Escrita en primera persona -algo poco común en el género de esa época- Nanina retrata la vida de un joven de Junín que viaja a Buenos Aires y entra en crisis a final de su adolescencia. También es una fuerte crítica a la hipocresía del mundo adulto y a la institución familiar: el protagonista tiene un padre alcohólico y una madre víctima de violencia de género. Por su lenguaje directo, muchos jóvenes de la época se sintieron atraídos e identificados con la novela. Walsh la definió como “una pieza heroica que no perdona a los adultos".
El juez Sanmartino, que condenó a García a 2 años de prisión en suspenso por “ofensa a la moral pública”, en el fallo expresó que “es evidente que Nanina es una osada obra de lenguaje impúdico, de incoherente contextura y de exhibición de escenas reñidas con el más elemental decoro. El protagonista no tiene ubicación precisa en el tiempo, ni en la geografía. Tan pronto es un niño, como un adolescente. Está en Junín, en Rawson o en Buenos Aires. Sin transición, sin etapas intermedias, sin un proceso lógico de cambio y de transformación. Por puro afán de ser original, de espantar al lector equilibrado o simplemente por incorregible incoherencia mental. Esa técnica es frecuente en la simulación del talento. La obra carece de una sólida arquitectura argumental y es, en general, un sucio canto al desamor filial y al sexo animal e indiscriminado.” Y finaliza con una expresión de deseo: “que este fallo sea como un toque de atención para este joven que si en realidad siente vocación literaria vuelque sus esfuerzos a otra clase de literatura, o sea la que pueda darle brillo y nombre honroso.”
Pese al fallo, que se parece más a una crítica literaria de baja calidad, Nanina tendría un considerable éxito, con varias reediciones, y García llegaría a ser una figura reconocida dentro del ambiente literario y del psicoanálisis.
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