Cada 12 de enero se celebra en nuestro país el Día del Pizzero y Pastelero. La fecha surgió como un reconocimiento a quienes llevan adelante una profesión que si bien nació en Italia, en la cocina europea, se adoptó como pocas en nuestro país y con la mejor calidad gastronómica.
El día coincide con la fecha de la Fundación del Sindicato de Argentina perteneciente a dicho gremio.
La elaboración
Sería injusto llamar al maestro pizzero como un mero encargado de preparar y cocinar las pizzas.
De hecho la elaboración de la pizza, este plato típico de la cocina italiana cuya popularidad se ha extendido por todos los lugares del mundo en una infinidad de variantes, tiene mucho de mística y podría asegurarse que “a nadie le sale igual”.
Concretamente, la pizza consiste en un pan horneado elaborado con harina de trigo, sal, levadura y agua.
Tras la preparación se deja levar la masa que luego se expande sobre una pizzera y se le añade la salsa de tomate.
Hasta allí todo parece idéntico para cada pizza pero lo cierto es que hay tantas variedades como degustadores.
Salamín, champiñones, jamón, cebolla, pollo, huevo, palmitos, ananá, rúcula, roquefort. Existe un gran número de tipos de pizza dependiendo de los ingredientes que le incorporemos.
La pizza napolitana es la única con denominación de origen propia de la Unión Europea.
Una pizza, un encuentro
Si bien actualmente la pizza se ha convertido en una comida rápida accesible en el mundo entero, la cual puede ser degustada también a través de las diversas franquicias que elaboran este alimento y distribuyen a domicilio, lo cierto es que también son un alimento de encuentro con amigos y celebración.
Al menos en Argentina, reunirse a comer pizza y acompañarla de algunas cervezas es, tanto para jóvenes como adultos casi un ritual que se acentúa durante los fines de semana.
Del mismo modo, el encuentro en las cada vez más numerosas pizzerías locales muestran que siempre resulta una de las primeras opciones a la hora de una salida a comer afuera.
Un poco de historia
Este sector que nació en nuestro país con los albores del siglo XX, han logrado con el pasar de los años, integrar un nutrido número de comerciantes dedicados a la elaboración de las distintas especialidades que hoy constituyen uno de los platos predilectos de los argentinos.
Como ocurre con la gran mayoría de los platos, la pizza no cuenta con una determinada fecha de nacimiento.
Hay quienes aseguran que ya los habitantes de la ciudad de Pompeya la conocían pero naturalmente, con otro nombre.
Cuando fueron descubiertas las ruinas de la otrora ciudad, fueron encontrados recipientes petrificados en cuyo interior se observaron rastros de lo que bien podría ser la pizza de nuestros días.
En Europa, la pizza no cuenta con demasiados antecedentes, excepto en Italia y parte de Francia, donde este alimento es acompañado con nueces y avellanas.
Algunos napolitanos ocuparon mucho de su tiempo en rastrear el origen de este alimento. También en Buenos Aires se recuerda que hace varias décadas, cuando la compañía napolitana de Rafael Viviani estrenó la revista “Napoli in frac”, había un cuadro titulado “Nápoles ayer” en el que se había hecho un elogio a la pizza y al referirse a su origen un personaje decía que la pizza había nacido en Nápoles.
La cuestión es que ninguno de los historiadores o escritores interesados en descubrir su origen, han logrado ponerse de acuerdo.
La pizza argentina
La pizza hace su irrupción en Buenos Aires a fines del siglo pasado con la llegada de las primeras corrientes de inmigrantes italianos.
Principalmente trajeron esa costumbre los oriundos del sur de esa península, que no tardó en convertirse en aquellos tiempos, en una especie de negocio ambulante.
Los elementos del pizzero que recorría las calles de Buenos Aires a fines del siglo pasado ofertando su producto eran simplemente un trípode y una campana de lata. La campana lo resguardaba de la intemperie y servía de refugio a los improvisados comensales.
Luego llegaron los pregoneros de la fugazza y la fainá, que se colocaban estratégicamente cerca de las escuelas, a la espera de la salida de los alumnos.
Pero la pizzería en sí nació en el barrio de La Boca y ya no eran los chicos o los italianos sus clientes. La empezaban a degustar personas de las más variadas nacionalidades.
Los maestros pizzeros no esconden sus secretos con respecto a la elaboración de este exquisito alimento. Cada uno de ellos tiene su propia escuela pero sostienen que la clave de su preparación está en la masa, que debe ser preparada con los mejores ingredientes y se le debe dedicar un trabajo manual intenso y equilibrado para lograr la consistencia justa. Todo está en el gusto de cada uno, hay quienes la prefieren muy bajita, otros con media masa.
En nuestra ciudad existen muchos comercios en donde el más exigente comensal podrá encontrar el sabor que le satisfaga, con ese toque particular que distingue a cada uno de ellos.
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