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TRAS CONOCERSE LOS DATOS DEL CENSO NACIONAL REALIZADO POR EL INDEC

En 30 años, los pequeños productores agropecuarios se redujeron a la mitad

Referentes del campo local, consultados por Democracia, coincidieron en que el sector no puede hacerle frente a los costos de la actividad, en el marco de una tendencia general que apunta a las explotaciones cada vez más grandes. El papel de las retenciones, otro punto de conflicto.

Datos preliminares del Censo Nacional Agropecuario presentado por el Indec, muestran que las explotaciones agropecuarias en la provincia variaron en más del 50% en los últimos treinta años. De hecho Buenos Aires llegó a tener 75.531 en 1988 y en el último año pasó a 36.700.
La situación muestra que los pequeños y medianos productores quedan cada vez más lejos del sistema y eso ocurre por distintas cuestiones como la dificultad de afrontar los impuestos y cargas fiscales, la falta de inversión o el éxodo de la zona rural hacia la ciudad que deriva en la venta o alquiler de parcelas que suelen conformar grandes concentraciones.
Democracia consultó sobre la situación a Alejandro Borchex, de la Sociedad Rural Argentina, Alejandro Barbieri, ex presidente de la Sociedad Rural Junín y Rosana Franco, presidente de la Federación Agraria, filial Junín.

Dificultades del sector 
La dificultad de los pequeños productores, que no tienen escala para soportar los costos de la actividad, o los impuestos o las retenciones, entre otras cuestiones, son clave a la hora de entender la problemática.
“La tendencia general en el campo es a las explotaciones cada vez más grandes”, adelanta el ingeniero Borchex sobre el nuevo paradigma del sector. 
“En Estados Unidos, en los últimos treinta años se han concentrado las explotaciones a punto tal que prácticamente hoy es la mitad de las que había”.
En lo que respecta a nuestro medio, aseguró que “siempre se ha hablado de la unidad económica que en definitiva se expresa en un valor mínimo de hectáreas para una zona media de la pampa húmeda, para permitir la subsistencia. Si bien la escala es una tendencia general en las explotaciones agropecuarias, por otro lado los emprendimientos agropecuarios de cierto valor que tengan capacidad económica para sustentar a una familia son muy bienvenidos”.
Pero ello no quiere decir que todo deba tender hacia lo grande ni a lo que llamaba “minifundio”.
“Es un tema de productividad, de sustentabilidad y mucho hacen los valores y las cargas fiscales que pesan sobre la producción. Se dice hace mucho tiempo que con el aumento constante de las cargas fiscales y ni hablar de las retenciones, la superficie necesaria para subsistir es cada vez mayor”, señaló.
Borchex aseguró: “Si bien no tengo cifras de la región recojo quejas permanentes de quienes tienen explotaciones reducidas que no logran cerrar sus cuentas”. 
Ello deviene en la venta, el alquiler, a la cual se llega también por una cuestión simple, “que desarma las explotaciones”, según Borchex, y es la  biológica.
“Si el campo tiene una dimensión reducida y quien lo opera ya no es el titular sino los descendientes, esas parcelas son imposibles de distribuir entre los herederos y van a la venta”, explicó.
Asimismo aclaró que “el impacto en el sector es indiscutible, hay gente que debe salir de la actividad y no se justifica, pero uno es consciente de que es un tema general. No solo de nuestro medio”.
“Desde el punto de vista del funcionamiento de la economía general y desde el aspecto fiscal, es necesario que cada hectárea de la pampa húmeda tenga la mayor producción posible, más allá de la figura de un titular o de un alquiler”, consideró.

“Cambiar el enfoque”
Alejandro Barbieri, ex presidente de la Sociedad Rural señaló que la situación requiere un cambio de enfoque respecto de la transferencia que se realiza desde el sector primario a otros sectores y que “no corresponde”.
“Mientras las retenciones sigan yendo a subvencionar al petróleo y al transporte, como lo están haciendo a través de varios decretos que salieron del Poder Ejecutivo, seguiremos perjudicando al pequeño productor”, aseguró Barbieri.
“La única opción que queda es la economía de escala y cuánto más economía de escala hay quiere decir que el que produce tiene que tener mayor capacidad, o sea ser más grande”, argumentó.
“Con las retenciones hay una transferencia de recursos del sector primario al resto de los sectores y al estado para subvencionar gastos, otras producciones y la consecuencia es que al pequeño o mediano cada vez le cuesta más producir”.
Según indicó el ex presidente de la SRJ, “Junín hoy pierde mil ochocientos millones de pesos. Eso se lo lleva el estado en detrimento de todos, y afecta al pequeño o mediano, la mayoría de los de Junín. Es dinero que no se invierte acá”.
En consecuencia, al no poder invertir en su propia tierra, termina alquilándola y ese productor se traslada a la ciudad, a vivir de renta.
Sumado a la “falta de estado de caminos, la falta de conectividad, y la ganancia que se le quita a través de impuestos y retenciones”. 
Para Barbieri, “hay que cambiar el enfoque desde las entidades y hablar de que la transferencia del sector primario a otros sectores no corresponde porque perjudicamos a los productores, eso lleva a que desaparezcan”.

Incentivos a productores
La presidenta de la FAA filial Junín destacó la situación de desarraigo y el traslado a la ciudad. 
“Primero se da porque quedan unidades pequeñas que no son rentables, porque hay campos lejos de los pueblos, caminos intransitables, a veces sin telefonía celular, conectividad, inseguridad, y a eso se suma gente mayor, que se termina yendo a la ciudad”.
Franco continuó: “En Junín tenemos pueblos más cerca, pero en la provincia, como Azul u Olavarría que son partidos grandes hay gente que tiene escuelas a 50 kilómetros entonces se acerca a la ciudad”.
Además, agregó “no se puede sembrar soja y van quedando las explotaciones grandes y lo demás se va mudando a la ciudad. Creo que hace falta un programa de arraigo y también incentivo a través del crédito para cultivos alternativos para que la gente vuelva a la ruralidad”. 
Para las parcelas chicas, “los impuestos son muy caros y se termina alquilando, al menos en los lugares donde se puede sembrar soja. Y la infraestructura es una cuestión no menor”.
Por último destacó que “los campos que se venden son adquiridos por inversionistas, de la ciudad o extranjeros. Gente dedicada a otros negocios, no al campo”, concluyó.

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