Durante su paso por Junín, el viernes pasado, la gobernadora María Eugenia Vidal estuvo recorriendo algunos negocios del centro y, entre ellos, ingresó al de Raúl Parejas, quien también es presidente de la Sociedad Comercio e Industria de nuestra ciudad. En ese encuentro, el comerciante habló de los “momentos muy delicados” que está atravesando la economía local.
Esa imagen refleja la situación de incertidumbre que atraviesan el comercio y la industria locales. Los vaivenes del dólar y la recesión –entre otros ítems– generaron un escenario de marcada volatilidad en el que hay proveedores que ni siquiera tienen precios o no entregan mercadería en tiempo y forma, con exigencias de plazos de pagos cada vez más cortos, más una presión tributaria que –más allá de algún paliativo– sigue siendo apremiante.
“Yo represento a un montón de negocios y pymes y le hice saber a la gobernadora que tenemos problemas, le dije que tardaron mucho en escucharnos, precisábamos que nos presten atención porque somos los que vivimos el día a día”, explica Parejas a Democracia.
Sin precios
Una de las consecuencias directas de la volatilidad de la divisa norteamericana y de la incertidumbre que esto provoca, es que se pierde noción del valor de insumos y productos. Así se lo explica a este medio un referente de la industria textil: “Tuvimos que comprar telas y nuestro proveedor nos dijo que algunas de ellas no tienen precio, porque las bases de esas telas que se estampan son importadas. De todas formas, las elegimos y las encargamos sin saber cuánto nos van a salir, porque ya estamos planificando la producción del invierno que viene y no nos podemos retrasar más”. Es probable que la semana próxima esta pequeña industria tenga el monto exacto de la compra que hicieron hace unos diez días.
“Hay algunos rubros en los que pasa eso, por ejemplo, en los repuestos y algunos que están relacionados con el dólar, entonces no venden o lo hacen sin precio, es algo que se repite”, agrega sobre esto Guillermo Vega, titular de la Cámara Pyme del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (Capynoba).
Para Parejas, esto se vio, principalmente, la semana pasada, pero “cuando se estabilizó empezaron a aparecer los precios, aunque con aumentos, claro”.
Por su parte, el economista y docente de la Unnoba Guillermo Fontán sostiene que “uno no puede comprar sin precio, y este efecto más la alta tasa de interés, claramente redunda en la agudización de la recesión”. Inclusive, cree que “es muy probable” que se empiecen a generar mecanismos de ventas a pedido: “No digo en el caso de un supermercado, pero de algunos productos específicos o que no son de consumo masivo, es probable que los comercios tengan un stock mínimo y cuando alguien solicite algo que no están, lo pidan”.
Menos plazos
El otro tema que se vuelve cada vez más frecuente es el acortamiento de los plazos de pago. “Tampoco hay financiamiento –puntualiza Fontán–, hoy no te aceptan cheques a 30 días, y encima, si querés cobrarlo antes, la tasa de descuento está por encima del 80%”.
En el mismo sentido, el titular de Comercio e Industria observa que “algunos términos son difíciles de cumplir, porque uno tiene su cronograma hecho y la ronda venía funcionando, entonces, cuando al que le dabas un cheque a 60 días hoy te pide que le pagues a 20, se hace complicado”.
Vega, en tanto, plantea el mismo panorama, con pymes que tienen que acortar los plazos de pago “entre 15 y 30 días”.
Un empresario que tiene una pyme en Junín con decenas de empleados cuenta su caso a Democracia, que es más severo: “A muchos proveedores a los que les estábamos comprando con pagos a 30, 45 y hasta 60 días, hoy les tenemos que pagar al contado. Entonces hice la compra y para poder pagarla en esos términos, tuve que tomar un crédito al 79%, porque no me quedaba otra forma. Si no hacía eso, me quedaba sin materia prima, y el proveedor me cambió las condiciones de pago porque la inestabilidad del dólar hace que nadie te dé facilidades”.
Por supuesto que esto genera problemas económicos y financieros. “Además, yo no puedo trasladar a precios lo que me cobra un banco de intereses, tengo que manejarme con mucho cuidado” agrega el empresario.
En su caso, los proveedores sí tienen precio pero a valor dólar: “La última compra la hice con el dólar a $57, pero a eso hay que sumarle los intereses del crédito que tomé para tener plazo”.
Con todo, afirma que no observa que haya un corte en la cadena de pagos. Sobre esto, Vega sostiene que sobre finales del año pasado se vio “una gran cantidad de cheques rechazados y de cierres de cuentas” y, por consiguiente, “muchas empresas que venían endeudadas terminaron de cerrar porque quedaron muy complicadas a nivel financiero”. Pero, desde entonces, se tomaron medidas que permitieron que no esté cortada la cadena de pagos.
