En principio, estas elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) parecen tener una particularidad que no tuvieron las anteriores: se estima que habrá una muy marcada polarización entre las dos principales fuerzas que disputan la Presidencia, la Gobernación y la Intendencia.
Es cierto que, en general, los comicios siempre están marcados por dos partidos o alianzas predominantes, pero eso se suele ver de manera más determinante en las elecciones generales y no tanto en las primarias, como pareciera que va a suceder el próximo domingo.
De acuerdo a los datos históricos, los analistas coinciden en señalar que el votante tiene un comportamiento diferente en las PASO respecto de las generales. De esta manera, en las primeras las decisiones se basan más en la cercanía, el carisma o las afinidades ideológicas o programáticas que en especulaciones resultadistas, mientras que en las segundas sí aparece con más evidencia el llamado “voto útil”, es decir, la decisión de optar por el mal menor, o elegir una alternativa no tanto por convicción sino para que no gane alguno de los postulantes que eventualmente pueda haber mostrado sus chances en las primarias y que el votante rechace.
El corolario de esta radiografía es que, generalmente, se da un panorama más repartido en las PASO y otro concentrado en menos fuerzas en las generales.
Sin embargo, todo indica que esta vez la polarización ya va a estar marcada en esta primera instancia que se desarrollará el domingo 11 de agosto. Algo que resulta distintivo respecto de comicios anteriores. De hecho, hoy se estima que las dos alianzas mayoritarias, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, se llevarán algo así como el 80 por ciento de la torta, mientras que hace cuatro años la suma de los votos de los entonces precandidatos a presidente más votados, Mauricio Macri y Daniel Scioli, no alcanzó el 70% del total. Además, en 2015 también hubo un tercer espacio, denominado UNA, en el que competían en la interna Sergio Massa y José Manuel de la Sota, que se llevó, contando los sufragios para ambos contendientes, alrededor del 20% de las preferencias, algo que hoy parece estar muy lejos de cualquier candidato que no sean Macri y Alberto Fernández.
Si se confirman las previsiones planteadas y la elección del domingo se termina presentando en esos términos, no sería extraño que quede un escenario con un postulante con chances concretas de alzarse, luego, con el triunfo en la primera vuelta de las generales, para lo que necesitará llegar al 45%.
En definitiva, si se diera una extrema polarización, las PASO terminarían funcionando, en los hechos, como una suerte de primera vuelta.
El arrastre
Lo cierto es que los números y porcentajes de la elección a presidente resultarán clave ya que hay un factor a considerar que es el arrastre que tendrán las preferencias en esa categoría sobre los comicios para gobernador y, también, para intendente. De hecho, esta situación motivó a la gran mayoría de las provincias a desdoblar sus comicios para separarlos de la elección nacional, de manera de apostar a que los temas macro –principalmente los vinculados con la economía– queden por fuera de la campaña. No obstante, en nuestro distrito la boleta incluirá todas las categorías.
Hay un lugar común que indica que nuestra ciudad tiene cierta tendencia al corte de boleta, habida cuenta de que en la mayor parte de la historia democrática contemporánea –de 1983 hasta la actualidad– tuvo gobernantes de un partido distinto al que había en Nación o Provincia. En los hechos, solamente en los primeros cuatro años de Abel Miguel y en el tiempo que lleva Pablo Petrecca en el municipio hubo coincidencia en el color político de los tres estamentos. A esto habría que agregar un período entre 2007 y 2008, cuando Mario Meoni obtuvo su primera reelección yendo en la misma boleta que Cristina Fernández de Kirchner, en una alianza que se rompió a poco de andar con el conflicto del campo por la ya célebre Resolución 25.
Desde el 83 hasta hoy se votó en siete oportunidades a intendente, gobernador y presidente en el mismo año. La primera fue, justamente, en 1983, donde se impuso la Unión Cívica Radical (UCR) en las tres categorías. Doce años después, se impuso el Partido Justicialista (PJ) en nación y provincia, mientras que en Junín el radical Abel Miguel accedió a un nuevo mandato. El 1999, la Alianza ganó a nivel nacional y también en Junín, mientras que el gobernador electo correspondió al PJ.
En las elecciones de 2003, 2007 y 2011 el Frente para la Victoria (FpV) obtuvo la presidencia y la gobernación bonaerense. En esas mismas elecciones, Meoni fue elegido intendente de Junín, pero solo compartió boleta con el kirchnerismo en 2007. En las otras dos fue representando a otros signos partidarios. Finalmente, en 2015 Cambiemos se impuso en todas las categorías.
Como se puede advertir, en tres de estas siete elecciones hubo coincidencia en los partidos que ganaron las tres categorías. Pero eso no significa, necesariamente, que haya habido corte de boleta. En 1999, por ejemplo, la candidata a gobernadora de la Alianza, Graciela Fernández Meijide, también ganó en Junín, pero perdió en la provincia, por lo que, aun cuando aquí se haya elegido una opción, terminó otra alzándose con el triunfo.
Es más, un análisis hecho sobre las últimas elecciones –incluyendo también las legislativas– muestra que solamente en 2011 hubo un claro corte de boleta, cuando Meoni ganó la intendencia por Udeso y el kirchnerismo se impuso tanto en el país y la provincia como en nuestra ciudad en las categorías mayores.
