RECONOCIDO COMERCIANTE DE NUESTRO MEDIO

José Maulini: El “culpable” de que en Junín haya tantas bicicletas

Comenzó con un local de reparación en 1966 y con el tiempo su juguetería y bicicletería se convirtió en un emblema de la localidad. Supo levantarse ante las adversidades. También fue ciclista, motociclista y tesorero de Sarmiento.

Todavía hoy, muchos juninenses lo recuerdan. Fue un slogan, pero también fue mucho más: una carta de presentación, una marca de fábrica, una pregunta que llevaba implícita su contestación: ¿Quién tiene la culpa de que en Junín haya tantas bicicletas?, se preguntaba un locutor en la radio, la televisión o en el estadio de Sarmiento. Pasaron más de 30 años y no hace falta escribir la respuesta.
Rodados Maulini es un proyecto que nació en 1966, creció, tropezó, superó adversidades, se reinventó y se consolidó. Más de cincuenta años después de aquel inicio, José Maulini y su hijo Néstor repasan la trayectoria de un comercio emblemático de la ciudad.

“Este es un trabajo hecho en familia y eso es muy importante”.

Primeros pasos
José Maulini nació en Las Morochas y se crió en el campo, en la zona de Morse, donde hizo parte de su escolaridad, para terminarla en Junín.
A los doce años ya había empezado a trabajar. Primero en una metalúrgica y después en una fábrica de máquinas industriales. Y también de muy jovencito comenzó con el deporte.
Fue un destacado ciclista de nuestra ciudad que, por estar metido en el rubro, terminó poniendo una bicicletería: era un local de reparación que estaba en la calle Saavedra.
Con el tiempo empezó con algunas ventas, fue creciendo, hasta que tuvo su propio salón de ventas en el que fue un sitio tradicional, en Primera Junta y Gandini.

“La clave es la perseverancia. Ante cada caída, hay que levantarse”.

Consolidación
Mientras en lo personal ya había empezado a dedicarse al motociclismo –actividad en la que llegó a ganar una edición de la entonces famosa Vuelta de La Pampa– su comercio siguió creciendo y el 1° de octubre de 1979 se instaló en el local de General Paz 37. “En ese momento el salón de exhibición era más chico que el que tenemos ahora, y con un depósito mucho más grande porque hacía distribución mayorista”, recuerda José.
A la venta de bicicletas y rodados empezó a incorporarle algunos juguetes. Primero fueron un par de estanterías con algunas cosas, pero con el tiempo los artículos de juguetería fueron ganando más y más espacio en el local.
Eso, sumado a los cambios en la forma en que los juninenses se movilizaban, hizo que incorporaran ciclomotores y en el año 1992 se lanzaron a hacer una reforma importante para ampliar el el salón de exposición.

Caerse y levantarse
Maulini tiene una forma de mirar la vida que la aplica a todas sus actividades: “Tuve muchas caídas en la bicicleta y en la moto, pero es como el comercio: te caés y te tenés que levantar, no queda otra”.
Y vaya que tuvo tropiezos en su actividad comercial. El principal fue en 1992, cuando estaban por terminar la reforma del local, un incendio consumió prácticamente todo lo que había allí.
“Llevaba 25 años de trabajo y tuve que empezar de cero porque se había perdido todo”, recuerda José con tristeza.
Su hijo Néstor agrega: “Es muy difícil salir de eso. Pasaron 27 años y recién hace pocos meses que terminamos de pagar refinanciaciones de deudas de aquel entonces”.
Es cierto que en aquel entonces muchos les tendieron una mano. Proveedores que les regalaron mercadería. Otros que les depositaron dinero. “El corralón de Capelleti nos dio una mano importante y el arquitecto Caratti también, se puso a disposición”, recuerda Néstor.
Para José, esto era fruto de la trayectoria comercial que habían sabido construir.
Aunque no fue fácil. “Fue muy complicado –cuenta Néstor–debíamos 30 veces lo que teníamos. Pensá que se quemó previo al Día del Niño, que fue un agravante, porque teníamos mucha mercadería pedida para esa fecha, y era un stock que teníamos que pagar”.
Con todo, remarcan que tomamos la decisión familiar de no presentar convocatoria: “Quisimos pagar todo y hacernos cargo. Así lo resolvimos y así lo hicimos”.
De a poco pudieron salir adelante, aunque algunas veces las coyunturas económicas del país les dificultaban las cosas. Y con idas y venidas llegaron hasta hoy como un negocio muy afincado en el comercio local.

“Tuve muchas caídas en la bicicleta y en la moto, pero esto es como el comercio: te caés y te tenés que levantar, no queda otra”.

Balance
El paso del tiempo fue modificando algunas cosas, pero no lo esencial. “Actualmente es todo más dinámico, hay cambios, pero hay una estructura básica en la comercialización –comenta Néstor–, a mí me sorprende, por ejemplo, que todavía se vende mucho el juego de mesa. Y la novedad pasa por los juguetes que tienen tecnología”.
Según dice, son muchas las cosas que influyen para sostenerse tantos años: “Los momentos, las situaciones, los contactos, es un paso a paso. En algún momento arriesgar, en otros esperar, y eso se aprende día a día”.
Néstor también hace una mención especial. “En esto tiene mucho que ver mi mamá, que estuvo años en el negocio. Es una parte muy importante”, remarca.
Y algo similar apunta José, al momento de hacer un balance: “Este es un trabajo hecho en familia, porque mi esposa trabajó muchos años acá, mi hijo me acompaña, mi nuera también, y eso es muy importante. Y en lo personal, es muy positivo. Tal vez me hubiese gustado no tener tantos tropiezos, pero teniendo en cuenta que vengo de una familia humilde e hicimos todo a pulmón, estamos muy satisfechos. La clave es la perseverancia. Ante cada caída, hay que levantarse”.

COMENTARIOS