El escritor Guillermo Martínez visitó la Costa Atlán-tica para hablar junto a la novelista y periodista Florencia Etcheves sobre variantes del género policial, y lo hizo de la mano de su última criatura, "Los crímenes de Alicia", una continuación del exitoso "Crímenes imperceptibles", con la que se sumergió en el mundo de un personaje sobre el que admitió saber previamente "poco y nada": Lewis Carroll.
Martínez, quien participó en Mar del Plata y Pinamar del ciclo de escritores que organiza cada verano el Grupo Planeta, confesó que al cruzarse casi por azar con el disparador usado para esta novela decidió ocultarle la idea a sus amigos y editores, porque creyó que era "algo precioso que estaba a la vista de cualquiera en Google".
En una entrevista, el autor contó además que, detrás de su imperativo categórico -"escribo la clase de novela que me gustaría leer"-, ya trabaja en un nuevo material, que no tiene que ver con el policial, sino con la escena literaria.
-¿Cómo encaró la investigación que le permitió ambientar la trama del libro en el mundo de los biógrafos de Carroll?
-La novela está precedida por "Crímenes...", en la que no hice ningún trabajo ad hoc, porque de algún modo estaba hecho en 25 años de haber estudiado lógica. En este caso, a mí me encargaron el prólogo de un libro de divulgación de lógica de Carroll, y quería introducir una pequeña nota biográfica. Entonces al leer algo de su biografía aparece este detalle que a mí me decide a escribir una novela, que es la cuestión de las páginas arrancadas del diario íntimo de él por las sobrinas nietas, y el hecho de que por remordimiento y lo religiosas que eran habían anotado en un pedazo de papel lo esencial de cada una de esas páginas. Desenterrar una trama a partir de una única frase que aparece en esos papeles era lo que me seducía.
-¿Tuvo que convertirse en experto en Carroll?
-Yo no sabía nada de la vida de él, más allá de lo que aparece en los prólogos. Había leído dos o tres libros, pero no era un autor que yo siguiera y conocía poco y nada. Cuando estuve en Oxford, no me había interesado demasiado por seguir las huellas. Entonces todo fue un trabajo que hice a lo largo de varios años.
-¿Le generaba dudas meterse con un personaje así?
-En parte sí, porque yo quería estar a la altura del material, y porque Carroll es un personaje muy estudiado, como Borges para nosotros. No quería deslizar los lugares comunes más obvios. Quería encontrar matices interesantes, cuestiones no del todo dilucidadas. Entonces hice una investigación como no había hecho para ninguna otra novela mía. Pero a la vez tenía tanto material que me amenazaba el peligro opuesto, el de la novela convertida en un fichero de notas.
-¿Cómo evitar que ese material devorara la trama de ficción?
-Por un lado, dividí la información en opiniones diferentes de personajes, para que cada uno aportara un ángulo distinto. Porque además soy muy suspicaz respecto al género de la biografía. Y así como todo lo que se dice de un modo coral sobre Carroll está documentado, todo lo que corresponde a la trama policial es totalmente ficticio.
-¿Se cuidó que el libro no adquiriera un tono demasiado complejo o académico?
-Yo siempre me atengo a un principio: escribo la clase de novela que me gustaría leer. Porque no se puede aspirar a conformar a todos los lectores. El lector es una suerte de entelequia muy inasible, entonces yo no puedo esperar que tengan un cierto nivel de comprensión de algunas cuestiones, pero más o menos trato de que haya un grado de precisión, de detalles, de desarrollo de teorías que a mí me gustaría leer. Y por supuesto siempre errás en algún sentido.
-¿Pesó el famoso estigma de las segundas partes?
-La verdad que sí. Lo que más me preocupaba era no quedar por debajo de la primera novela, justamente por esa especie de estigma. Me interesaba mucho el tema y no quería desaprovecharlo. Me parecía un tema precioso. Es más, es la primera vez que le oculto el tema de la novela a mis amigos, a mis editores. Tenía cierto temor, porque me parecía que era algo precioso que estaba a la vista de cualquiera. Que en una búsqueda de Google podía aparecer. Y la novela depende mucho de ese pedazo de papel. Hasta que no la escribí del todo y la publiqué estaba preocupado.
-¿Por qué piensa que los lectores buscan los policiales?
-Es difícil hacer esas afirmaciones. Yo diría por ejemplo que ahora hay estanterías de libros de género, que antes no había. Diría que hay ciertas olas. No estoy tan seguro de que se lea tanto novela policial. Diría que se ha leído de una manera bastante consistente a lo largo del tiempo, pero cambiaron las estanterías donde se colocan. Antes era considerada una literatura de ínfima categoría, en España de hecho todavía se desprecia bastante el género. En Argentina hubo más suerte porque tuvimos la colección de Borges y Bioy Casares, y la fortuna de que muchos de nuestros grandes escritores teorizaron sobre el género.
-¿Está trabajando en nuevo material?
-Sí, en una novela que no es policial, que tiene que ver con la escena literaria. A mí me gusta mucho Henry James y sus novelas sobre escritores. Entonces tomo un tema que él toma al pasar en una nouvelle que se llama "La próxima vez", y voy a escribir una más o menos breve que se va a llamar "La última vez". Es sobre el mundo literario, transcurre en Barcelona, unos años después del boom literario.
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