Dos años más tarde, el Frente Renovador (FR) se llevó la victoria a nivel local y provincial, mientras que el FpV terminó segundo en ambas categorías en Junín. Como quedó dicho, en nuestra ciudad Cambiemos también se impuso en la boleta completa en 2015, y lo mismo sucedió en 2017.
En definitiva, si en algún momento hubo una propensión al corte de boleta en nuestro distrito, esa tendencia quedó desdibujada en los últimos tres comicios, lo que hace necesario atender la importancia que podrá tener el arrastre en esta elección.
Primarias locales
Sobre el comportamiento de los votantes en las primarias y las generales en las dos últimas elecciones a intendente en nuestra ciudad, hay que decir que es posible analizar algunas características que podría ser interesante tener en cuenta para la que estamos por protagonizar. Es cierto que, en ambos casos, quien se impuso en las PASO lo hizo nuevamente en la instancia definitiva. Pero en un escenario de polarización como el actual, donde pareciera que cada voto va a contar, es difícil que haya un triunfo asegurado de antemano.
Es que los números y los porcentajes cambian de una elección a otra. En parte porque, hasta ahora, siempre hubo más votantes en las generales que en las primarias. Además, porque en de las PASO hay fuerzas que no superan el piso y los que las votan, luego deben elegir otra opción. Y, finalmente, porque –como se explicaba al principio de esta nota– con los números de las primarias hay votantes que modifican sus decisiones en la general por un voto “útil”.
En las primarias de 2011 Meoni sacó poco más de 14 mil votos y, posteriormente, en las generales, superó ampliamente los 22 mil, es decir que tuvo un incremento de más del 50%. En esos comicios el FpV llevó nada menos que siete precandidatos que, juntos, alcanzaron los 20 mil sufragios. Para la instancia posterior, Gustavo Traverso –quien había sido el más votado en ese espacio– obtuvo 20.525 adhesiones. Es decir que las preferencias de las primarias se trasladaron de manera prácticamente idéntica a las generales. La escalada de Meoni en aquel entonces tuvo que ver con la merma de otras alternativas –en ese caso, Ricardo Petraglia y Magdalena Ricchini bajaron notablemente su performance entre una elección y otra– y con el comportamiento de los que, motivados por el resultado de las PASO, cambian su voto optando por una elección “a ganador”.
El 2015 también tuvo sus particularidades. Petrecca cosechó poco más de 18.500 voluntades en las primarias –lo que le permitió ganarlas– y creció a 26.589 en las generales. Algo similar ocurrió con Meoni, que recibió algo más de 12 mil adhesiones en las PASO y 17.454 luego. En ninguno de los dos casos hubo internas. Donde sí las hubo fue en el FpV, en la que los dos candidatos recibieron –sumados– algo más de 16 mil sufragios para, posteriormente, en las generales, reducir su rendimiento a menos de 14 mil voluntades.
Habrá que ver entonces, una vez que se sepa el resultado, si los votantes del candidato perdedor en la interna del Frente de Todos acompañan al ganador y, además, si esto alcanza para vencer al oficialismo, donde se supone que estará la contienda central.
El voto joven
Otra clave para esta elección será el voto de la juventud y su impacto. Se estima que, en la provincia de Buenos Aires, los jóvenes de entre 16 y 18 años que están en condiciones de sufragar por primera vez, ascienden a más de 530 mil, lo que representa el 4,3% del electorado bonaerense, de 12.515.631 de ciudadanos nativos y nacionalizados.
Pablo Petraglia, ex presidente del Concejo Deliberante y actual director de la Escuela de Ciencias Económicas y Jurídicas de la Unnoba, destaca que las de este año serán las primeras elecciones luego del debate, en el Congreso Nacional y en la sociedad toda, del proyecto de ley por la despenalización del aborto, donde hubo una fuerte participación juvenil. “Tal vez haya que remontarse mucho tiempo atrás para ver algún tema en donde se hayan involucrado tanto los jóvenes, y será motivo de estudio el ver si ese involucramiento y las posiciones políticas que se tomaron, tienen algún reflejo en las urnas”, señaló esta semana en declaraciones a La Mañana de Unnoba Radio. En su análisis, será motivo de observación si esa expresión de los jóvenes que se vio en movilizaciones, concurrencias a las plazas e identificación con un pañuelo verde o celeste, tiene consecuencias políticas y electorales.
Otro punto que señala Petraglia es el de los discursos de la clase política y cómo se les llega a los jóvenes: “Se plantean cosas como no volver al 2001 y hay que tener en cuenta que el último que entró al padrón tiene fecha de nacimiento el 27 de octubre de 2003, o sea que no había nacido en 2001 y cuando se murió Néstor Kirchner estaba en sala de cinco del preescolar. Entonces, ¿cuál es el mensaje para ese joven?”
En definitiva, en una elección en la que cada voto cuenta, estas nuevas generaciones que están ingresando a la política principalmente a través de las redes sociales, serán otro factor de influencia en el resultado final.
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