INSTITUCIÓN TERAPÉUTICA

Comunidad San Ignacio: Una red de trabajo para la recuperación de adictos

Depende de Sedronar y los pacientes son becados por el gobierno, según contó Ricardo Oliva, director general de área de la Comunidad que cuenta además con ocho psicólogos, cinco talleristas, seis operadores, un director terapéutico, un médico clínico y un médico psiquiatra.

La Comunidad Terapéutica San Ignacio de Loyola funciona en nuestra ciudad desde hace 23 años y está ubicada en el kilómetro 152,9  de la ruta 188 de nuestra ciudad.
Se trata de una institución que trabaja con pacientes a partir de los 18 años, que poseen problemas de adicciones. 
Es un organismo que depende de Sedronar y los pacientes son becados por el gobierno, según contó Ricardo Oliva, director general de área de la Comunidad que cuenta además con ocho psicólogos, cinco talleristas, seis operadores, un director terapéutico, un médico clínico y un médico psiquiatra. 
La institución cuenta con alrededor de 32 pacientes estables que provienen de toda la Eegión. Incluso, según Oliva, “es una de las pocas instituciones que interna, a nivel Sedronar, a jóvenes de cualquier punto del país”.

Se hace todo un tejido social para que el paciente consiga trabajo. Luego vuelve una vez por semana a terapia y asiste a los talleres a pesar del alta. Queremos que siga conectado a la institución. Ricardo Oliva. Director General de Área

Tratamiento y actividades
El tratamiento de los pacientes que se internan en la Comunidad dura entre un año y un año y medio, según la problemática y la individualidad de cada uno de ellos.
Los jóvenes viven dentro de la Comunidad y realizan terapia individual, grupal, con profesionales y talleres externos.
“Hay diversos casos y dependiendo del paciente realizan distintas actividades”, explicó Oliva.
“Algunos de ellos, a partir de los dos meses o poco más desde su internación, con el aval del equipo terapéutico pueden comenzar a tener salidas terapéuticas, si se cumplen ciertos requisitos”.
Esto significa que pueden volver a su localidad de origen, o bien quedarse en Junín, buscar trabajo y realizar actividades.
“Tenemos un área, un taller para quienes no tienen dinero para viajar, o pagar sus gastos y hacemos parquización. Los chicos salen, tienen sus actividades, tenemos alrededor de 10 o 12 quintas fijas mensuales donde se corta el pasto”, indicó.

Trabajo en red
Según explicó Oliva, la institución realiza un trabajo en red involucrando a la familia de los pacientes.
“Creemos que sin la contención familiar el paciente queda aislado, solo, como cuando entró a la Comunidad. No porque la familia no sepa cuidarlos sino por su propia situación de consumo”, indicó.
Una vez por mes, la familia asiste a terapia individual con profesionales y un mes antes de que el paciente tenga su alta, se comienza a trabajar en su salida.
“Trabajamos en lo que va a hacer, comenzamos a buscarle actividades y vamos resolviendo cuestiones para que se vaya adaptando a la nueva realidad. Se hace todo un tejido social para que el paciente consiga trabajo. Luego vuelve una vez por semana a terapia y asiste a los talleres a pesar del alta. Queremos que siga conectado a la institución”, aseguró.
El 70 % de los chicos que asiste a la comunidad posee distintas causas relacionadas a su adicción, muchas delictivas en alguna escala.
“No son causas penales firmes pero si asistenciales”, indicó Oliva. 
Hay organizaciones que se acercan a realizar actividades junto a la Comunidad, con talleres y propuestas. 
“Actualmente estamos con un taller de periodismo y de armado de juguetes”, este último a través de la Ong Don Ito.
“Los chicos participan también cada vez que hay que pintar una escuela, los pacientes van, acompañan, son muchas actividades que les permiten comprometerse y colaborar”.