En marzo del año 2016 el gobierno lanzaba los créditos UVA que, basados en lo que se llamó Unidad de Valor Adquisitivo, apuntaba a dar una solución a quienes necesitaban préstamos para la adquisición de viviendas y también de bienes muebles, como vehículos.
Tres años más tarde, el sueño de la casa propia o del auto nuevo, se transformó en pesadilla. O, al menos, en una preocupación. A esta altura, se multiplican los reclamos y las quejas por el aumento de las cuotas –atadas a la inflación– cuyo ritmo de aceleración es mucho mayor que el de los salarios. Algo que se puede advertir claramente en las redes sociales, principalmente en Facebook, donde hay decenas de grupos de autoconvocados que se sienten damnificados.
En la Provincia hay muchas acciones que buscan revertir este escenario de alarma. En La Plata, unos 1300 deudores pidieron una ley de emergencia y un freno a los aumentos de las cuotas. En Trenque Lauquen, el intendente recibió a vecinos que se manifiestan perjudicados por este programa y se comprometió a contribuir en la obtención de soluciones. En Tandil, el Concejo Deliberante aprobó el viernes por unanimidad una resolución en la que expresan su “preocupación” respecto del asfixiante panorama que atraviesan los tomadores de créditos UVA. El mismo día, dos marplatenses hicieron la primera denuncia contra los créditos de vivienda en el país ya que, según se sostienen en la presentación, los UVA “son una estrategia de despojo que está ligada al poder político”.
Sin una organización que los nuclee, en Junín también hay vecinos que protestan por las dificultades que tienen para hacer frente a los compromisos tomados.
Casos de Junín
Las quejas de los tomadores de créditos UVA pasan, principalmente, porque el valor de las cuotas crece, en términos porcentuales, bastante más que los salarios, lo que hace cada vez más difícil el pago de los compromisos.
Tres empleados de Junín, que se desempeñan en el Estado y prefirieron mantener su nombre en reserva, dieron su testimonio a Democracia.
El primero de ellos tomó un crédito hipotecario en noviembre de 2017 por un monto de $1.728.000 a pagar en 22 años. En enero de 2018 pagó una cuota de $12.292,39. La última que abonó, el 21 de marzo último, fue de $19.296,33. Es decir que en poco más de un año sufrió un incremento de un 57%. Pero eso no es todo: la deuda, al día de hoy, asciende a $2.816.146,77, o sea, un 63% más de lo que pidió originalmente.
Otro joven empleado de una repartición pública solicitó un UVA en el Banco Provincia para cambiar su auto. En mayo de 2017 obtuvo un préstamo de $175.000 a pagar en cuatro años. La primera cuota que pagó fue de $4355,02, mientras que la vigésimo tercera, que vencía el pasado 31 de marzo, fue de $7654,00, lo que implica una suba de casi el 76% en menos de dos años. Además, llegando a la mitad del plazo del crédito, aún adeuda $185.503,00, un 6% más de lo que le dio el banco.
El tercer caso que llegó a Democracia es el de otro empleado estatal que tomó un crédito hipotecario. Este es el caso más curioso, pero no por eso poco frecuente, ya que –según contó su protagonista– hay muchas otras personas en su misma situación. Este hombre hizo el trámite para la línea de créditos Procrear, pero no calificó, por lo que debió salir a alquilar. Al tiempo, recibió un mail de Procrear en el que le informaban que había sido beneficiario de un préstamo a partir de una reevaluación que se había hecho, y lo convocaron para tomarlo.
Fue así como en abril del año pasado suscribió un crédito por $1.150.000. “Pero lo que me dieron fue un UVA. Yo saqué un Procrear y me ‘metieron’ en un UVA. Es decir que esta problemática también incluye a muchos del Procrear, que se supone que era un programa que estaba destinado a quienes no pueden acceder a otro tipo de línea de créditos. Y esto que estoy contando no me pasó solamente a mí: tengo un amigo al que le pasó exactamente lo mismo. Y conocí otros casos similares”, asevera.
Según dice, cuando le dieron el crédito también lo “obligaron” a suscribirse a un paquete de servicios del banco –que incluye tarjetas, caja de ahorro y seguros– por el que paga cada mes unos $1000, además de las cuotas del crédito. “Si no aceptaba ese paquete, me aplicaban una tasa mayor”, agrega.
La primera cuota que pagó (incluyendo el paquete) fue de $6.100, monto que a abril de este año se elevó a $9.300, por lo que, en menos de un año, la suba fue de un 52,5%.
De acuerdo al último resumen, su deuda con el banco es de $1.688.952,23. Traducido: un 47% más de lo que recibió hace menos de un año. “El tema es que la deuda no se achica nunca: cada vez se debe más”, resume.
>Créditos UVA: casos de Junín
Los reclamos
Una de las personas que brindó testimonio para esta nota contó que, cuando vio las dificultades que generaba el aumento de las cuotas, empezó a buscar información en Internet y encontró varios foros en Facebook: “Yo participo en un grupo, donde también me informo, que se llama ‘Hipotecados UVA Autoconvocados’, también hay uno de damnificados de la provincia de Buenos Aires, y además estoy en otro que es específico de Procrear, que no tiene la finalidad del tratamiento de los UVA exclusivamente, pero sí es algo que está presente”.
