: “El primer año, entre el clima y el idioma, fue muy difícil. Pero cuando uno quiere hacer las cosas, las hace. Cuando llegué la temperatura llegó a ser de 50° bajo cero. Se puede salir a la calle solamente con trajes térmicos. El idioma lo aprendí un poco con mi esposa y después hice un curso para saber lo básico como para poder desenvolverme. Ahora ya hablo ruso de manera fluida, lo que me cuesta un poco es escribir”.
Intentó trabajar en gastronomía y luego decidió probar suerte como entrenador. Así ingresó en un gimnasio en el que empezó con clases de gimnasia grupales, a las que les fue agregando actividades de personal trainer, ritmos latinos y zumba.
También hizo diez combates. Uno de ellos, contra Pavel Mamontov, fue por el título mundial. “Me la dieron perdida por puntos, aunque no la había perdido”, asegura.
En total, ganó seis y perdió cuatro por puntos. “Allá ganan solamente los rusos”, afirma.
Así fue como se retiró definitivamente y hoy se sigue dedicando a la actividad física.
“Tal vez podría haber llegado a un poco más, no sé si hice bien o mal en irme, pero seguí a mi corazón y gané la posibilidad de tener una buena familia”.
Balance
Ya afincado en Rusia, Medina dice que en aquel país la gente “es de una idiosincrasia muy distinta, en general son cerrados”. No obstante, a medida que se insertó, vio que “cuando las personas se abren, son muy amables”.
“Me fui con la intención de buscar un futuro mejor –afirma– y, si bien no se dio con el boxeo, logré el mejor título, que fue el de formar una familia. Tengo una esposa y una hija que son muy especiales”.
Con el objetivo de seguir adelante con su vida, su familia y su trabajo allá, Medina puso punto final a su carrera como boxeador, de la que hace un balance: “Estoy contento porque con lo poco que hice me sirve para trabajar allá, porque es un lugar en el que se respeta muchísimo el profesionalismo. Los campeonatos latino y sudamericano no son dos chapas tan grandes, pero allá son valoradas como su fueran un campeonato del mundo. Tal vez podría haber llegado a un poco más, no sé si hice bien o mal en irme, pero seguí a mi corazón, conocí a la que hoy es mi esposa y gané la posibilidad de tener una buena familia, por eso no estoy arrepentido”.
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