Ya de niña se podía ver en Paula Sioli una inclinación hacia la solidaridad. Desde las movidas para ayudar al grupo de su hermano a hacer un viaje a Córdoba, hasta las donaciones que juntó con su familia para enviar a Formosa luego de una gran inundación, o su movilización durante la Guerra de Malvinas cuando –a sus diez años– juntaba chocolates, escribía cartas y hacía todo lo posible por colaborar con nuestros soldados que estaban en el sur.
Esa empatía con las necesidades del otro fue la que la impulsó a generar distintas acciones de ayuda a lo largo de su vida, lo que derivó en la creación de Corazón Joven, una agrupación solidaria que desde hace cuatro años tiene una actividad cada vez más comprometida con la comunidad.
“Da mucha satisfacción ver las cosas que se concretan”.
Su actividad
Después de hacer la primaria en la Escuela N°12 y la secundaria en el Colegio San Ignacio, Sioli siguió el Profesorado de Inglés y más adelante hizo el traductorado en el Lenguas Vivas, en Buenos Aires.
Estando allá trabajó como profesora de inglés en dos escuelas: una en la zona cercana al Teatro Colón y la otra en la Villa 31.
Luego regresó a Junín. Aquí empezó dando clases en el Colegio San José, y en el año 2000 abrió su instituto de inglés: el English Language Center.
Mientras, tanto siguió en escuelas y hasta el día de hoy continúa en el San José, también da clases en la Secundaria 15 y es vicedirectora de la Técnica 2.
“No me imagino siendo diferente, me acostumbré a vivir así”.
Los comienzos
Paula comenta que siempre estuvo involucrada en actividades solidarias, sobre todo a través de la Iglesia y en su rol como docente del Colegio San José.
Con la idea de hacer alguna actividad concreta, junto con su hermano empezó a colaborar con la pequeña localidad Fuerte Esperanza, del Impenetrable chaqueño. Eso se sostuvo durante algunos años y después pasaron la posta a otros voluntarios que terminaron formando la agrupación Junín Esperanza Chaco.
Luego sí surgió la idea de encarar un nuevo proyecto.
Corazón Joven
La agrupación Corazón Joven comenzó a funcionar hace cuatro años. “Fue una idea mía –explica Sioli– yo siempre hacía actividades con alumnos y cuando se llegaba el final del ciclo lectivo, se terminaban los proyectos. Y cada año debía volver a empezar. Entonces quise hacer algo para trabajar con adolescentes y que se sostuviera en el tiempo. El objetivo siempre fue involucrar a los jóvenes en cosas sanas y darles un espacio en el que pudieran vivir la solidaridad”.
Juntó un grupo de adultos para armar una comisión y cuando convocaron a los chicos fue un boom: había alrededor de un centenar de voluntarios. Entonces se formaron siete comisiones con distintas áreas de trabajo: medioambiente, salud, donaciones, prensa, educación, seguridad vial y desarrollo sustentable.
Aunque nació como un proyecto para jóvenes, no se termina allí. De hecho, la forma del grupo fue mutando. “El nombre tiene que ver con que cualquiera que se sienta con el corazón joven pueda participar, y hoy tenemos mucha gente grande que colabora”, afirma Paula.
Allí se desarrollan proyecto educativos, formativos, preventivos, de apoyo, de donaciones, y de asistencia, “aunque no asistencialismo”, advierten.
Actualmente hay entre 60 y 70 voluntarios que colaboran, “sin ninguna pertenencia política partidaria”, aclara Sioli.
“No vamos a cambiar el mundo, pero a lo mejor podemos hacer que algún chico que hoy está apadrinado llegue a la universidad, y si eso pasa me voy a sentir en la gloria”.
La solidaridad
Paula practicó la solidaridad desde siempre, por eso lo sigue haciendo con naturalidad. “La solidaridad es una forma de vida”, asegura, para luego ampliar: “No me imagino siendo diferente, me acostumbré a vivir así. Creo que esto ya lo necesito porque da mucha satisfacción ver las cosas que se concretan. Es cierto que hacer esto da mucho trabajo, pero yo tengo como filosofía no quejarme, no me gusta eso porque creo que la queja no soluciona nada. Ante un problema, prefiero ver qué se puede hacer. No vamos a cambiar el mundo, pero a lo mejor podemos hacer que algunos de los chicos que hoy están apadrinados lleguen a la universidad, y si eso pasa me voy a sentir en la gloria”.
Es cierto que el tiempo muchas veces es una limitación para que la gente se comprometa en grupos de estas características. “No tengo tiempo” es una frase muy común. Sin embargo, Sioli cree que “también depende un poco del convencimiento con que se hacen las cosas”, y es a partir de esa seguridad que el tiempo se aparece.
De acuerdo a su mirada, en nuestra sociedad y en nuestra ciudad “hay mucha solidaridad”, pero tal vez podría hacerse algo para que no haya esfuerzos vanos o que terminen en la nada. “Me gustaría que esté más organizada”, resume Sioli.
Y en referencia a su máximo sueño y su objetivo final para su organización, señala: “Me gustaría que Corazón Joven no sea Paula, que de hecho ya no es como al principio, tal vez ahora nos conocen por otra gente y eso está buenísimo, porque la idea es que esto no pierda su esencia pero que trascienda a las personas. Que cada uno venga a colaborar con lo que sabe o lo que puede y listo. No más que eso. Yo creo fuertemente en que cuanto más das, más recibís, cuanto más entregás, más satisfecho estás con vos mismo”.
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