Algo similar a lo que opina Parejas: “Tengo la sensación de que todavía no se ha cortado, pero esto se logra cada vez con más sacrificio”.
Presión tributaria
Los costos de servicios y la presión tributaria son otros aspectos que contribuyen a profundizar el escenario de volatilidad e incertidumbre.
El mismo empresario pyme comenta que venía pagando 174 mil pesos por mes por el servicio de electricidad y en un determinado momento la factura llegó con un importe que superaba los $500 mil. “Ahora estamos esperando de cuanto será la próxima –añade– no sabemos qué nos están cobrando, cómo, en base a qué, entonces no podemos saber, ni siquiera, cuánto es mi costo por la luz que consumo”.
“Hace años que se viene hablando de que los costos fijos son cada vez más elevados porque el valor del dólar tiene una incidencia directa”, asevera Vega, para luego ampliar: “Los aumentos de las tarifas también tienen un impacto fuerte mientras que los comercios no tienen más ingresos y las ventas están cayendo o, en el mejor de los casos, se mantienen. El aumento de las tasas de interés hace que el dinero quede en los bancos, en el plazo fijo o en la compra de dólares, y eso genera más contracción en el mercado local”.
Parejas rescata la decisión de la Afip de dar facilidades de pago y suspender las ejecuciones y embargos. “Creo que nos han escuchado, quizás un poco tarde, pero lo que les pasa a las empresas y los comercios con los impuestos y la baja del consumo lleva a meternos en un embudo cuya salida es cada vez más chica”, afirma.
Es que, desde su análisis, los comerciantes primero abonan los sueldos y otras obligaciones, y “cuando llega el momento de pagar otros compromisos, como las tasas municipales o los impuestos provinciales, se hace muy difícil. Entonces aparecen las deudas, los problemas de las intimaciones, embargos, juicios, son cosas en las que las pymes quedan atadas de pies y manos. Por suerte se ha frenado esto. Además, hay una moratoria importante, pero no está bien que tengamos que agradecer una moratoria, no debería ser así”.
Escenario de incertidumbre
Todo esto conforma un escenario que los encuestados calificaron, unánimemente, como de incertidumbre.
Fontán, docente de micro y macroeconomía en la Unnoba, observa que, desde la perspectiva del empresario, “todo lo que parecía que iba a ser catastrófico, empieza a dar una señal, no de alivio, pero sí de cierta previsibilidad”. No obstante, advierte por el efecto que podría tener esta situación en este mes: “Se estima que en septiembre vamos a tener un índice de inflación de un 5%, porque hubo una gran devaluación, porque teníamos un dólar a $45 y estamos a $57, y eso se traslada a precios. Ahí aparecen las dificultades y esa imprevisibilidad va a hacer que la cosa esté muy quieta”.
Entonces, esa incertidumbre no permite planificar. “Nosotros festejamos como una gran victoria que logramos estabilizar y bajar unos pesos el tipo de cambio –analiza Fontán– pero volvemos a lo de siempre: el bombero apagó el incendio, pero ahora hay que reparar todos los daños que quedaron. En poco más de un año tuvimos tres devaluaciones fortísimas. Es posible que a octubre lleguemos con un tipo de cambio bastante controlado en términos de volatilidad. Pero la contrapartida en la economía real es de una gran recesión, sin señales de reactivación, con una tasa altísima, con lo cual la economía se va a paralizar, y con muy poca plata en la calle. Desde las perspectivas de las ventas, del consumo, el escenario es complicado”.
Para Parejas, este “es un momento de una incertidumbre importante”. El titular de Comercio e Industria dice sentir “mucha impotencia” porque siente que los que apuestan a la producción están “en el medio de dos fuerzas políticas”. Y concluye: “Creo que ambas deberían ser más razonables, más humildes y no tan egoístas, tendrían que pensar en la ciudadanía e intentar, juntas, sacar el país adelante. Pero quizás estoy pidiendo imposibles”.
Finalmente, Vega también ve “inestabilidad” en el panorama económico actual. “La persona que hoy tiene una situación estable, sin grandes deudas contraídas y que su negocio medianamente le cierra, no quiere hacer nada y trata de ahorrar cada peso que tiene en dólares o en un plazo fijo, y no va a hacer ninguna inversión por lo menos hasta después de octubre; y el que está mal es la que sufre las consecuencias de la contracción que hay hoy en día”, opina.
Es por ello que advierte por “la aparición de algunos fantasmas: el default selectivo y cepo atenuado –como se los llama a las últimas medidas– empiezan a alimentar esos temores, por eso se vio mucha compra de dólares en los bancos locales en esta semana”.
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