Claudia Pannone descubrió su destino como cantante casi por casualidad. Es cierto que en su casa la música estaba muy presente, con una madre profesora de piano y un padre guitarrista y cantautor. Pero a ella no se le había ocurrido ir por ese rumbo. Al menos no hasta que una tarde, en la radio donde conducía un programa, se puso a cantar encima de un tema que estaba sonando y el operador, después de escucharla, le dijo que tenía que dedicarse a eso.
Fue una anécdota. Pero significó mucho más que eso: fue el inicio de un camino que, finalmente, la llevó a ganarse un lugar como intérprete, y a presentarse en las más reconocidas milongas del circuito porteño e importantísimos escenarios de los más variados países.
“Tengo la suerte de tener actuaciones, de trabajar y vivir de esto”.
Una artista
Artísticamente inquieta, durante su adolescencia, Pannone condujo programas de radio, fue actriz, protagonizó una comedia musical, y tuvo una banda de covers y otro grupo vocal.
Cuando terminó el secundario en el Colegio Santa Unión, se fue a Buenos Aires donde hizo la carrera de Locución. Pocas semanas después de recibida, volvió a la comedia musical. “Pasé por la compañía de Los Miserables, con producción de Inglaterra, fue una experiencia inolvidable”, evoca.
Después de otros proyectos dentro del mismo rubro, decidió probar como cantante.
“Si el tango te llega, te enamorás y lo hacés tu forma de vida”.
Tanguera
“En el año 2002, después de toda una vorágine de comedias musicales, yo quería hacer un show de canciones, pero no sabía bien qué”, cuenta Claudia. Investigando, se quedó encantada con Eladia Blázquez y las melodías de Astor Piazzolla. Entonces, armó un repertorio de tangos.
Empezó a circular por bares chicos de Buenos Aires, se fue metiendo muy de a poco, hasta que hizo un espectáculo en El Club del Vino, una presentación a la que considera como “el puntapié inicial” en su carrera dentro del tango.
Después de ese show fue convocada para conducir el programa “Sabor a Tango”, del canal Utilísima Satelital.
Desde entonces, su carrera fue en ascenso.
Su carrera
Fue otra presentación en El Club del Vino, en el año 2004, que le permitió subir otro peldaño. “Entre el público había un alemán que conocía a un productor de su país y nos puso en contacto –explica–, y en ese mismo año empecé a ir a Alemania y durante tres años viajé periódicamente”. El primer año tuvo shows en tres milongas, el siguiente fue a algunos teatros y terminó el tercer año cantando en la Filarmónica de Berlín, con un quinteto alemán.
Al mismo tiempo, ya estaba dentro del circuito del tango en Buenos Aires y tenía shows en bares y milongas porteñas: Señor Tango, la Esquina Carlos Gardel, la Esquina Homero Manzi, Café Homero, Clásica y Moderna, El Vesuvio, Madero Tango, el Centro Cultural General San Martín, son solo algunos de los lugares donde cantó.
Y también lo hizo en varios países, principalmente con la compañía belga Otango. Pannone se presentó en Uruguay, Brasil, Italia, México, Estados Unidos, Rusia, España, Francia, Bélgica, Portugal, Chipre, Lituania, Eslovenia y más.
Además, compartió escenario con grandes de la música ciudadana, como Susana Rinaldi, Raúl Lavié o Guillermo Fernández.
Y editó tres discos de manera independiente. “Lo hice todo a pulmón, nunca me acerqué a una compañía porque siempre quise ser dueña de mi material”, sostiene. También tuvo participaciones en grabaciones de Otango y De Gotan Project.
Sus habilidades no terminan en el canto, ya que Claudia es compositora: “Le hice un tango a Eladia Blázquez, también tengo dos temas míos en el primer disco, y en la banda Malamada, donde fusionamos tango y algo de rock, hacíamos temas propios, con una lírica muy actual y de temas muy vigentes”.
“Tengo una relación de amor con el tango. A través de su poesía yo he canalizado situaciones personales, es como un desahogo”.
El tango
Pannone supo ganarse un lugar de respeto dentro de su rubro. Aunque su autoexigencia la hace que quiera más: “No me quejo, pero no sé si estoy en el lugar que hubiera deseado. Una siempre quiere ser como Susana Rinaldi, pero se sabe que hay una sola. Los artistas como ella van desapareciendo y no hay un reemplazo. Hay algunos, por supuesto, pero es muy difícil llegar, y más para las mujeres. Yo no llegué a eso, pero también elegí salir de mi país y eso fue muy bueno, tengo la suerte de trabajar y vivir de esto, y de tener actuaciones todo el tiempo, algo que para mí es reconfortante”.
En la actualidad, se presenta con regularidad en el Faena Hotel y en el Café de los Angelitos. Además, está trabajando con Luis Gurevich, un productor de grandes artistas, con quien está preparando una fusión de música francesa con tango.
Es la música ciudadana es el centro de su carrera: “El tango me mantiene sana de alma y corazón. A través de su poesía yo he canalizado situaciones personales, es como un desahogo, tengo una relación de amor con el tango. Yo me escucho en una grabación de 2004 y luego el mismo tema en vivo ahora, y me doy cuenta de que pasaron veinte vidas, de que es cierto que el tango te llega cuando tiene que llegar, y cuando eso pasa, te enamorás y lo hacés tu forma de vida”.
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