El diputado provincial Jorge D’Onofrio estuvo en Junín este viernes y, antes de visitar nuestra ciudad, mantuvo un encuentro con deudores UVA disconformes con su situación. “No solo hay una gran preocupación, sino que es un problema real que sigue creciendo todos los días –cuenta D’Onofrio–, porque quienes tomaron estos créditos lo hicieron con una promesa del Gobierno nacional de que iba a haber una determinada inflación y estabilidad que, obviamente, no se dio. Y hoy los sueldos de quienes accedieron a esos créditos han crecido la mitad de lo que subió la cuota”.
La diferencia en la suba de la inflación –y por consiguiente de los UVA– y el incremento de los sueldos, es lo que explica el desfasaje.
“Cuando salieron estos créditos, mi primera observación fue que, en la medida en que la inflación no se contenga o no sea estable y los salarios pierdan, iba a ser un problema porque se vuelve un espiral en la que la cuota aumenta mucho más rápido que el salario, y la relación cuota-ingreso se hace cada vez más pesada”, resume el economista Santiago Aguiar. Y enseguida añade: “Los créditos establecen la posibilidad de extender el plazo cuando la cuota llega a un nivel de ingreso límite, pero eso no resuelve el problema, lo que hace es estirarlo”.
Uno de los damnificados juninenses señala que “algunos argumentan que el crédito es un éxito porque tiene un bajo nivel de morosidad, pero la realidad es que la gran mayoría de los deudores los tienen con débito en la cuenta sueldo, por lo que el banco lo cobra automáticamente”.
También se explica que, en última instancia, uno puede vender ese inmueble que está trayendo dificultades sin perder capital. “Cuando uno compra su casa no lo hace para venderla ni para hacer un negocio inmobiliario, sino que lo hace para tener un lugar donde vivir y para no pagar alquiler. Y ahora veo que soy inquilino del banco”, agrega otro deudor UVA.
Finalmente, el tercero de los damnificados consultados por este medio, también relativiza los dichos de quienes defienden este sistema arguyendo que se paga una cuota similar a un alquiler: “En una locación los aumentos están estipulados de antemano en el contrato, mientras que acá no sabés lo que vas a terminar pagando, y aumenta religiosamente todos los meses”.
Qué hacer
Guillermo Fontán, docente de Micro y Macroeconomía de la Unnoba, explica que los préstamos UVA se pautaron “bajo ciertas reglas de juego y determinadas expectativas de inflación, basadas en metas fiscales, que no se cumplieron”, por lo que considera que “alguien se tiene que hacer cargo de esto, pero no el deudor”.
Según su mirada, quien suscribió un contrato para tomar este préstamo lo hizo bajo condiciones que luego se modificaron y eso debe ser tenido en cuenta: “Cuando la inflación está por encima de la esperada, sin entrar en una híper, actúa lo que se denomina en términos jurídicos la ‘teoría de la imprevisión’, donde se repautan las reglas de juego que se habían asumido en un contexto determinado, justamente porque dicho contexto varió sustancialmente”.
Fontán, que también fue director Provincial de Comercio, recuerda que el Gobierno nacional está evaluando la posible implementación de créditos blandos, programas como Ahora 12 o descuentos de hasta 50% en compras con tarjeta, todas medidas “que funcionan porque el banco pierde un poco y el Estado subsidia esa quita que juega en beneficio del comprador. Acá sería lo mismo: hay que subsidiar la tasa”. Y profundiza: “Hay un proyecto de Ley que propone la oposición que busca planchar la cuota y, si hay algún costo financiero adicional, que se hagan cargo entre el Estado y el banco. Y en el caso de los bancos privados, que dejen de ganar tanto. El año pasado la recesión pegó muy fuerte en muchos sectores, mientras que la actividad financiera creció un 70%. En todas las crisis y situaciones complejas, el sector financiero siempre gana: pasó con el corralito, en el Plan Bonex, en el post Plan Primavera, con lo cual, es tiempo de que empiece a ceder este sector financiero, porque los beneficios deben llegar a todos, no solamente algunos”.
Hay otro proyecto que propone que las UVA no tomen solamente como variable la inflación, sino que estén atadas al Índice de Precios al Consumidor (IPC) o al coeficiente de variación salarial, el que sea más bajo.
“En algún momento el Estado va a tener que tomar cartas en el asunto –puntualiza Aguiar–; por supuesto que no va a ser fácil, pero es necesario. Habría que buscar la forma de modificar la situación de los deudores UVA repactando una tasa fija determinada y que el Estado se tenga que hacer cargo, eventualmente, del quebranto en los balances de los bancos”.
La dificultad de este esquema pasa, según Fontán, en cómo se mide la actuación del Ejecutivo nacional: “Más allá de los números de la pobreza, el gobierno ha generado cierta contención social, lo que no ha generado son políticas de contención para la clase media, que está sufriendo mucho, y esta es una política para ella. Cuando uno habla de subsidios a la tasa de interés para que el préstamo sea menos gravoso y las cuotas se congelen, lo más fácil es decir ‘cómo se va a hablar de subsidios en un contexto de ajuste’, pero por qué los pobres pueden tener subsidios –que son muy necesarios– y la clase media no. Creo que en esa línea hay que mirar el tema”.
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